Jacob dijo a su familia y a todos los que le acompañaban: Deshaceos de todos los dioses extraños que tengáis. (Génesis 35:2)

Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI, afirmaba que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Desde esta perspectiva podemos acercarnos con la finalidad de hacer hermenéutica de las diferentes culturas, entenderlas mejor preguntándonos cuáles son los dioses una determinada cultura, qué adoran, en pos de que van, que llena sus vidas de sentido, significado y propósito. Ese mismo acercamiento podemos usarlo para comprender mejor a nuestros amigos y las personas que están en los diferentes círculos en los cuales nos movemos. Finalmente, nos lo podemos aplicar a nosotros mismos y tal vez podamos discernir si existen ídolos en nuestras vidas; cosas, personas o experiencias que ocupa o pugnan por ocupar el primer lugar en las mismas.

Jesús vino a decir algo muy similar a las palabras del reformador, donde está tu tesoro allá va tu corazón. Si hacemos el ejercicio de salir de nosotros mismos, vernos en perspectiva a nosotros mismos ¿Qué observamos? ¿Qué nos apasiona? ¿Detrás de qué va nuestro corazón? ¿A quién servimos? A esta última pregunta hay que responder con mucha, mucha precaución porque el mismo Jesús afirmó, citando al profeta Isaías, que podemos servirle de labios para afuera y, sin embargo, su corazón está lejos de Él. El comienzo del año, o de la semana, es siempre una buena oportunidad para hacer limpieza de esos falsos dioses que, como decía anteriormente, se han instalado o pugnan por hacerlo, en nuestros corazones.

¿Ídolos en tu vida? ¿Cuáles son? ¿Qué vas a hacer con ellos?








Jacob dijo a su familia y a todos los que le acompañaban: Deshaceos de todos los dioses extraños que tengáis. (Génesis 35:2)

Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI, afirmaba que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Desde esta perspectiva podemos acercarnos con la finalidad de hacer hermenéutica de las diferentes culturas, entenderlas mejor preguntándonos cuáles son los dioses una determinada cultura, qué adoran, en pos de que van, que llena sus vidas de sentido, significado y propósito. Ese mismo acercamiento podemos usarlo para comprender mejor a nuestros amigos y las personas que están en los diferentes círculos en los cuales nos movemos. Finalmente, nos lo podemos aplicar a nosotros mismos y tal vez podamos discernir si existen ídolos en nuestras vidas; cosas, personas o experiencias que ocupa o pugnan por ocupar el primer lugar en las mismas.

Jesús vino a decir algo muy similar a las palabras del reformador, donde está tu tesoro allá va tu corazón. Si hacemos el ejercicio de salir de nosotros mismos, vernos en perspectiva a nosotros mismos ¿Qué observamos? ¿Qué nos apasiona? ¿Detrás de qué va nuestro corazón? ¿A quién servimos? A esta última pregunta hay que responder con mucha, mucha precaución porque el mismo Jesús afirmó, citando al profeta Isaías, que podemos servirle de labios para afuera y, sin embargo, su corazón está lejos de Él. El comienzo del año, o de la semana, es siempre una buena oportunidad para hacer limpieza de esos falsos dioses que, como decía anteriormente, se han instalado o pugnan por hacerlo, en nuestros corazones.

¿Ídolos en tu vida? ¿Cuáles son? ¿Qué vas a hacer con ellos?








Jacob dijo a su familia y a todos los que le acompañaban: Deshaceos de todos los dioses extraños que tengáis. (Génesis 35:2)

Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI, afirmaba que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Desde esta perspectiva podemos acercarnos con la finalidad de hacer hermenéutica de las diferentes culturas, entenderlas mejor preguntándonos cuáles son los dioses una determinada cultura, qué adoran, en pos de que van, que llena sus vidas de sentido, significado y propósito. Ese mismo acercamiento podemos usarlo para comprender mejor a nuestros amigos y las personas que están en los diferentes círculos en los cuales nos movemos. Finalmente, nos lo podemos aplicar a nosotros mismos y tal vez podamos discernir si existen ídolos en nuestras vidas; cosas, personas o experiencias que ocupa o pugnan por ocupar el primer lugar en las mismas.

Jesús vino a decir algo muy similar a las palabras del reformador, donde está tu tesoro allá va tu corazón. Si hacemos el ejercicio de salir de nosotros mismos, vernos en perspectiva a nosotros mismos ¿Qué observamos? ¿Qué nos apasiona? ¿Detrás de qué va nuestro corazón? ¿A quién servimos? A esta última pregunta hay que responder con mucha, mucha precaución porque el mismo Jesús afirmó, citando al profeta Isaías, que podemos servirle de labios para afuera y, sin embargo, su corazón está lejos de Él. El comienzo del año, o de la semana, es siempre una buena oportunidad para hacer limpieza de esos falsos dioses que, como decía anteriormente, se han instalado o pugnan por hacerlo, en nuestros corazones.

¿Ídolos en tu vida? ¿Cuáles son? ¿Qué vas a hacer con ellos?