Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se mara- villaron, y dejándole, se fueron. (Mateo 22:15-22)

Uno de los problemas de acercarnos a Jesús es que somos totalmente transparentes ante Él, nos guste o no. Es inútil que intentemos disimular nuestras auténticas motivaciones o razones, el Maestro las conoce perfectamente y no se dejará impresionar por nuestros posibles halagos o nuestra espiritualidad fingida.

Por tanto, esto nos reta a plantearnos con qué motivación nos acercamos a Jesús y a analizar nuestro corazón y nuestras intenciones antes de venir a su presencia. Una vez allí, éstas serán puestas de mani- fiesto y no podremos ocultarlas o justificarlas.

Por otro lado, también es cierto que el corazón del ser humano, tal y como dice la Escritura, es engaño- so; incluso aunque previamente hayamos analizado y meditado en nuestras auténticas intenciones, en ocasiones podemos engañarnos a nosotros mismos de manera muy profunda y ser ignorantes de lo que hay en el fondo de nuestro corazón. Saber que Él sabe puede ser para nosotros la oportunidad de decir- le a Jesús que nos ayude a discernir nuestras auténticas motivaciones, porque tal vez, ni siquiera somos conscientes de ellas. Las palabras del salmo 139: 23 y 24 nos señalan en esa dirección.

Oh Dios,
Examíname, reconoce mi corazón; Ponme a prueba, reconoce
Mis pensamientos;
Mira si voy por el camino del mal, Y guíame por el camino eterno.

¿Hay transparencia en tu vida?
¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya motivaciones, razones o intenciones ocultas? ¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya pecado no confesado en tu vida?
Conoces el carácter de Jesús ¿Has permitido que te impacte y se refleje en ti?



 



Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se mara- villaron, y dejándole, se fueron. (Mateo 22:15-22)

Uno de los problemas de acercarnos a Jesús es que somos totalmente transparentes ante Él, nos guste o no. Es inútil que intentemos disimular nuestras auténticas motivaciones o razones, el Maestro las conoce perfectamente y no se dejará impresionar por nuestros posibles halagos o nuestra espiritualidad fingida.

Por tanto, esto nos reta a plantearnos con qué motivación nos acercamos a Jesús y a analizar nuestro corazón y nuestras intenciones antes de venir a su presencia. Una vez allí, éstas serán puestas de mani- fiesto y no podremos ocultarlas o justificarlas.

Por otro lado, también es cierto que el corazón del ser humano, tal y como dice la Escritura, es engaño- so; incluso aunque previamente hayamos analizado y meditado en nuestras auténticas intenciones, en ocasiones podemos engañarnos a nosotros mismos de manera muy profunda y ser ignorantes de lo que hay en el fondo de nuestro corazón. Saber que Él sabe puede ser para nosotros la oportunidad de decir- le a Jesús que nos ayude a discernir nuestras auténticas motivaciones, porque tal vez, ni siquiera somos conscientes de ellas. Las palabras del salmo 139: 23 y 24 nos señalan en esa dirección.

Oh Dios,
Examíname, reconoce mi corazón; Ponme a prueba, reconoce
Mis pensamientos;
Mira si voy por el camino del mal, Y guíame por el camino eterno.

¿Hay transparencia en tu vida?
¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya motivaciones, razones o intenciones ocultas? ¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya pecado no confesado en tu vida?
Conoces el carácter de Jesús ¿Has permitido que te impacte y se refleje en ti?



 



Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto, se mara- villaron, y dejándole, se fueron. (Mateo 22:15-22)

Uno de los problemas de acercarnos a Jesús es que somos totalmente transparentes ante Él, nos guste o no. Es inútil que intentemos disimular nuestras auténticas motivaciones o razones, el Maestro las conoce perfectamente y no se dejará impresionar por nuestros posibles halagos o nuestra espiritualidad fingida.

Por tanto, esto nos reta a plantearnos con qué motivación nos acercamos a Jesús y a analizar nuestro corazón y nuestras intenciones antes de venir a su presencia. Una vez allí, éstas serán puestas de mani- fiesto y no podremos ocultarlas o justificarlas.

Por otro lado, también es cierto que el corazón del ser humano, tal y como dice la Escritura, es engaño- so; incluso aunque previamente hayamos analizado y meditado en nuestras auténticas intenciones, en ocasiones podemos engañarnos a nosotros mismos de manera muy profunda y ser ignorantes de lo que hay en el fondo de nuestro corazón. Saber que Él sabe puede ser para nosotros la oportunidad de decir- le a Jesús que nos ayude a discernir nuestras auténticas motivaciones, porque tal vez, ni siquiera somos conscientes de ellas. Las palabras del salmo 139: 23 y 24 nos señalan en esa dirección.

Oh Dios,
Examíname, reconoce mi corazón; Ponme a prueba, reconoce
Mis pensamientos;
Mira si voy por el camino del mal, Y guíame por el camino eterno.

¿Hay transparencia en tu vida?
¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya motivaciones, razones o intenciones ocultas? ¿Puedes acercarte a Jesús sin que haya pecado no confesado en tu vida?
Conoces el carácter de Jesús ¿Has permitido que te impacte y se refleje en ti?