Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a tener contentamiento en cualquier circunstancia.  (Filipenses 4:11)


Aprender a tener contentamiento no es tarea fácil. Como todo aprendizaje es un proceso y eso exige tiempo, intencionalidad y dedicación. Hay aprendizajes que se asumen con más rapidez que otros. Uno se acostumbra rápidamente a vivir de forma holgada; no es tan fácil acostumbrarse a vivir con privación y restricciones. A nuestro cerebro le cuesta mucho más aceptar esos nuevos patrones de conducta, esa nueva manera de afrontar la vida y, al mismo tiempo, continuar teniendo un sentido de satisfacción y plenitud.

Pienso que la nueva realidad que vendrá tras la pandemia nos exigirá un aprendizaje rápido e intensivo del contentamiento. He aquí, pues, algunos simples consejos que nos pueden ayudar. Primero, practicar el agradecimiento a Dios cada día. El agradecimiento nos ayuda a estar centrados en todo aquello que tenemos y recibimos del Señor en vez de estar enfocados en las carencias. Segundo, en medio de las circunstancias adversas busca a Dios. Él ha prometido su presencia en medio del valle de sombra de muerte. Tercero, no pierdas la perspectiva eterna. No permitas que el árbol de la vida te impida ver el bosque de la eternidad. Lo que vemos y experimentamos no es toda la realidad que existe.

¿Cuál o cuáles de esos tres pasos deberías incorporar?



Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a tener contentamiento en cualquier circunstancia.  (Filipenses 4:11)


Aprender a tener contentamiento no es tarea fácil. Como todo aprendizaje es un proceso y eso exige tiempo, intencionalidad y dedicación. Hay aprendizajes que se asumen con más rapidez que otros. Uno se acostumbra rápidamente a vivir de forma holgada; no es tan fácil acostumbrarse a vivir con privación y restricciones. A nuestro cerebro le cuesta mucho más aceptar esos nuevos patrones de conducta, esa nueva manera de afrontar la vida y, al mismo tiempo, continuar teniendo un sentido de satisfacción y plenitud.

Pienso que la nueva realidad que vendrá tras la pandemia nos exigirá un aprendizaje rápido e intensivo del contentamiento. He aquí, pues, algunos simples consejos que nos pueden ayudar. Primero, practicar el agradecimiento a Dios cada día. El agradecimiento nos ayuda a estar centrados en todo aquello que tenemos y recibimos del Señor en vez de estar enfocados en las carencias. Segundo, en medio de las circunstancias adversas busca a Dios. Él ha prometido su presencia en medio del valle de sombra de muerte. Tercero, no pierdas la perspectiva eterna. No permitas que el árbol de la vida te impida ver el bosque de la eternidad. Lo que vemos y experimentamos no es toda la realidad que existe.

¿Cuál o cuáles de esos tres pasos deberías incorporar?



Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a tener contentamiento en cualquier circunstancia.  (Filipenses 4:11)


Aprender a tener contentamiento no es tarea fácil. Como todo aprendizaje es un proceso y eso exige tiempo, intencionalidad y dedicación. Hay aprendizajes que se asumen con más rapidez que otros. Uno se acostumbra rápidamente a vivir de forma holgada; no es tan fácil acostumbrarse a vivir con privación y restricciones. A nuestro cerebro le cuesta mucho más aceptar esos nuevos patrones de conducta, esa nueva manera de afrontar la vida y, al mismo tiempo, continuar teniendo un sentido de satisfacción y plenitud.

Pienso que la nueva realidad que vendrá tras la pandemia nos exigirá un aprendizaje rápido e intensivo del contentamiento. He aquí, pues, algunos simples consejos que nos pueden ayudar. Primero, practicar el agradecimiento a Dios cada día. El agradecimiento nos ayuda a estar centrados en todo aquello que tenemos y recibimos del Señor en vez de estar enfocados en las carencias. Segundo, en medio de las circunstancias adversas busca a Dios. Él ha prometido su presencia en medio del valle de sombra de muerte. Tercero, no pierdas la perspectiva eterna. No permitas que el árbol de la vida te impida ver el bosque de la eternidad. Lo que vemos y experimentamos no es toda la realidad que existe.

¿Cuál o cuáles de esos tres pasos deberías incorporar?