Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y las buenas obras (Hebreos 10:24)

El sacrificio definitivo de Jesús por nosotros debe llevarnos a vivir de una forma diferente. Todo el resto de la carta a los Hebreos, como acostumbra a pasar con otros libros similares del Nuevo Testamento, está orientando en esa dirección. Tan sólo deseo mencionar aquellos puntos que me resultan más desafiantes.

Cuando el anónimo escritor de la carta habla de amor está refiriéndose al amor ágape, ese amor incondicional, que toma la iniciativa, que se plasma en hechos concretos, que puede llegar a ser costoso y que se plasma en acciones y no única y exclusivamente en bonitas y pomposas declaraciones; este tipo de amor está muy bien expresado en el refrán castellano: "obras son amores y no buenas razones". El amor ágape, en definitiva, siempre está orientando al bien del otro y en el Nuevo Testamento acostumbra a usarse para describir las relaciones entre los seguidores de Jesús. No sería pues equivocado afirmar que el autor nos está diciendo que nos estimulemos los unos a los otros en ser intencionales en hacer bien mutuamente. 

Por otra parte la práctica de las buenas obras, el hacer el bien, en el contexto bíblico está orientado hacia nuestro prójimo; sin pararnos a pensar si lo merece o no, es digno o no, es seguidor de Jesús o no. Las buenas obras tienen que ver con la imitación de nuestro Padre que, de forma indiscriminada, busca el bien de toda la humanidad. Tienen que ver con unirnos a su deseo de paliar, por poco que sea, los efectos del pecado sobre una humanidad caída. Cada vez que hacemos el bien el Reino avanza, el mal retrocede y Dios es imitado. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados y rescatados por Jesús. En definitiva la exhortación es a hacer el bien a los de dentro y a los de fuera.


¿En qué medida tu vida está caracterizada por esta doble dimensión de la práctica del bien? ¿Cómo te evaluarías de 0 a 10?










Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y las buenas obras (Hebreos 10:24)

El sacrificio definitivo de Jesús por nosotros debe llevarnos a vivir de una forma diferente. Todo el resto de la carta a los Hebreos, como acostumbra a pasar con otros libros similares del Nuevo Testamento, está orientando en esa dirección. Tan sólo deseo mencionar aquellos puntos que me resultan más desafiantes.

Cuando el anónimo escritor de la carta habla de amor está refiriéndose al amor ágape, ese amor incondicional, que toma la iniciativa, que se plasma en hechos concretos, que puede llegar a ser costoso y que se plasma en acciones y no única y exclusivamente en bonitas y pomposas declaraciones; este tipo de amor está muy bien expresado en el refrán castellano: "obras son amores y no buenas razones". El amor ágape, en definitiva, siempre está orientando al bien del otro y en el Nuevo Testamento acostumbra a usarse para describir las relaciones entre los seguidores de Jesús. No sería pues equivocado afirmar que el autor nos está diciendo que nos estimulemos los unos a los otros en ser intencionales en hacer bien mutuamente. 

Por otra parte la práctica de las buenas obras, el hacer el bien, en el contexto bíblico está orientado hacia nuestro prójimo; sin pararnos a pensar si lo merece o no, es digno o no, es seguidor de Jesús o no. Las buenas obras tienen que ver con la imitación de nuestro Padre que, de forma indiscriminada, busca el bien de toda la humanidad. Tienen que ver con unirnos a su deseo de paliar, por poco que sea, los efectos del pecado sobre una humanidad caída. Cada vez que hacemos el bien el Reino avanza, el mal retrocede y Dios es imitado. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados y rescatados por Jesús. En definitiva la exhortación es a hacer el bien a los de dentro y a los de fuera.


¿En qué medida tu vida está caracterizada por esta doble dimensión de la práctica del bien? ¿Cómo te evaluarías de 0 a 10?










Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y las buenas obras (Hebreos 10:24)

El sacrificio definitivo de Jesús por nosotros debe llevarnos a vivir de una forma diferente. Todo el resto de la carta a los Hebreos, como acostumbra a pasar con otros libros similares del Nuevo Testamento, está orientando en esa dirección. Tan sólo deseo mencionar aquellos puntos que me resultan más desafiantes.

Cuando el anónimo escritor de la carta habla de amor está refiriéndose al amor ágape, ese amor incondicional, que toma la iniciativa, que se plasma en hechos concretos, que puede llegar a ser costoso y que se plasma en acciones y no única y exclusivamente en bonitas y pomposas declaraciones; este tipo de amor está muy bien expresado en el refrán castellano: "obras son amores y no buenas razones". El amor ágape, en definitiva, siempre está orientando al bien del otro y en el Nuevo Testamento acostumbra a usarse para describir las relaciones entre los seguidores de Jesús. No sería pues equivocado afirmar que el autor nos está diciendo que nos estimulemos los unos a los otros en ser intencionales en hacer bien mutuamente. 

Por otra parte la práctica de las buenas obras, el hacer el bien, en el contexto bíblico está orientado hacia nuestro prójimo; sin pararnos a pensar si lo merece o no, es digno o no, es seguidor de Jesús o no. Las buenas obras tienen que ver con la imitación de nuestro Padre que, de forma indiscriminada, busca el bien de toda la humanidad. Tienen que ver con unirnos a su deseo de paliar, por poco que sea, los efectos del pecado sobre una humanidad caída. Cada vez que hacemos el bien el Reino avanza, el mal retrocede y Dios es imitado. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados y rescatados por Jesús. En definitiva la exhortación es a hacer el bien a los de dentro y a los de fuera.


¿En qué medida tu vida está caracterizada por esta doble dimensión de la práctica del bien? ¿Cómo te evaluarías de 0 a 10?










Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y las buenas obras (Hebreos 10:24)

El sacrificio definitivo de Jesús por nosotros debe llevarnos a vivir de una forma diferente. Todo el resto de la carta a los Hebreos, como acostumbra a pasar con otros libros similares del Nuevo Testamento, está orientando en esa dirección. Tan sólo deseo mencionar aquellos puntos que me resultan más desafiantes.

Cuando el anónimo escritor de la carta habla de amor está refiriéndose al amor ágape, ese amor incondicional, que toma la iniciativa, que se plasma en hechos concretos, que puede llegar a ser costoso y que se plasma en acciones y no única y exclusivamente en bonitas y pomposas declaraciones; este tipo de amor está muy bien expresado en el refrán castellano: "obras son amores y no buenas razones". El amor ágape, en definitiva, siempre está orientando al bien del otro y en el Nuevo Testamento acostumbra a usarse para describir las relaciones entre los seguidores de Jesús. No sería pues equivocado afirmar que el autor nos está diciendo que nos estimulemos los unos a los otros en ser intencionales en hacer bien mutuamente. 

Por otra parte la práctica de las buenas obras, el hacer el bien, en el contexto bíblico está orientado hacia nuestro prójimo; sin pararnos a pensar si lo merece o no, es digno o no, es seguidor de Jesús o no. Las buenas obras tienen que ver con la imitación de nuestro Padre que, de forma indiscriminada, busca el bien de toda la humanidad. Tienen que ver con unirnos a su deseo de paliar, por poco que sea, los efectos del pecado sobre una humanidad caída. Cada vez que hacemos el bien el Reino avanza, el mal retrocede y Dios es imitado. Al fin y al cabo para eso hemos sido salvados y rescatados por Jesús. En definitiva la exhortación es a hacer el bien a los de dentro y a los de fuera.


¿En qué medida tu vida está caracterizada por esta doble dimensión de la práctica del bien? ¿Cómo te evaluarías de 0 a 10?