Pedro le dijo a Jesús: ¡Señor, que bien estamos aquí! Si quieres, haré tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. (Mateo 17:4)


Pedro, juntamente con Santiago y Juan, estaban asistiendo a un momento único y sobrenatural; una experiencia espiritual de primer orden a pocos humanos concedida. Desde nuestra distancia, y leyéndolo tan sólo en unos pocos versículos, nos cuesta entender lo que debió significar para aquellos tres pescadores el presenciar semejante momento en que los cielos y la tierra convergían. La actitud de Pedro es lógica, querer retener para siempre ese momento tan significativo; y si no para siempre, al menos la mayor cantidad posible de tiempo. De ahí su propuesta de construir tres cabañas que, en mi opinión significa el deseo de permanecer. Pedro, como tampoco Juan y Santiago podían imaginar que ese momento les preparaba para lo que vendría a continuación. Nada más bajar del monte y de esa experiencia espiritual de primer orden, se encontraron con el muchacho endemoniado que no puedo ser curado por sus discípulos. El mundo roto, lleno de necesidades de todo tipo, estaba allá esperándoles, inevitable, inescapable.

Es una buena lección para nosotros los seguidores de Jesús en este tiempo del COVID19. Estamos disfrutando de ser iglesia virtual, de la preocupación de los unos por los otros, las llamadas, los correos, los WhatsApp y una increíble cantidad de recursos disponibles para crecer y fortalecer nuestra fe. Puede existir la tentación de congelar estos momentos, se hacer perdurar, de gozarnos en cuán bueno y misericordioso es el Señor con nosotros. Pero esa tentación nos puede llevar al pecado de olvidar el mundo que continúa llorando, sufriendo, padeciendo y necesita la presencia en medio del mismo de los seguidores de Jesús.


¿Dispuesto a bajar al llano del dolor y construyendo cabañas en la montaña?











Pedro le dijo a Jesús: ¡Señor, que bien estamos aquí! Si quieres, haré tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. (Mateo 17:4)


Pedro, juntamente con Santiago y Juan, estaban asistiendo a un momento único y sobrenatural; una experiencia espiritual de primer orden a pocos humanos concedida. Desde nuestra distancia, y leyéndolo tan sólo en unos pocos versículos, nos cuesta entender lo que debió significar para aquellos tres pescadores el presenciar semejante momento en que los cielos y la tierra convergían. La actitud de Pedro es lógica, querer retener para siempre ese momento tan significativo; y si no para siempre, al menos la mayor cantidad posible de tiempo. De ahí su propuesta de construir tres cabañas que, en mi opinión significa el deseo de permanecer. Pedro, como tampoco Juan y Santiago podían imaginar que ese momento les preparaba para lo que vendría a continuación. Nada más bajar del monte y de esa experiencia espiritual de primer orden, se encontraron con el muchacho endemoniado que no puedo ser curado por sus discípulos. El mundo roto, lleno de necesidades de todo tipo, estaba allá esperándoles, inevitable, inescapable.

Es una buena lección para nosotros los seguidores de Jesús en este tiempo del COVID19. Estamos disfrutando de ser iglesia virtual, de la preocupación de los unos por los otros, las llamadas, los correos, los WhatsApp y una increíble cantidad de recursos disponibles para crecer y fortalecer nuestra fe. Puede existir la tentación de congelar estos momentos, se hacer perdurar, de gozarnos en cuán bueno y misericordioso es el Señor con nosotros. Pero esa tentación nos puede llevar al pecado de olvidar el mundo que continúa llorando, sufriendo, padeciendo y necesita la presencia en medio del mismo de los seguidores de Jesús.


¿Dispuesto a bajar al llano del dolor y construyendo cabañas en la montaña?











Pedro le dijo a Jesús: ¡Señor, que bien estamos aquí! Si quieres, haré tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. (Mateo 17:4)


Pedro, juntamente con Santiago y Juan, estaban asistiendo a un momento único y sobrenatural; una experiencia espiritual de primer orden a pocos humanos concedida. Desde nuestra distancia, y leyéndolo tan sólo en unos pocos versículos, nos cuesta entender lo que debió significar para aquellos tres pescadores el presenciar semejante momento en que los cielos y la tierra convergían. La actitud de Pedro es lógica, querer retener para siempre ese momento tan significativo; y si no para siempre, al menos la mayor cantidad posible de tiempo. De ahí su propuesta de construir tres cabañas que, en mi opinión significa el deseo de permanecer. Pedro, como tampoco Juan y Santiago podían imaginar que ese momento les preparaba para lo que vendría a continuación. Nada más bajar del monte y de esa experiencia espiritual de primer orden, se encontraron con el muchacho endemoniado que no puedo ser curado por sus discípulos. El mundo roto, lleno de necesidades de todo tipo, estaba allá esperándoles, inevitable, inescapable.

Es una buena lección para nosotros los seguidores de Jesús en este tiempo del COVID19. Estamos disfrutando de ser iglesia virtual, de la preocupación de los unos por los otros, las llamadas, los correos, los WhatsApp y una increíble cantidad de recursos disponibles para crecer y fortalecer nuestra fe. Puede existir la tentación de congelar estos momentos, se hacer perdurar, de gozarnos en cuán bueno y misericordioso es el Señor con nosotros. Pero esa tentación nos puede llevar al pecado de olvidar el mundo que continúa llorando, sufriendo, padeciendo y necesita la presencia en medio del mismo de los seguidores de Jesús.


¿Dispuesto a bajar al llano del dolor y construyendo cabañas en la montaña?