A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. (Mateo 9:13)


Dios, en la persona de Jesús, afirma que su deseo es misericordia y no sacrificios. Probablemente el equivalente contemporáneo sería misericordia quiero y no reuniones de adoración y alabanza. Dios está haciendo explícitas sus expectativas con relación a su pueblo. Sorprende que nosotros seamos tan pertinaces en continuar ofreciéndole a nuestro Señor aquello que no es prioritario para Él mientras que tranquilamente desechamos sus demandas. No tengo la más mínima duda que habrá personas que al leer mis líneas anteriores reaccionarán. No estoy afirmando que la adoración y la alabanza sean malas ¡Para nada! El propio Jesús nos enseñó la sabia actitud de que una cosa es necesario hacer sin dejar de hacer la otra. Lo que afirmo es que si hemos de priorizar una cosa sobre la otra las palabras del Maestro no dejan lugar a dudas, la misericordia es prioritaria. Dios lo declara tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Él lo afirma, no yo. Si alguien no está de acuerdo sería bueno clarificarlo con el emisor del mensaje. Nunca es buena política matar al mensajero porque no nos guste el mensaje. No es buena política pero es algo habitual. El mensajero es vulnerable y podemos hacer con él lo que no podemos o no nos atrevemos a hacer con el emisor.

La misericordia está siempre orientada a nuestro prójimo. Por tanto, nos compromete. La adoración y la alabanza no nos comprometen necesariamente a nada. Puedo cantar, elevar salmos, alzar mis manos, poner cara de circunstancias y concentración espiritual y, al salir del lugar de cultos, seguir como si nada y sin ningún tipo de compromiso hacia mi prójimo necesitado. Pero no puedo sentir misericordia sin actuar. Ésta siempre lleva a la acción orientada al otro, de lo contrario no es auténtica misericordia, es simplemente sentimentalismo, pura emoción carente de significado. Santiago, el hermano de Jesús, y un pragmático de mucho cuidado ya afirmó que la auténtica religión pasa por el compromiso con el prójimo vulnerable y necesitado. Sinceramente pienso que es más fácil optar por la adoración que por la misericordia. La primera es una opción menos arriesgada y mejor valorada en la iglesia contemporánea. Tal vez nuevamente cobra sentido para nuestra realidad actual las palabras del Señor cuando afirmó: "Este pueblo con sus labios me adora pero su corazón está lejos de mí" Tiene todo el sentido porque el corazón de Dios es pura compasión.


¿Cómo están tus niveles de compasión? ¿Qué efecto debe tener sobre tu vida las palabras del Maestro?








A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. (Mateo 9:13)


Dios, en la persona de Jesús, afirma que su deseo es misericordia y no sacrificios. Probablemente el equivalente contemporáneo sería misericordia quiero y no reuniones de adoración y alabanza. Dios está haciendo explícitas sus expectativas con relación a su pueblo. Sorprende que nosotros seamos tan pertinaces en continuar ofreciéndole a nuestro Señor aquello que no es prioritario para Él mientras que tranquilamente desechamos sus demandas. No tengo la más mínima duda que habrá personas que al leer mis líneas anteriores reaccionarán. No estoy afirmando que la adoración y la alabanza sean malas ¡Para nada! El propio Jesús nos enseñó la sabia actitud de que una cosa es necesario hacer sin dejar de hacer la otra. Lo que afirmo es que si hemos de priorizar una cosa sobre la otra las palabras del Maestro no dejan lugar a dudas, la misericordia es prioritaria. Dios lo declara tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Él lo afirma, no yo. Si alguien no está de acuerdo sería bueno clarificarlo con el emisor del mensaje. Nunca es buena política matar al mensajero porque no nos guste el mensaje. No es buena política pero es algo habitual. El mensajero es vulnerable y podemos hacer con él lo que no podemos o no nos atrevemos a hacer con el emisor.

La misericordia está siempre orientada a nuestro prójimo. Por tanto, nos compromete. La adoración y la alabanza no nos comprometen necesariamente a nada. Puedo cantar, elevar salmos, alzar mis manos, poner cara de circunstancias y concentración espiritual y, al salir del lugar de cultos, seguir como si nada y sin ningún tipo de compromiso hacia mi prójimo necesitado. Pero no puedo sentir misericordia sin actuar. Ésta siempre lleva a la acción orientada al otro, de lo contrario no es auténtica misericordia, es simplemente sentimentalismo, pura emoción carente de significado. Santiago, el hermano de Jesús, y un pragmático de mucho cuidado ya afirmó que la auténtica religión pasa por el compromiso con el prójimo vulnerable y necesitado. Sinceramente pienso que es más fácil optar por la adoración que por la misericordia. La primera es una opción menos arriesgada y mejor valorada en la iglesia contemporánea. Tal vez nuevamente cobra sentido para nuestra realidad actual las palabras del Señor cuando afirmó: "Este pueblo con sus labios me adora pero su corazón está lejos de mí" Tiene todo el sentido porque el corazón de Dios es pura compasión.


¿Cómo están tus niveles de compasión? ¿Qué efecto debe tener sobre tu vida las palabras del Maestro?








A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. (Mateo 9:13)


Dios, en la persona de Jesús, afirma que su deseo es misericordia y no sacrificios. Probablemente el equivalente contemporáneo sería misericordia quiero y no reuniones de adoración y alabanza. Dios está haciendo explícitas sus expectativas con relación a su pueblo. Sorprende que nosotros seamos tan pertinaces en continuar ofreciéndole a nuestro Señor aquello que no es prioritario para Él mientras que tranquilamente desechamos sus demandas. No tengo la más mínima duda que habrá personas que al leer mis líneas anteriores reaccionarán. No estoy afirmando que la adoración y la alabanza sean malas ¡Para nada! El propio Jesús nos enseñó la sabia actitud de que una cosa es necesario hacer sin dejar de hacer la otra. Lo que afirmo es que si hemos de priorizar una cosa sobre la otra las palabras del Maestro no dejan lugar a dudas, la misericordia es prioritaria. Dios lo declara tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Él lo afirma, no yo. Si alguien no está de acuerdo sería bueno clarificarlo con el emisor del mensaje. Nunca es buena política matar al mensajero porque no nos guste el mensaje. No es buena política pero es algo habitual. El mensajero es vulnerable y podemos hacer con él lo que no podemos o no nos atrevemos a hacer con el emisor.

La misericordia está siempre orientada a nuestro prójimo. Por tanto, nos compromete. La adoración y la alabanza no nos comprometen necesariamente a nada. Puedo cantar, elevar salmos, alzar mis manos, poner cara de circunstancias y concentración espiritual y, al salir del lugar de cultos, seguir como si nada y sin ningún tipo de compromiso hacia mi prójimo necesitado. Pero no puedo sentir misericordia sin actuar. Ésta siempre lleva a la acción orientada al otro, de lo contrario no es auténtica misericordia, es simplemente sentimentalismo, pura emoción carente de significado. Santiago, el hermano de Jesús, y un pragmático de mucho cuidado ya afirmó que la auténtica religión pasa por el compromiso con el prójimo vulnerable y necesitado. Sinceramente pienso que es más fácil optar por la adoración que por la misericordia. La primera es una opción menos arriesgada y mejor valorada en la iglesia contemporánea. Tal vez nuevamente cobra sentido para nuestra realidad actual las palabras del Señor cuando afirmó: "Este pueblo con sus labios me adora pero su corazón está lejos de mí" Tiene todo el sentido porque el corazón de Dios es pura compasión.


¿Cómo están tus niveles de compasión? ¿Qué efecto debe tener sobre tu vida las palabras del Maestro?