Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20)


En nuestra casa, junto con nosotros, está confinado Jesús. Con esta silla vacía quiero representar su promesa de que por medio de su Espíritu Santo, está con nosotros y en nosotros cada día hasta el fin de la pandemia y más allá, hasta el fin del mundo. No hay ningún seguidor del Maestro que esté a salvo de la enfermedad ni de las consecuencias económicas y sociales que le seguirán. Es levantar falsas esperanzas y faltar a la verdad decir y compartir que a nosotros eso no nos afectará. En ningún lugar en la Palabra del Señor se afirma semejante cosa. Sufrimos como sufren los demás, morimos como mueren los demás, perdemos empleos como todo el mundo. Lo que si ha prometido Jesús, una y otra vez, es estar en todo momento con nosotros hasta el fin; no dejarnos ni desampararnos. Ser un seguidor de Jesús, como estamos comprobando, no nos deja al margen de la pandemia y sus efectos; pero si nos permite afrontarlos no en soledad, sino con Jesús. 

El aislamiento se prolongará muchos más días más y nuestra vida continuará alterándose. Habla con Jesús. Exprésale lo que sientes y piensas. Compártele tus miedos, inquietudes y angustias. Lo que tienes por ti y los que sientes por tus seres queridos. Llora con Él si es preciso, vuelca tu corazón. Haz lo que sea, pero no ignores ese increíble recurso que como hijo de Dios tienes en tu mismo lugar de confinamiento.


¿Cómo puedes aprovechar que Jesús está contigo?



Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20)


En nuestra casa, junto con nosotros, está confinado Jesús. Con esta silla vacía quiero representar su promesa de que por medio de su Espíritu Santo, está con nosotros y en nosotros cada día hasta el fin de la pandemia y más allá, hasta el fin del mundo. No hay ningún seguidor del Maestro que esté a salvo de la enfermedad ni de las consecuencias económicas y sociales que le seguirán. Es levantar falsas esperanzas y faltar a la verdad decir y compartir que a nosotros eso no nos afectará. En ningún lugar en la Palabra del Señor se afirma semejante cosa. Sufrimos como sufren los demás, morimos como mueren los demás, perdemos empleos como todo el mundo. Lo que si ha prometido Jesús, una y otra vez, es estar en todo momento con nosotros hasta el fin; no dejarnos ni desampararnos. Ser un seguidor de Jesús, como estamos comprobando, no nos deja al margen de la pandemia y sus efectos; pero si nos permite afrontarlos no en soledad, sino con Jesús. 

El aislamiento se prolongará muchos más días más y nuestra vida continuará alterándose. Habla con Jesús. Exprésale lo que sientes y piensas. Compártele tus miedos, inquietudes y angustias. Lo que tienes por ti y los que sientes por tus seres queridos. Llora con Él si es preciso, vuelca tu corazón. Haz lo que sea, pero no ignores ese increíble recurso que como hijo de Dios tienes en tu mismo lugar de confinamiento.


¿Cómo puedes aprovechar que Jesús está contigo?



Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20)


En nuestra casa, junto con nosotros, está confinado Jesús. Con esta silla vacía quiero representar su promesa de que por medio de su Espíritu Santo, está con nosotros y en nosotros cada día hasta el fin de la pandemia y más allá, hasta el fin del mundo. No hay ningún seguidor del Maestro que esté a salvo de la enfermedad ni de las consecuencias económicas y sociales que le seguirán. Es levantar falsas esperanzas y faltar a la verdad decir y compartir que a nosotros eso no nos afectará. En ningún lugar en la Palabra del Señor se afirma semejante cosa. Sufrimos como sufren los demás, morimos como mueren los demás, perdemos empleos como todo el mundo. Lo que si ha prometido Jesús, una y otra vez, es estar en todo momento con nosotros hasta el fin; no dejarnos ni desampararnos. Ser un seguidor de Jesús, como estamos comprobando, no nos deja al margen de la pandemia y sus efectos; pero si nos permite afrontarlos no en soledad, sino con Jesús. 

El aislamiento se prolongará muchos más días más y nuestra vida continuará alterándose. Habla con Jesús. Exprésale lo que sientes y piensas. Compártele tus miedos, inquietudes y angustias. Lo que tienes por ti y los que sientes por tus seres queridos. Llora con Él si es preciso, vuelca tu corazón. Haz lo que sea, pero no ignores ese increíble recurso que como hijo de Dios tienes en tu mismo lugar de confinamiento.


¿Cómo puedes aprovechar que Jesús está contigo?