Cuando estoy angustiado te llamo porque tú me respondes (Salmo 86:7)


Hay un viejo chiste de un hombre que accidentalmente cayó por un barranco. Afortunadamente, pudo sujetarse de una rama y allí quedó, a salvo de momento y preguntándose cuánto tiempo podría aguantar en esa situación. Recuperado del primer impacto comenzó a pedir auxilio con todas sus fuerzas. Era consciente de lo desierto del paraje y las pocas posibilidades de que en aquel momento alguien estuviera pasando por allí, pero ¡Qué otra cosa podía hacer!.

Siguió gritando y gritando hasta que escuchó una voz poderosa que le dijo: 
-Hijo mío, he oído tu voz, tu petición de auxilio, déjate caer y mis ángeles te recogerán. 
Repuesto de la sorpresa de haber escuchado esa voz y esperanzado preguntó: 
-Pero, ¿quién eres? La voz, respondió:
Soy Dios, déjate caer y, tal y como te he prometido, mis ángeles te recogerán.
El hombre quedó pensativo por un momento y a continuación respondió:
-Muchas gracias, pero ¿hay alguien más por ahí?

Tal vez la historia no es muy buena pero refleja muy bien la actitud que muchos seguidores de Jesús tenemos con relación a la confianza en Él. Si, a nivel intelectual está muy bien creer que está al caso, que sabe lo que necesitamos, que nunca nos dejará ni nos desamparará, etc., etc. Pero, otra cosa diferente es llevarlo a la práctica en la vida cotidiana, ponernos en sus manos cuando estamos en situaciones críticas. Lamentablemente, preguntamos o nos preguntamos si habrá algo o alguien más.

Creo que esta es la simple enseñanza que se desprende del salmo de David. El salmista afirma que cuando está angustiado llama al Señor. La pregunta para nosotros es ¿A quién llamamos cuando estamos angustiados? ¿nos preguntamos consciente o inconscientemente si habrá alguien o algo más?

 



Cuando estoy angustiado te llamo porque tú me respondes (Salmo 86:7)


Hay un viejo chiste de un hombre que accidentalmente cayó por un barranco. Afortunadamente, pudo sujetarse de una rama y allí quedó, a salvo de momento y preguntándose cuánto tiempo podría aguantar en esa situación. Recuperado del primer impacto comenzó a pedir auxilio con todas sus fuerzas. Era consciente de lo desierto del paraje y las pocas posibilidades de que en aquel momento alguien estuviera pasando por allí, pero ¡Qué otra cosa podía hacer!.

Siguió gritando y gritando hasta que escuchó una voz poderosa que le dijo: 
-Hijo mío, he oído tu voz, tu petición de auxilio, déjate caer y mis ángeles te recogerán. 
Repuesto de la sorpresa de haber escuchado esa voz y esperanzado preguntó: 
-Pero, ¿quién eres? La voz, respondió:
Soy Dios, déjate caer y, tal y como te he prometido, mis ángeles te recogerán.
El hombre quedó pensativo por un momento y a continuación respondió:
-Muchas gracias, pero ¿hay alguien más por ahí?

Tal vez la historia no es muy buena pero refleja muy bien la actitud que muchos seguidores de Jesús tenemos con relación a la confianza en Él. Si, a nivel intelectual está muy bien creer que está al caso, que sabe lo que necesitamos, que nunca nos dejará ni nos desamparará, etc., etc. Pero, otra cosa diferente es llevarlo a la práctica en la vida cotidiana, ponernos en sus manos cuando estamos en situaciones críticas. Lamentablemente, preguntamos o nos preguntamos si habrá algo o alguien más.

Creo que esta es la simple enseñanza que se desprende del salmo de David. El salmista afirma que cuando está angustiado llama al Señor. La pregunta para nosotros es ¿A quién llamamos cuando estamos angustiados? ¿nos preguntamos consciente o inconscientemente si habrá alguien o algo más?

 



Cuando estoy angustiado te llamo porque tú me respondes (Salmo 86:7)


Hay un viejo chiste de un hombre que accidentalmente cayó por un barranco. Afortunadamente, pudo sujetarse de una rama y allí quedó, a salvo de momento y preguntándose cuánto tiempo podría aguantar en esa situación. Recuperado del primer impacto comenzó a pedir auxilio con todas sus fuerzas. Era consciente de lo desierto del paraje y las pocas posibilidades de que en aquel momento alguien estuviera pasando por allí, pero ¡Qué otra cosa podía hacer!.

Siguió gritando y gritando hasta que escuchó una voz poderosa que le dijo: 
-Hijo mío, he oído tu voz, tu petición de auxilio, déjate caer y mis ángeles te recogerán. 
Repuesto de la sorpresa de haber escuchado esa voz y esperanzado preguntó: 
-Pero, ¿quién eres? La voz, respondió:
Soy Dios, déjate caer y, tal y como te he prometido, mis ángeles te recogerán.
El hombre quedó pensativo por un momento y a continuación respondió:
-Muchas gracias, pero ¿hay alguien más por ahí?

Tal vez la historia no es muy buena pero refleja muy bien la actitud que muchos seguidores de Jesús tenemos con relación a la confianza en Él. Si, a nivel intelectual está muy bien creer que está al caso, que sabe lo que necesitamos, que nunca nos dejará ni nos desamparará, etc., etc. Pero, otra cosa diferente es llevarlo a la práctica en la vida cotidiana, ponernos en sus manos cuando estamos en situaciones críticas. Lamentablemente, preguntamos o nos preguntamos si habrá algo o alguien más.

Creo que esta es la simple enseñanza que se desprende del salmo de David. El salmista afirma que cuando está angustiado llama al Señor. La pregunta para nosotros es ¿A quién llamamos cuando estamos angustiados? ¿nos preguntamos consciente o inconscientemente si habrá alguien o algo más?