Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, pues había oído hablar de él y ya hacía bastante tiempo que quería conocerlo. Además, tenía la esperanza de verle hacer algún milagro. Así que Herodes preguntó muchas cosas a Jesús, pero Jesús no le contestó ni una sola palabra. (Lucas 23:6-12)

Han pasado cerca de dos mil años y hoy en día Jesús sigue despertando una gran curiosidad y fascina- ción en nuestra sociedad. Los estantes de las librerías de la secular y vieja Europa están llenos de nuevos libros acerca de la persona, el mensaje y la identidad de Jesús.

Jesús sigue despertando interés y polémica. Muchos de los que se acercan a la figura del maestro de Nazaret no tienen un genuino interés en conocer quién fue realmente y cuáles son los distintivos de sus enseñanzas, todo esto es completamente secundario. Lo que les atrae es el carácter misterioso, único
y singular de ese enigmático personaje. Esperan que Jesús satisfaga su necesidad de novedad, quieren saber cosas acerca de Él, que les revele misterios ocultos acerca de la vida. Si, además, el Maestro puede hacer algún hecho milagroso para ellos, sería formidable.

Sin embargo, Jesús no tiene ni la obligación, ni la responsabilidad, ni el deseo de satisfacer nuestra curiosidad y fascinación con su persona. Cuando las motivaciones no son genuinas, lo más probable es que recibamos la indiferencia y el silencio del Maestro. A lo largo de los evangelios vemos una y otra vez como Jesús no se dejaba impresionar, ni mucho menos manipular, por las personas. Conocía muy bien el interior de ellas y sabía, como ya hemos visto, discernir las motivaciones más profundas. La

decepción que produce este Jesús que calla y muestra indiferencia puede llevar a muchas personas a re- accionar de una manera violenta e inesperada. La burla, el escarnio, el desprecio hacia el Maestro puede ser la forma en que compensen su orgullo herido.

¿Con qué actitud nos acercamos a Jesús? El Maestro está más que deseoso de hacer conocer cuál es
su voluntad, cuáles son sus deseos y propósitos, sin embargo, sólo lo hará con aquellos que se acercan ante Él con las motivaciones correctas. No con aquellos que desean conocer simplemente por curiosi- dad, sino aquellos que buscan el conocimiento de la voluntad para obedecerla reverentemente, incluso aunque sea costoso y doloroso.

Jesús nos ha revelado una buena parte de su voluntad moral para con nosotros por medio de las Escri- turas. Leyéndolas podemos entender qué desea de nosotros, cuáles son sus expectativas con respecto a nuestras vidas. En la medida en que seamos obedientes a esta voluntad moral general para todo cre- yente, Él nos irá revelando su voluntad específica para nuestras vidas. La obediencia es el mejor camino para que Dios se revele más y más.

Jesús nos ha hablado por medio de su Palabra y nos ha revelado su voluntad moral y general para todo creyente ¿Hasta qué punto la conoces?, ¿Has qué punto la obedeces?

¿Por qué Jesús debería revelar su voluntad específica a aquellos que no desean obedecer su voluntad moral?

¿Por qué la obediencia a la voluntad moral es el camino para conocer la específica?
¿Por qué Dios parece (o realmente lo hace) que guarda silencio, ante las peticiones de muchas personas?


 


Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, pues había oído hablar de él y ya hacía bastante tiempo que quería conocerlo. Además, tenía la esperanza de verle hacer algún milagro. Así que Herodes preguntó muchas cosas a Jesús, pero Jesús no le contestó ni una sola palabra. (Lucas 23:6-12)

Han pasado cerca de dos mil años y hoy en día Jesús sigue despertando una gran curiosidad y fascina- ción en nuestra sociedad. Los estantes de las librerías de la secular y vieja Europa están llenos de nuevos libros acerca de la persona, el mensaje y la identidad de Jesús.

Jesús sigue despertando interés y polémica. Muchos de los que se acercan a la figura del maestro de Nazaret no tienen un genuino interés en conocer quién fue realmente y cuáles son los distintivos de sus enseñanzas, todo esto es completamente secundario. Lo que les atrae es el carácter misterioso, único
y singular de ese enigmático personaje. Esperan que Jesús satisfaga su necesidad de novedad, quieren saber cosas acerca de Él, que les revele misterios ocultos acerca de la vida. Si, además, el Maestro puede hacer algún hecho milagroso para ellos, sería formidable.

Sin embargo, Jesús no tiene ni la obligación, ni la responsabilidad, ni el deseo de satisfacer nuestra curiosidad y fascinación con su persona. Cuando las motivaciones no son genuinas, lo más probable es que recibamos la indiferencia y el silencio del Maestro. A lo largo de los evangelios vemos una y otra vez como Jesús no se dejaba impresionar, ni mucho menos manipular, por las personas. Conocía muy bien el interior de ellas y sabía, como ya hemos visto, discernir las motivaciones más profundas. La

decepción que produce este Jesús que calla y muestra indiferencia puede llevar a muchas personas a re- accionar de una manera violenta e inesperada. La burla, el escarnio, el desprecio hacia el Maestro puede ser la forma en que compensen su orgullo herido.

¿Con qué actitud nos acercamos a Jesús? El Maestro está más que deseoso de hacer conocer cuál es
su voluntad, cuáles son sus deseos y propósitos, sin embargo, sólo lo hará con aquellos que se acercan ante Él con las motivaciones correctas. No con aquellos que desean conocer simplemente por curiosi- dad, sino aquellos que buscan el conocimiento de la voluntad para obedecerla reverentemente, incluso aunque sea costoso y doloroso.

Jesús nos ha revelado una buena parte de su voluntad moral para con nosotros por medio de las Escri- turas. Leyéndolas podemos entender qué desea de nosotros, cuáles son sus expectativas con respecto a nuestras vidas. En la medida en que seamos obedientes a esta voluntad moral general para todo cre- yente, Él nos irá revelando su voluntad específica para nuestras vidas. La obediencia es el mejor camino para que Dios se revele más y más.

Jesús nos ha hablado por medio de su Palabra y nos ha revelado su voluntad moral y general para todo creyente ¿Hasta qué punto la conoces?, ¿Has qué punto la obedeces?

¿Por qué Jesús debería revelar su voluntad específica a aquellos que no desean obedecer su voluntad moral?

¿Por qué la obediencia a la voluntad moral es el camino para conocer la específica?
¿Por qué Dios parece (o realmente lo hace) que guarda silencio, ante las peticiones de muchas personas?


 


Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, pues había oído hablar de él y ya hacía bastante tiempo que quería conocerlo. Además, tenía la esperanza de verle hacer algún milagro. Así que Herodes preguntó muchas cosas a Jesús, pero Jesús no le contestó ni una sola palabra. (Lucas 23:6-12)

Han pasado cerca de dos mil años y hoy en día Jesús sigue despertando una gran curiosidad y fascina- ción en nuestra sociedad. Los estantes de las librerías de la secular y vieja Europa están llenos de nuevos libros acerca de la persona, el mensaje y la identidad de Jesús.

Jesús sigue despertando interés y polémica. Muchos de los que se acercan a la figura del maestro de Nazaret no tienen un genuino interés en conocer quién fue realmente y cuáles son los distintivos de sus enseñanzas, todo esto es completamente secundario. Lo que les atrae es el carácter misterioso, único
y singular de ese enigmático personaje. Esperan que Jesús satisfaga su necesidad de novedad, quieren saber cosas acerca de Él, que les revele misterios ocultos acerca de la vida. Si, además, el Maestro puede hacer algún hecho milagroso para ellos, sería formidable.

Sin embargo, Jesús no tiene ni la obligación, ni la responsabilidad, ni el deseo de satisfacer nuestra curiosidad y fascinación con su persona. Cuando las motivaciones no son genuinas, lo más probable es que recibamos la indiferencia y el silencio del Maestro. A lo largo de los evangelios vemos una y otra vez como Jesús no se dejaba impresionar, ni mucho menos manipular, por las personas. Conocía muy bien el interior de ellas y sabía, como ya hemos visto, discernir las motivaciones más profundas. La

decepción que produce este Jesús que calla y muestra indiferencia puede llevar a muchas personas a re- accionar de una manera violenta e inesperada. La burla, el escarnio, el desprecio hacia el Maestro puede ser la forma en que compensen su orgullo herido.

¿Con qué actitud nos acercamos a Jesús? El Maestro está más que deseoso de hacer conocer cuál es
su voluntad, cuáles son sus deseos y propósitos, sin embargo, sólo lo hará con aquellos que se acercan ante Él con las motivaciones correctas. No con aquellos que desean conocer simplemente por curiosi- dad, sino aquellos que buscan el conocimiento de la voluntad para obedecerla reverentemente, incluso aunque sea costoso y doloroso.

Jesús nos ha revelado una buena parte de su voluntad moral para con nosotros por medio de las Escri- turas. Leyéndolas podemos entender qué desea de nosotros, cuáles son sus expectativas con respecto a nuestras vidas. En la medida en que seamos obedientes a esta voluntad moral general para todo cre- yente, Él nos irá revelando su voluntad específica para nuestras vidas. La obediencia es el mejor camino para que Dios se revele más y más.

Jesús nos ha hablado por medio de su Palabra y nos ha revelado su voluntad moral y general para todo creyente ¿Hasta qué punto la conoces?, ¿Has qué punto la obedeces?

¿Por qué Jesús debería revelar su voluntad específica a aquellos que no desean obedecer su voluntad moral?

¿Por qué la obediencia a la voluntad moral es el camino para conocer la específica?
¿Por qué Dios parece (o realmente lo hace) que guarda silencio, ante las peticiones de muchas personas?