Puesto que ha confiado en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama (Mateo 27:43)


Este cuadro es de Marc Chagall, un pintor ruso-francés de origen judío, que plasma muchas escenas relacionadas con la vida y, naturalmente, con la muerte de Jesús. En este, como es evidente, se describe la crucifixión de Jesús quien aparece como lo que fue, un judío.

Cuando uno lee un pasaje como este tan conocido parece que sea imposible el encontrar algún matiz nuevo que sorprenda o que alimente la vida espiritual del lector, así que, ¡con ese ánimo me acerqué al pasaje! La sorpresa vino inmediatamente al leer las palabras que he reproducido al comienzo de esta entrada, si Dios ama a Jesús, lo salvará. Tiene todo el sentido y toda la lógica desde una perspectiva puramente humana, sin embargo, la Biblia se caracteriza por romper esa perspectiva por medio de las paradojas del tipo, mejor dar que recibir, perder para ganar, último para ser el primero, humillarse para ser exaltado y, naturalmente, morir para vivir.

La lógica del Reino de los cielos es diferente, funciona con otros parámetros y aquel que no lo acepte verá muchas expectativas insatisfechas y eso, naturalmente, le producirá un alto grado de frustración, incluso ira y enfado.

La lógica del amor ágape, el amor que se usa para describir a Dios, ese amor que es incondicional, que toma la iniciativa, que se plasma en hechos, que no hace discriminación hacia nadie y que es costoso y sacrificial, es la que hace que el Padre, a pesar de amar profundamente a Jesús, no lo salve. Esa es una lógica de entrega, de sacrificio, de pagar el precio para que otros, precisamente otros, puedan experimentar bendición.

La lógica del amor ágape es una lógica de sacrificio en favor de otros, es, en definitiva, la lógica del agente de restauración.


¿Qué lógica gobierna tu vida?