Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)


No hay duda que la crisis del COVID 19 está cargando nuestras mentes y nuestras almas. Mental, emocional y espiritualmente cada día de confinamiento, cada noticia sobre la situación sanitaria, social y económica, añaden peso, un peso que no podemos evitar, que es real y, sobre todo, que es normal y es humano el vivirlo y experimentarlo. Sólo aquellos que son de plástico no se cansan, no se cargan, no se sienten angustiados permanentemente o puntualmente. Si esa no fuera una realidad humana Jesús no nos hubiera dejado este mensaje que es una mezcla de invitación y promesa.

Es una invitación a ser auténticos y vulnerables; a no tener que negar o reprimir esos estados emocionales y espirituales, a no avergonzarnos de ellos. Es una invitación a traerlos ante Jesús, a poder compartir la carga con Él, a poder volcar todo nuestro caos emocional y espiritual en Él. Hay un gran poder en verbalizar, en ventilar. Los miedos, como el pecado, crecen en el silencio y pierden poder cuando son verbalizados y compartidos. Hay la promesa de que nos dará descanso y, ciertamente, ¡Cuánto descanso necesitan nuestras mentes y nuestros corazones en este tiempo tan duro y complejo! Vayamos, pues, a Él. Vayamos tantas veces como lo necesitamos. Vayamos con lo que hay, sin vergüenza ni desconfianza y experimentemos su paz.


¿Qué cargas debes llevar hoy a Jesús?


Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)


No hay duda que la crisis del COVID 19 está cargando nuestras mentes y nuestras almas. Mental, emocional y espiritualmente cada día de confinamiento, cada noticia sobre la situación sanitaria, social y económica, añaden peso, un peso que no podemos evitar, que es real y, sobre todo, que es normal y es humano el vivirlo y experimentarlo. Sólo aquellos que son de plástico no se cansan, no se cargan, no se sienten angustiados permanentemente o puntualmente. Si esa no fuera una realidad humana Jesús no nos hubiera dejado este mensaje que es una mezcla de invitación y promesa.

Es una invitación a ser auténticos y vulnerables; a no tener que negar o reprimir esos estados emocionales y espirituales, a no avergonzarnos de ellos. Es una invitación a traerlos ante Jesús, a poder compartir la carga con Él, a poder volcar todo nuestro caos emocional y espiritual en Él. Hay un gran poder en verbalizar, en ventilar. Los miedos, como el pecado, crecen en el silencio y pierden poder cuando son verbalizados y compartidos. Hay la promesa de que nos dará descanso y, ciertamente, ¡Cuánto descanso necesitan nuestras mentes y nuestros corazones en este tiempo tan duro y complejo! Vayamos, pues, a Él. Vayamos tantas veces como lo necesitamos. Vayamos con lo que hay, sin vergüenza ni desconfianza y experimentemos su paz.


¿Qué cargas debes llevar hoy a Jesús?


Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28)


No hay duda que la crisis del COVID 19 está cargando nuestras mentes y nuestras almas. Mental, emocional y espiritualmente cada día de confinamiento, cada noticia sobre la situación sanitaria, social y económica, añaden peso, un peso que no podemos evitar, que es real y, sobre todo, que es normal y es humano el vivirlo y experimentarlo. Sólo aquellos que son de plástico no se cansan, no se cargan, no se sienten angustiados permanentemente o puntualmente. Si esa no fuera una realidad humana Jesús no nos hubiera dejado este mensaje que es una mezcla de invitación y promesa.

Es una invitación a ser auténticos y vulnerables; a no tener que negar o reprimir esos estados emocionales y espirituales, a no avergonzarnos de ellos. Es una invitación a traerlos ante Jesús, a poder compartir la carga con Él, a poder volcar todo nuestro caos emocional y espiritual en Él. Hay un gran poder en verbalizar, en ventilar. Los miedos, como el pecado, crecen en el silencio y pierden poder cuando son verbalizados y compartidos. Hay la promesa de que nos dará descanso y, ciertamente, ¡Cuánto descanso necesitan nuestras mentes y nuestros corazones en este tiempo tan duro y complejo! Vayamos, pues, a Él. Vayamos tantas veces como lo necesitamos. Vayamos con lo que hay, sin vergüenza ni desconfianza y experimentemos su paz.


¿Qué cargas debes llevar hoy a Jesús?