No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. (Juan 17:15)


Este tiempo del COVID19 nos ha enseñado a todos la necesidad de auto protegernos. Si, ciertamente, todavía existen los escépticos acerca del uso de las mascarillas y los que creen y propagan fake news acerca de su validez y capacidad de protección. El problema con este virus es que al ser invisible al ojo humano es, en ocasiones, difícil el tener una sensación de peligro y es, por el contrario, fácil el bajar la guardia ante el mismo. Pero, ya que no podemos dejar de vivir en sociedad, tendremos que acostumbrarnos y ser intencionales en el uso de estas medidas de seguridad que nos pueden salvar del contagio y, consecuentemente, de la enfermedad y la muerte.

Tal vez la epidemia del coronavirus puede ser una buena analogía acerca de los peligros que acechan al seguidor de Jesús al tener que vivir en un ambiente hostil. Es interesante que en su oración sacerdotal al Padre, el Maestro no le pide que nos aparte de la sociedad ni nos meta en una burbuja para no contaminarnos. Antes al contrario, la oración va dirigida a que estemos en el mundo pero protegidos contra el mal. ¿Cómo pues podemos estar en el mundo sin que este nos contamine? Bien, tenemos que aprender a auto protegernos, a usar sistemas de seguridad que impidan que los "virus" del exterior nos afecten y, no solamente podamos sobrevivir, sino como el personal médico en estos días de pandemia, podamos seguir adelante con nuestra labor de ser agentes de restauración en un mundo roto. Unos fragmentos más adelante el propio Jesús nos da la clave para cómo hacerlo: la Palabra. Las Escrituras -naturalmente lo que de ellas emana, no que te pongas una Biblia en la nariz- son el filtro que nos protege del mal y del maligno y nos permite seguir siendo sal y luz sin contaminarnos. 

Pero, del mismo modo que hay ilusión que desprecian el uso de mascarillas sanitarias, pienso que también hay muchos ilusos que desprecian el uso de las mascarillas espirituales.

¿Eres uno de ellos?







No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. (Juan 17:15)


Este tiempo del COVID19 nos ha enseñado a todos la necesidad de auto protegernos. Si, ciertamente, todavía existen los escépticos acerca del uso de las mascarillas y los que creen y propagan fake news acerca de su validez y capacidad de protección. El problema con este virus es que al ser invisible al ojo humano es, en ocasiones, difícil el tener una sensación de peligro y es, por el contrario, fácil el bajar la guardia ante el mismo. Pero, ya que no podemos dejar de vivir en sociedad, tendremos que acostumbrarnos y ser intencionales en el uso de estas medidas de seguridad que nos pueden salvar del contagio y, consecuentemente, de la enfermedad y la muerte.

Tal vez la epidemia del coronavirus puede ser una buena analogía acerca de los peligros que acechan al seguidor de Jesús al tener que vivir en un ambiente hostil. Es interesante que en su oración sacerdotal al Padre, el Maestro no le pide que nos aparte de la sociedad ni nos meta en una burbuja para no contaminarnos. Antes al contrario, la oración va dirigida a que estemos en el mundo pero protegidos contra el mal. ¿Cómo pues podemos estar en el mundo sin que este nos contamine? Bien, tenemos que aprender a auto protegernos, a usar sistemas de seguridad que impidan que los "virus" del exterior nos afecten y, no solamente podamos sobrevivir, sino como el personal médico en estos días de pandemia, podamos seguir adelante con nuestra labor de ser agentes de restauración en un mundo roto. Unos fragmentos más adelante el propio Jesús nos da la clave para cómo hacerlo: la Palabra. Las Escrituras -naturalmente lo que de ellas emana, no que te pongas una Biblia en la nariz- son el filtro que nos protege del mal y del maligno y nos permite seguir siendo sal y luz sin contaminarnos. 

Pero, del mismo modo que hay ilusión que desprecian el uso de mascarillas sanitarias, pienso que también hay muchos ilusos que desprecian el uso de las mascarillas espirituales.

¿Eres uno de ellos?







No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. (Juan 17:15)


Este tiempo del COVID19 nos ha enseñado a todos la necesidad de auto protegernos. Si, ciertamente, todavía existen los escépticos acerca del uso de las mascarillas y los que creen y propagan fake news acerca de su validez y capacidad de protección. El problema con este virus es que al ser invisible al ojo humano es, en ocasiones, difícil el tener una sensación de peligro y es, por el contrario, fácil el bajar la guardia ante el mismo. Pero, ya que no podemos dejar de vivir en sociedad, tendremos que acostumbrarnos y ser intencionales en el uso de estas medidas de seguridad que nos pueden salvar del contagio y, consecuentemente, de la enfermedad y la muerte.

Tal vez la epidemia del coronavirus puede ser una buena analogía acerca de los peligros que acechan al seguidor de Jesús al tener que vivir en un ambiente hostil. Es interesante que en su oración sacerdotal al Padre, el Maestro no le pide que nos aparte de la sociedad ni nos meta en una burbuja para no contaminarnos. Antes al contrario, la oración va dirigida a que estemos en el mundo pero protegidos contra el mal. ¿Cómo pues podemos estar en el mundo sin que este nos contamine? Bien, tenemos que aprender a auto protegernos, a usar sistemas de seguridad que impidan que los "virus" del exterior nos afecten y, no solamente podamos sobrevivir, sino como el personal médico en estos días de pandemia, podamos seguir adelante con nuestra labor de ser agentes de restauración en un mundo roto. Unos fragmentos más adelante el propio Jesús nos da la clave para cómo hacerlo: la Palabra. Las Escrituras -naturalmente lo que de ellas emana, no que te pongas una Biblia en la nariz- son el filtro que nos protege del mal y del maligno y nos permite seguir siendo sal y luz sin contaminarnos. 

Pero, del mismo modo que hay ilusión que desprecian el uso de mascarillas sanitarias, pienso que también hay muchos ilusos que desprecian el uso de las mascarillas espirituales.

¿Eres uno de ellos?