No te preguntes por qué cualquier tiempo pasado fue mejor, pues esa no es pregunta de sabios. (Eclesiastés 7:10)


¿Realmente queremos que todo vuelva a ser como antes? ¿Queremos que esto sea única y exclusivamente un paréntesis en la forma en que vivíamos; un mal sueño que deseamos que pase lo antes posible para volver a "business as always"? Personalmente espero y deseo que no sea así. Esta pandemia está generando y generará todavía más dolor -la dimensión física- y sufrimiento -la dimensión emocional y espiritual-. Si todo ese dolor y sufrimiento no nos da una perspectiva bíblica sobre cómo hemos estado viviendo hasta aquí y no nos ayuda a reflexionar sobre nuestras prioridades, relaciones, valores, lealtades, etc.; entonces habrá sido un dolor y sufrimiento malgastado, experimentado totalmente en vano. 

Si la normalidad significa volver a estar centrados en nosotros mismos, volver a perder esa orientación al prójimo y sus necesidades que estamos experimentando estos días. Si ser normal significa volver al consumismo y a la insensibilidad hacia la creación del Señor. Si significa olvidar que la iglesia son personas y no actividades. Si significa seguir haciendo las cosas como las hacíamos antes sin el más mínimo punto de autocrítica personal y comunitaria. Entonces, si la normalidad es eso ¡Dios nos libre de la normalidad! Porque tal vez ha sido esa normalidad que tanto echamos de menos, que con tanta añoranza y melancolía observamos y tratamos de recobrar lo antes posible, la que nos ha traído hasta esta dramática situación en la que estamos. Con total honestidad, desear que vuelva todo a la normalidad sin la más mínima mirada crítica, no es, como dice la Biblia, nada sabio.

¿Cómo quieres que sea el futuro?



No te preguntes por qué cualquier tiempo pasado fue mejor, pues esa no es pregunta de sabios. (Eclesiastés 7:10)


¿Realmente queremos que todo vuelva a ser como antes? ¿Queremos que esto sea única y exclusivamente un paréntesis en la forma en que vivíamos; un mal sueño que deseamos que pase lo antes posible para volver a "business as always"? Personalmente espero y deseo que no sea así. Esta pandemia está generando y generará todavía más dolor -la dimensión física- y sufrimiento -la dimensión emocional y espiritual-. Si todo ese dolor y sufrimiento no nos da una perspectiva bíblica sobre cómo hemos estado viviendo hasta aquí y no nos ayuda a reflexionar sobre nuestras prioridades, relaciones, valores, lealtades, etc.; entonces habrá sido un dolor y sufrimiento malgastado, experimentado totalmente en vano. 

Si la normalidad significa volver a estar centrados en nosotros mismos, volver a perder esa orientación al prójimo y sus necesidades que estamos experimentando estos días. Si ser normal significa volver al consumismo y a la insensibilidad hacia la creación del Señor. Si significa olvidar que la iglesia son personas y no actividades. Si significa seguir haciendo las cosas como las hacíamos antes sin el más mínimo punto de autocrítica personal y comunitaria. Entonces, si la normalidad es eso ¡Dios nos libre de la normalidad! Porque tal vez ha sido esa normalidad que tanto echamos de menos, que con tanta añoranza y melancolía observamos y tratamos de recobrar lo antes posible, la que nos ha traído hasta esta dramática situación en la que estamos. Con total honestidad, desear que vuelva todo a la normalidad sin la más mínima mirada crítica, no es, como dice la Biblia, nada sabio.

¿Cómo quieres que sea el futuro?



No te preguntes por qué cualquier tiempo pasado fue mejor, pues esa no es pregunta de sabios. (Eclesiastés 7:10)


¿Realmente queremos que todo vuelva a ser como antes? ¿Queremos que esto sea única y exclusivamente un paréntesis en la forma en que vivíamos; un mal sueño que deseamos que pase lo antes posible para volver a "business as always"? Personalmente espero y deseo que no sea así. Esta pandemia está generando y generará todavía más dolor -la dimensión física- y sufrimiento -la dimensión emocional y espiritual-. Si todo ese dolor y sufrimiento no nos da una perspectiva bíblica sobre cómo hemos estado viviendo hasta aquí y no nos ayuda a reflexionar sobre nuestras prioridades, relaciones, valores, lealtades, etc.; entonces habrá sido un dolor y sufrimiento malgastado, experimentado totalmente en vano. 

Si la normalidad significa volver a estar centrados en nosotros mismos, volver a perder esa orientación al prójimo y sus necesidades que estamos experimentando estos días. Si ser normal significa volver al consumismo y a la insensibilidad hacia la creación del Señor. Si significa olvidar que la iglesia son personas y no actividades. Si significa seguir haciendo las cosas como las hacíamos antes sin el más mínimo punto de autocrítica personal y comunitaria. Entonces, si la normalidad es eso ¡Dios nos libre de la normalidad! Porque tal vez ha sido esa normalidad que tanto echamos de menos, que con tanta añoranza y melancolía observamos y tratamos de recobrar lo antes posible, la que nos ha traído hasta esta dramática situación en la que estamos. Con total honestidad, desear que vuelva todo a la normalidad sin la más mínima mirada crítica, no es, como dice la Biblia, nada sabio.

¿Cómo quieres que sea el futuro?