Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:7)


Si entiendo bien estas palabras del Maestro veo que todos los que nos denominamos hijos del Señor tenemos un mandato a ser pacificadores, constructores de la paz. Esto debemos ser pro-activos e intencionales en llevarlo a cabo en todas las áreas y dimensiones de nuestras vida y de nuestros ámbitos de actuación. Eso incluye también las diferentes redes sociales. 

La actuación que algunos seguidores de Jesús tienen en las redes le causarían al apóstol Pablo tanta sorpresa como le causó el caso de incesto en la iglesia de Corintio. Si Pablo leyera lo que se pública, lo que se afirma, lo que se dice, como literalmente se insulta y descalifica en el nombre de Dios y la sana doctrina a hermanos y hermanas por el simple hecho de pensar diferente, ver la Palabra con matices diferentes, hacer énfasis distintos a los nuestros, afirmaría que ¡Cosas como estas no se dan ni siquiera entre los gentiles!.

Creo firme y humildemente que nuestra presencia en las redes se debe caracterizar por buscar la paz, por construir y edificar, por bendecir, por reflejar, en definitiva, el carácter de nuestro Padre que siempre,  siempre, está buscando bendecir a un mundo roto. No tiene el más mínimo sentido que en nombre de la defensa de la sana doctrina y la verdad neguemos el carácter de Dios. El Señor no necesita que nadie lo defienda (Jesús ya afirmó que si así lo quisiera, podría enviar legiones de ángeles), valora más que se le represente reflejando su carácter.

Valdría la pena que antes de lanzar un mensaje al ciberespacio nos preguntáramos a nosotros mismos ¿Edificará? ¿Bendecirá? ¿Promoverá paz en este mundo roto? ¿Lo aprobaría Dios si fuera el editor?  Si no podemos responder afirmativamente a estas preguntas, seguramente es mejor callar pues, como dice la Escritura, hasta el necio pasa por sabio cuando calla.

 



Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:7)


Si entiendo bien estas palabras del Maestro veo que todos los que nos denominamos hijos del Señor tenemos un mandato a ser pacificadores, constructores de la paz. Esto debemos ser pro-activos e intencionales en llevarlo a cabo en todas las áreas y dimensiones de nuestras vida y de nuestros ámbitos de actuación. Eso incluye también las diferentes redes sociales. 

La actuación que algunos seguidores de Jesús tienen en las redes le causarían al apóstol Pablo tanta sorpresa como le causó el caso de incesto en la iglesia de Corintio. Si Pablo leyera lo que se pública, lo que se afirma, lo que se dice, como literalmente se insulta y descalifica en el nombre de Dios y la sana doctrina a hermanos y hermanas por el simple hecho de pensar diferente, ver la Palabra con matices diferentes, hacer énfasis distintos a los nuestros, afirmaría que ¡Cosas como estas no se dan ni siquiera entre los gentiles!.

Creo firme y humildemente que nuestra presencia en las redes se debe caracterizar por buscar la paz, por construir y edificar, por bendecir, por reflejar, en definitiva, el carácter de nuestro Padre que siempre,  siempre, está buscando bendecir a un mundo roto. No tiene el más mínimo sentido que en nombre de la defensa de la sana doctrina y la verdad neguemos el carácter de Dios. El Señor no necesita que nadie lo defienda (Jesús ya afirmó que si así lo quisiera, podría enviar legiones de ángeles), valora más que se le represente reflejando su carácter.

Valdría la pena que antes de lanzar un mensaje al ciberespacio nos preguntáramos a nosotros mismos ¿Edificará? ¿Bendecirá? ¿Promoverá paz en este mundo roto? ¿Lo aprobaría Dios si fuera el editor?  Si no podemos responder afirmativamente a estas preguntas, seguramente es mejor callar pues, como dice la Escritura, hasta el necio pasa por sabio cuando calla.

 



Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:7)


Si entiendo bien estas palabras del Maestro veo que todos los que nos denominamos hijos del Señor tenemos un mandato a ser pacificadores, constructores de la paz. Esto debemos ser pro-activos e intencionales en llevarlo a cabo en todas las áreas y dimensiones de nuestras vida y de nuestros ámbitos de actuación. Eso incluye también las diferentes redes sociales. 

La actuación que algunos seguidores de Jesús tienen en las redes le causarían al apóstol Pablo tanta sorpresa como le causó el caso de incesto en la iglesia de Corintio. Si Pablo leyera lo que se pública, lo que se afirma, lo que se dice, como literalmente se insulta y descalifica en el nombre de Dios y la sana doctrina a hermanos y hermanas por el simple hecho de pensar diferente, ver la Palabra con matices diferentes, hacer énfasis distintos a los nuestros, afirmaría que ¡Cosas como estas no se dan ni siquiera entre los gentiles!.

Creo firme y humildemente que nuestra presencia en las redes se debe caracterizar por buscar la paz, por construir y edificar, por bendecir, por reflejar, en definitiva, el carácter de nuestro Padre que siempre,  siempre, está buscando bendecir a un mundo roto. No tiene el más mínimo sentido que en nombre de la defensa de la sana doctrina y la verdad neguemos el carácter de Dios. El Señor no necesita que nadie lo defienda (Jesús ya afirmó que si así lo quisiera, podría enviar legiones de ángeles), valora más que se le represente reflejando su carácter.

Valdría la pena que antes de lanzar un mensaje al ciberespacio nos preguntáramos a nosotros mismos ¿Edificará? ¿Bendecirá? ¿Promoverá paz en este mundo roto? ¿Lo aprobaría Dios si fuera el editor?  Si no podemos responder afirmativamente a estas preguntas, seguramente es mejor callar pues, como dice la Escritura, hasta el necio pasa por sabio cuando calla.

 



Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:7)


Si entiendo bien estas palabras del Maestro veo que todos los que nos denominamos hijos del Señor tenemos un mandato a ser pacificadores, constructores de la paz. Esto debemos ser pro-activos e intencionales en llevarlo a cabo en todas las áreas y dimensiones de nuestras vida y de nuestros ámbitos de actuación. Eso incluye también las diferentes redes sociales. 

La actuación que algunos seguidores de Jesús tienen en las redes le causarían al apóstol Pablo tanta sorpresa como le causó el caso de incesto en la iglesia de Corintio. Si Pablo leyera lo que se pública, lo que se afirma, lo que se dice, como literalmente se insulta y descalifica en el nombre de Dios y la sana doctrina a hermanos y hermanas por el simple hecho de pensar diferente, ver la Palabra con matices diferentes, hacer énfasis distintos a los nuestros, afirmaría que ¡Cosas como estas no se dan ni siquiera entre los gentiles!.

Creo firme y humildemente que nuestra presencia en las redes se debe caracterizar por buscar la paz, por construir y edificar, por bendecir, por reflejar, en definitiva, el carácter de nuestro Padre que siempre,  siempre, está buscando bendecir a un mundo roto. No tiene el más mínimo sentido que en nombre de la defensa de la sana doctrina y la verdad neguemos el carácter de Dios. El Señor no necesita que nadie lo defienda (Jesús ya afirmó que si así lo quisiera, podría enviar legiones de ángeles), valora más que se le represente reflejando su carácter.

Valdría la pena que antes de lanzar un mensaje al ciberespacio nos preguntáramos a nosotros mismos ¿Edificará? ¿Bendecirá? ¿Promoverá paz en este mundo roto? ¿Lo aprobaría Dios si fuera el editor?  Si no podemos responder afirmativamente a estas preguntas, seguramente es mejor callar pues, como dice la Escritura, hasta el necio pasa por sabio cuando calla.