Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)


Esta afirmación es hecha por Dios justamente después de la creación del ser humano. ¿Qué ha pasado entonces, cómo hemos llegado hasta este punto en que la bondad es difícil de reconocer en la humanidad, qué ha pasado y quedado con la imagen de Dios?

Es aquí donde entra en escena el pecado. El Señor advirtió con rotundidad que si el ser humano desobedecía, se rebelaba contra Él y su autoridad, categóricamente moriría. En las Escrituras muerte tiene la connotación de separación y ruptura y, precisamente, eso es lo que podemos observar que sucede con la experiencia humana después del acto de rebelarse, declararse independiente con respecto al Señor y su autoridad.

Ya he mencionado en varias ocasiones las consecuencias del pecado sobre la experiencia humana; esa cuádruple ruptura o separación que genera. Ruptura con Dios -el hombre se esconde porque tiene miedo-. Ruptura interna, -el hombre comienza su proceso autodestructivo-. Ruptura con otros seres humanos -recordemos el enfrentamiento entre Adán y Eva acerca de la distribución de responsabilidades y posteriormente entre Caín y Abel-. Ruptura con la creación -de administrador a depredador-. El resultado final y dramático es que esa imagen de Dios de la cual éramos portadores queda deteriorada, maltrecha, rota, prácticamente irreconocible. Sin duda, todavía quedan huellas, fragmentos, retazos de la misma, más visible en algunas personas que en otras. Sin embargo, esto no es lo que Dios tuvo en mente. Nosotros somos un proyecto fracasado, un modelo de humanidad que no pudo ser. 

Algo había que hacer al respecto. Dios puso en marcha un plan de restauración de esa imagen y del universo entero. 

¿Qué retazos de la imagen de Dios puedes identificar en tu vida?


Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)


Esta afirmación es hecha por Dios justamente después de la creación del ser humano. ¿Qué ha pasado entonces, cómo hemos llegado hasta este punto en que la bondad es difícil de reconocer en la humanidad, qué ha pasado y quedado con la imagen de Dios?

Es aquí donde entra en escena el pecado. El Señor advirtió con rotundidad que si el ser humano desobedecía, se rebelaba contra Él y su autoridad, categóricamente moriría. En las Escrituras muerte tiene la connotación de separación y ruptura y, precisamente, eso es lo que podemos observar que sucede con la experiencia humana después del acto de rebelarse, declararse independiente con respecto al Señor y su autoridad.

Ya he mencionado en varias ocasiones las consecuencias del pecado sobre la experiencia humana; esa cuádruple ruptura o separación que genera. Ruptura con Dios -el hombre se esconde porque tiene miedo-. Ruptura interna, -el hombre comienza su proceso autodestructivo-. Ruptura con otros seres humanos -recordemos el enfrentamiento entre Adán y Eva acerca de la distribución de responsabilidades y posteriormente entre Caín y Abel-. Ruptura con la creación -de administrador a depredador-. El resultado final y dramático es que esa imagen de Dios de la cual éramos portadores queda deteriorada, maltrecha, rota, prácticamente irreconocible. Sin duda, todavía quedan huellas, fragmentos, retazos de la misma, más visible en algunas personas que en otras. Sin embargo, esto no es lo que Dios tuvo en mente. Nosotros somos un proyecto fracasado, un modelo de humanidad que no pudo ser. 

Algo había que hacer al respecto. Dios puso en marcha un plan de restauración de esa imagen y del universo entero. 

¿Qué retazos de la imagen de Dios puedes identificar en tu vida?


Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)


Esta afirmación es hecha por Dios justamente después de la creación del ser humano. ¿Qué ha pasado entonces, cómo hemos llegado hasta este punto en que la bondad es difícil de reconocer en la humanidad, qué ha pasado y quedado con la imagen de Dios?

Es aquí donde entra en escena el pecado. El Señor advirtió con rotundidad que si el ser humano desobedecía, se rebelaba contra Él y su autoridad, categóricamente moriría. En las Escrituras muerte tiene la connotación de separación y ruptura y, precisamente, eso es lo que podemos observar que sucede con la experiencia humana después del acto de rebelarse, declararse independiente con respecto al Señor y su autoridad.

Ya he mencionado en varias ocasiones las consecuencias del pecado sobre la experiencia humana; esa cuádruple ruptura o separación que genera. Ruptura con Dios -el hombre se esconde porque tiene miedo-. Ruptura interna, -el hombre comienza su proceso autodestructivo-. Ruptura con otros seres humanos -recordemos el enfrentamiento entre Adán y Eva acerca de la distribución de responsabilidades y posteriormente entre Caín y Abel-. Ruptura con la creación -de administrador a depredador-. El resultado final y dramático es que esa imagen de Dios de la cual éramos portadores queda deteriorada, maltrecha, rota, prácticamente irreconocible. Sin duda, todavía quedan huellas, fragmentos, retazos de la misma, más visible en algunas personas que en otras. Sin embargo, esto no es lo que Dios tuvo en mente. Nosotros somos un proyecto fracasado, un modelo de humanidad que no pudo ser. 

Algo había que hacer al respecto. Dios puso en marcha un plan de restauración de esa imagen y del universo entero. 

¿Qué retazos de la imagen de Dios puedes identificar en tu vida?