Hermanos, no me fue posible entonces trataros como a personas animadas por el Espíritu; tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. (1 Corintios 3:1)

Pablo describe así a los seguidores de Jesús que formaban parte de la comunidad de Corinto. La verdad es que el infantilismo espiritual sigue siendo una constante en muchas comunidades cristianas a lo largo y ancho de este mundo. El apóstol les llama personas que no están guiadas, animadas por el Espíritu Santo (Supongo que a estas alturas ya entendemos la diferencia entre el hecho de que el Espíritu viva en nosotros y que sea quien nos dirija y determine nuestras conductas cotidianas. Si esta diferencia no está clara podría ser un signo evidente de infantilismo) y personas inmaduras, es decir, poco formadas en su perspectiva (Ayer hablábamos de tener la mente de Cristo), sus valores, sus conductas.

El apóstol también nos indica algunos criterios objetivos que son evidencia de lo anteriormente dicho: incapacidad de ser alimentados con alimentos espirituales sólidos, envidias, rivalidades y bandos, algo, esto último que ya había sido mencionado por Pablo en el capitulo anterior.

Quisiera centrarme en las pautas de alimentación espiritual. El inmaduro se caracteriza por ver el mundo de la fe en blanco y negro. No entiende ni le gustan los grises ni los matices. Todo lo tiene claro y ¡Ay de aquel que no piense, crea y sienta igual!. Lleva muy mal la diversidad y la disensión, se considera depositario de la verdad y su interpretación es la única posible y le da el derecho a juzgar a todos los demás. No puede vivir con las contradicciones, paradojas y tensiones de la Escritura, esto es alimento sólido que sus estómagos espirituales no pueden digerir. 

¿Hay evidencias de infantilismo espiritual en tu vida? ¿Cuáles? ¿Qué vas a hacer al respecto?

 



Hermanos, no me fue posible entonces trataros como a personas animadas por el Espíritu; tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. (1 Corintios 3:1)

Pablo describe así a los seguidores de Jesús que formaban parte de la comunidad de Corinto. La verdad es que el infantilismo espiritual sigue siendo una constante en muchas comunidades cristianas a lo largo y ancho de este mundo. El apóstol les llama personas que no están guiadas, animadas por el Espíritu Santo (Supongo que a estas alturas ya entendemos la diferencia entre el hecho de que el Espíritu viva en nosotros y que sea quien nos dirija y determine nuestras conductas cotidianas. Si esta diferencia no está clara podría ser un signo evidente de infantilismo) y personas inmaduras, es decir, poco formadas en su perspectiva (Ayer hablábamos de tener la mente de Cristo), sus valores, sus conductas.

El apóstol también nos indica algunos criterios objetivos que son evidencia de lo anteriormente dicho: incapacidad de ser alimentados con alimentos espirituales sólidos, envidias, rivalidades y bandos, algo, esto último que ya había sido mencionado por Pablo en el capitulo anterior.

Quisiera centrarme en las pautas de alimentación espiritual. El inmaduro se caracteriza por ver el mundo de la fe en blanco y negro. No entiende ni le gustan los grises ni los matices. Todo lo tiene claro y ¡Ay de aquel que no piense, crea y sienta igual!. Lleva muy mal la diversidad y la disensión, se considera depositario de la verdad y su interpretación es la única posible y le da el derecho a juzgar a todos los demás. No puede vivir con las contradicciones, paradojas y tensiones de la Escritura, esto es alimento sólido que sus estómagos espirituales no pueden digerir. 

¿Hay evidencias de infantilismo espiritual en tu vida? ¿Cuáles? ¿Qué vas a hacer al respecto?

 



Hermanos, no me fue posible entonces trataros como a personas animadas por el Espíritu; tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. (1 Corintios 3:1)

Pablo describe así a los seguidores de Jesús que formaban parte de la comunidad de Corinto. La verdad es que el infantilismo espiritual sigue siendo una constante en muchas comunidades cristianas a lo largo y ancho de este mundo. El apóstol les llama personas que no están guiadas, animadas por el Espíritu Santo (Supongo que a estas alturas ya entendemos la diferencia entre el hecho de que el Espíritu viva en nosotros y que sea quien nos dirija y determine nuestras conductas cotidianas. Si esta diferencia no está clara podría ser un signo evidente de infantilismo) y personas inmaduras, es decir, poco formadas en su perspectiva (Ayer hablábamos de tener la mente de Cristo), sus valores, sus conductas.

El apóstol también nos indica algunos criterios objetivos que son evidencia de lo anteriormente dicho: incapacidad de ser alimentados con alimentos espirituales sólidos, envidias, rivalidades y bandos, algo, esto último que ya había sido mencionado por Pablo en el capitulo anterior.

Quisiera centrarme en las pautas de alimentación espiritual. El inmaduro se caracteriza por ver el mundo de la fe en blanco y negro. No entiende ni le gustan los grises ni los matices. Todo lo tiene claro y ¡Ay de aquel que no piense, crea y sienta igual!. Lleva muy mal la diversidad y la disensión, se considera depositario de la verdad y su interpretación es la única posible y le da el derecho a juzgar a todos los demás. No puede vivir con las contradicciones, paradojas y tensiones de la Escritura, esto es alimento sólido que sus estómagos espirituales no pueden digerir. 

¿Hay evidencias de infantilismo espiritual en tu vida? ¿Cuáles? ¿Qué vas a hacer al respecto?