Dios ha delimitado, como vimos ayer, el terreno de juego -que sea del Señor la persona con la que decidas tener un proyecto de vida-. Dentro de esos límites tienes total libertad para escoger, pero, cuanto mejor conozcas al Dios de la Biblia mejores y mayores criterios tendrás para hacer una elección correcta.

Ya hemos visto que un primer criterio es que comparta la fe contigo. Será muy difícil armar un proyecto de vida cuando el Señor no es el centro de las personas y, por ende, de la relación. No obstante, ser cristiano no garantiza nada. Por ejemplo, no es el conocimiento sobre la importancia del perdón -básico en una relación de pareja- lo que ayudará a construir, sino la práctica del mismo, y esto, con frecuencia es doloroso.

El profeta Amós habla acerca de la dificultad de que dos personas anden juntas si no están de acuerdo. ¿Qué proyecto de vida quiere desarrollar la otra persona? ¿Qué prioridades tienes? ¿Cuáles son sus valores? ¿Son compatibles ambos proyectos, pueden combinarse en uno solo? Aunque dos personas sean seguidoras de Jesús eso no implican que vivan la vida de la misma forma y quieran tener el mismo proyecto. ¿Nos podemos imaginar con esta persona dentro de veinte o treinta años?

La compatibilidad de caracteres es otro criterio a tener en cuenta. El tiempo de noviazgo, precisamente, nos permite ver hasta que punto será posible construir un proyecto juntos. Todo y ser cristianos e incluso tener el mismo enfoque en cuanto a la vida no garantiza que nuestra química personal vaya a funcionar y, a menudo, hay evidencias que lo indican. El comentario honesto de gente que nos ama puede ayudarnos a ver esos puntos ciegos que el enamoramiento nos impide ver.

En definitiva, usa el sentido común. Usa el discernimiento espiritual para ver la compatibilidad, el tipo de proyecto de vida del otro y qué lugar ocupa el Señor en su vida y en la tuya. Finalmente, tras 43 años de casado puedo decirte que el éxito no depende de haber acertado en la elección, sino en construir día a día.





 



Dios ha delimitado, como vimos ayer, el terreno de juego -que sea del Señor la persona con la que decidas tener un proyecto de vida-. Dentro de esos límites tienes total libertad para escoger, pero, cuanto mejor conozcas al Dios de la Biblia mejores y mayores criterios tendrás para hacer una elección correcta.

Ya hemos visto que un primer criterio es que comparta la fe contigo. Será muy difícil armar un proyecto de vida cuando el Señor no es el centro de las personas y, por ende, de la relación. No obstante, ser cristiano no garantiza nada. Por ejemplo, no es el conocimiento sobre la importancia del perdón -básico en una relación de pareja- lo que ayudará a construir, sino la práctica del mismo, y esto, con frecuencia es doloroso.

El profeta Amós habla acerca de la dificultad de que dos personas anden juntas si no están de acuerdo. ¿Qué proyecto de vida quiere desarrollar la otra persona? ¿Qué prioridades tienes? ¿Cuáles son sus valores? ¿Son compatibles ambos proyectos, pueden combinarse en uno solo? Aunque dos personas sean seguidoras de Jesús eso no implican que vivan la vida de la misma forma y quieran tener el mismo proyecto. ¿Nos podemos imaginar con esta persona dentro de veinte o treinta años?

La compatibilidad de caracteres es otro criterio a tener en cuenta. El tiempo de noviazgo, precisamente, nos permite ver hasta que punto será posible construir un proyecto juntos. Todo y ser cristianos e incluso tener el mismo enfoque en cuanto a la vida no garantiza que nuestra química personal vaya a funcionar y, a menudo, hay evidencias que lo indican. El comentario honesto de gente que nos ama puede ayudarnos a ver esos puntos ciegos que el enamoramiento nos impide ver.

En definitiva, usa el sentido común. Usa el discernimiento espiritual para ver la compatibilidad, el tipo de proyecto de vida del otro y qué lugar ocupa el Señor en su vida y en la tuya. Finalmente, tras 43 años de casado puedo decirte que el éxito no depende de haber acertado en la elección, sino en construir día a día.





 



Dios ha delimitado, como vimos ayer, el terreno de juego -que sea del Señor la persona con la que decidas tener un proyecto de vida-. Dentro de esos límites tienes total libertad para escoger, pero, cuanto mejor conozcas al Dios de la Biblia mejores y mayores criterios tendrás para hacer una elección correcta.

Ya hemos visto que un primer criterio es que comparta la fe contigo. Será muy difícil armar un proyecto de vida cuando el Señor no es el centro de las personas y, por ende, de la relación. No obstante, ser cristiano no garantiza nada. Por ejemplo, no es el conocimiento sobre la importancia del perdón -básico en una relación de pareja- lo que ayudará a construir, sino la práctica del mismo, y esto, con frecuencia es doloroso.

El profeta Amós habla acerca de la dificultad de que dos personas anden juntas si no están de acuerdo. ¿Qué proyecto de vida quiere desarrollar la otra persona? ¿Qué prioridades tienes? ¿Cuáles son sus valores? ¿Son compatibles ambos proyectos, pueden combinarse en uno solo? Aunque dos personas sean seguidoras de Jesús eso no implican que vivan la vida de la misma forma y quieran tener el mismo proyecto. ¿Nos podemos imaginar con esta persona dentro de veinte o treinta años?

La compatibilidad de caracteres es otro criterio a tener en cuenta. El tiempo de noviazgo, precisamente, nos permite ver hasta que punto será posible construir un proyecto juntos. Todo y ser cristianos e incluso tener el mismo enfoque en cuanto a la vida no garantiza que nuestra química personal vaya a funcionar y, a menudo, hay evidencias que lo indican. El comentario honesto de gente que nos ama puede ayudarnos a ver esos puntos ciegos que el enamoramiento nos impide ver.

En definitiva, usa el sentido común. Usa el discernimiento espiritual para ver la compatibilidad, el tipo de proyecto de vida del otro y qué lugar ocupa el Señor en su vida y en la tuya. Finalmente, tras 43 años de casado puedo decirte que el éxito no depende de haber acertado en la elección, sino en construir día a día.