Jesús nació en Belén un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes. Por entonces llegaron a Jerusalén, procedentes de Oriente, unos sabios. (Mateo 2:1)

Poco sabemos acerca de estos hombres sabios; ni siquiera su número. Es la tradición, tal vez porque ofrecieron tres presentes, que nos ha hecho pensar que eran tres. Sólo sabemos que procedían de Oriente, posiblemente de la zona del actual país de Irán y que se dedicaban al estudio de los astros. En la antigüedad había la creencia que el nacimiento de un rey excepcional estaba marcado por la aparición de una estrella, en este caso probablemente un cometa. 

Pero si hay algo destacable en ellos. Algo evidente a primera vista. Digno de ser imitado por nosotros, su intencionalidad en buscar a Jesús. La intencionalidad es un acto de la voluntad de ir en pos de algo o alguien, de obtenerlo, de lograrlo. La intencionalidad implica proactividad y no pasividad, acción en vez de reacción. Ellos supieron, tuvieron evidencia del nacimiento del rey y emprendieron un largo y peligroso viaje, lleno de incertidumbres, porque deseaban conocer y adorar al recién nacido Rey.

Mas allá del folclore creado alrededor de los reyes magos y la alegría infantil que producen, podemos rescatar e imitar su intencionalidad en buscar a Jesús y su disponibilidad a pagar el precio y vencer los obstáculos para lograrlo. Alrededor de los sabios de Oriente se han construido muchos mitos. También alrededor de la vida cristiana. Uno de estos, y extremadamente peligroso y dañino por sus consecuencias, es que es posible conocer a Jesús sin esfuerzo, parecernos a Él sin intención ni trabajo, que su carácter se nos pegara por ósmosis simplemente por aparecer por ese espacio físico que llamamos iglesia una vez a la semana o incluso menos.

¿Cuán intencionalmente buscas a Jesús?

 



Jesús nació en Belén un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes. Por entonces llegaron a Jerusalén, procedentes de Oriente, unos sabios. (Mateo 2:1)

Poco sabemos acerca de estos hombres sabios; ni siquiera su número. Es la tradición, tal vez porque ofrecieron tres presentes, que nos ha hecho pensar que eran tres. Sólo sabemos que procedían de Oriente, posiblemente de la zona del actual país de Irán y que se dedicaban al estudio de los astros. En la antigüedad había la creencia que el nacimiento de un rey excepcional estaba marcado por la aparición de una estrella, en este caso probablemente un cometa. 

Pero si hay algo destacable en ellos. Algo evidente a primera vista. Digno de ser imitado por nosotros, su intencionalidad en buscar a Jesús. La intencionalidad es un acto de la voluntad de ir en pos de algo o alguien, de obtenerlo, de lograrlo. La intencionalidad implica proactividad y no pasividad, acción en vez de reacción. Ellos supieron, tuvieron evidencia del nacimiento del rey y emprendieron un largo y peligroso viaje, lleno de incertidumbres, porque deseaban conocer y adorar al recién nacido Rey.

Mas allá del folclore creado alrededor de los reyes magos y la alegría infantil que producen, podemos rescatar e imitar su intencionalidad en buscar a Jesús y su disponibilidad a pagar el precio y vencer los obstáculos para lograrlo. Alrededor de los sabios de Oriente se han construido muchos mitos. También alrededor de la vida cristiana. Uno de estos, y extremadamente peligroso y dañino por sus consecuencias, es que es posible conocer a Jesús sin esfuerzo, parecernos a Él sin intención ni trabajo, que su carácter se nos pegara por ósmosis simplemente por aparecer por ese espacio físico que llamamos iglesia una vez a la semana o incluso menos.

¿Cuán intencionalmente buscas a Jesús?

 



Jesús nació en Belén un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes. Por entonces llegaron a Jerusalén, procedentes de Oriente, unos sabios. (Mateo 2:1)

Poco sabemos acerca de estos hombres sabios; ni siquiera su número. Es la tradición, tal vez porque ofrecieron tres presentes, que nos ha hecho pensar que eran tres. Sólo sabemos que procedían de Oriente, posiblemente de la zona del actual país de Irán y que se dedicaban al estudio de los astros. En la antigüedad había la creencia que el nacimiento de un rey excepcional estaba marcado por la aparición de una estrella, en este caso probablemente un cometa. 

Pero si hay algo destacable en ellos. Algo evidente a primera vista. Digno de ser imitado por nosotros, su intencionalidad en buscar a Jesús. La intencionalidad es un acto de la voluntad de ir en pos de algo o alguien, de obtenerlo, de lograrlo. La intencionalidad implica proactividad y no pasividad, acción en vez de reacción. Ellos supieron, tuvieron evidencia del nacimiento del rey y emprendieron un largo y peligroso viaje, lleno de incertidumbres, porque deseaban conocer y adorar al recién nacido Rey.

Mas allá del folclore creado alrededor de los reyes magos y la alegría infantil que producen, podemos rescatar e imitar su intencionalidad en buscar a Jesús y su disponibilidad a pagar el precio y vencer los obstáculos para lograrlo. Alrededor de los sabios de Oriente se han construido muchos mitos. También alrededor de la vida cristiana. Uno de estos, y extremadamente peligroso y dañino por sus consecuencias, es que es posible conocer a Jesús sin esfuerzo, parecernos a Él sin intención ni trabajo, que su carácter se nos pegara por ósmosis simplemente por aparecer por ese espacio físico que llamamos iglesia una vez a la semana o incluso menos.

¿Cuán intencionalmente buscas a Jesús?