Señor, Dios de mi amo Abrahán, haz que me vaya bien en este día y muéstrate bondadoso con mi amo Abrahán. Yo estaré aquí, junto a esta fuente, mientras las muchachas de esta ciudad salen a por agua. La muchacha a quien yo diga: "Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber", y ella me responda: "Bebe y también voy a dar de beber a tus camellos", esa será la que tú has destinado para tu siervo Isaac. Así podré estar seguro que has sido bondadoso con mi amo. (Génesis 24:12-14)


Yo no recomendaría a nadie que siguiera este método para conseguir esposa o esposo o para tomar otro tipo de decisiones. Para mí, personalmente, lo que me parece muy importante de este pasaje es el principio que Eliezer, el criado de Abrahán, nos enseña y no tanto la forma del mismo. Este hombre tiene que llevar a cabo una tarea bien especial, difícil y estratégica para la familia de su amo y, consecuentemente, decide encomendarse al Señor y pedir su dirección e intervención en el asunto. Ese es el fondo de la cuestión -hacer a Dios presente y partícipe en la decisión- ahora bien, la forma ya es otra cuestión. Donde yo vivo no hay ni pozos de agua potable al alcance de la gente ni un tráfico de camellos muy abundante. En mi caso puedo seguir el fondo pero para nada la forma. 

Creo que esta es la gran enseñanza que al mirarme en el espejo de este personaje puedo llevarme, involucrar al Señor en todas aquellas decisiones que son de calado en mi vida, seguir el principio que él siguió aunque no pueda usar la misma forma que el mayordomo de Abrahán puso en práctica. Tendré que encontrar mis propias maneras de entender qué quiere el Señor para mí en medio de una situación dada. Aprender a escuchar la voz de Jesús en medio de mi realidad y mis circunstancias que son únicas y singulares. La Palabra me enseña que me fíe del Señor y no haga caso de mi propia prudencia. Jesús me ha prometido que escucharé su voz y la podré reconocer. También me ha dicho que el Espíritu, quien vive en mí, me guiará a toda la verdad y me enseñará todas las cosas. 

En resumen, yo necesito la dirección y el discernimiento de Dios y Él ha prometido dármelo. Ahora es cuestión de centrarme en el fondo y no en la forma y en aprender, como se aprende cualquier cosa valiosa, a escuchar esa voz en medio de todos los ruidos y contaminación acústica que hay a mi alrededor.


¿Qué situaciones estás viviendo en estos momentos que requieren del discernimiento y la dirección del Señor?



Señor, Dios de mi amo Abrahán, haz que me vaya bien en este día y muéstrate bondadoso con mi amo Abrahán. Yo estaré aquí, junto a esta fuente, mientras las muchachas de esta ciudad salen a por agua. La muchacha a quien yo diga: "Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber", y ella me responda: "Bebe y también voy a dar de beber a tus camellos", esa será la que tú has destinado para tu siervo Isaac. Así podré estar seguro que has sido bondadoso con mi amo. (Génesis 24:12-14)


Yo no recomendaría a nadie que siguiera este método para conseguir esposa o esposo o para tomar otro tipo de decisiones. Para mí, personalmente, lo que me parece muy importante de este pasaje es el principio que Eliezer, el criado de Abrahán, nos enseña y no tanto la forma del mismo. Este hombre tiene que llevar a cabo una tarea bien especial, difícil y estratégica para la familia de su amo y, consecuentemente, decide encomendarse al Señor y pedir su dirección e intervención en el asunto. Ese es el fondo de la cuestión -hacer a Dios presente y partícipe en la decisión- ahora bien, la forma ya es otra cuestión. Donde yo vivo no hay ni pozos de agua potable al alcance de la gente ni un tráfico de camellos muy abundante. En mi caso puedo seguir el fondo pero para nada la forma. 

Creo que esta es la gran enseñanza que al mirarme en el espejo de este personaje puedo llevarme, involucrar al Señor en todas aquellas decisiones que son de calado en mi vida, seguir el principio que él siguió aunque no pueda usar la misma forma que el mayordomo de Abrahán puso en práctica. Tendré que encontrar mis propias maneras de entender qué quiere el Señor para mí en medio de una situación dada. Aprender a escuchar la voz de Jesús en medio de mi realidad y mis circunstancias que son únicas y singulares. La Palabra me enseña que me fíe del Señor y no haga caso de mi propia prudencia. Jesús me ha prometido que escucharé su voz y la podré reconocer. También me ha dicho que el Espíritu, quien vive en mí, me guiará a toda la verdad y me enseñará todas las cosas. 

En resumen, yo necesito la dirección y el discernimiento de Dios y Él ha prometido dármelo. Ahora es cuestión de centrarme en el fondo y no en la forma y en aprender, como se aprende cualquier cosa valiosa, a escuchar esa voz en medio de todos los ruidos y contaminación acústica que hay a mi alrededor.


¿Qué situaciones estás viviendo en estos momentos que requieren del discernimiento y la dirección del Señor?



Señor, Dios de mi amo Abrahán, haz que me vaya bien en este día y muéstrate bondadoso con mi amo Abrahán. Yo estaré aquí, junto a esta fuente, mientras las muchachas de esta ciudad salen a por agua. La muchacha a quien yo diga: "Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber", y ella me responda: "Bebe y también voy a dar de beber a tus camellos", esa será la que tú has destinado para tu siervo Isaac. Así podré estar seguro que has sido bondadoso con mi amo. (Génesis 24:12-14)


Yo no recomendaría a nadie que siguiera este método para conseguir esposa o esposo o para tomar otro tipo de decisiones. Para mí, personalmente, lo que me parece muy importante de este pasaje es el principio que Eliezer, el criado de Abrahán, nos enseña y no tanto la forma del mismo. Este hombre tiene que llevar a cabo una tarea bien especial, difícil y estratégica para la familia de su amo y, consecuentemente, decide encomendarse al Señor y pedir su dirección e intervención en el asunto. Ese es el fondo de la cuestión -hacer a Dios presente y partícipe en la decisión- ahora bien, la forma ya es otra cuestión. Donde yo vivo no hay ni pozos de agua potable al alcance de la gente ni un tráfico de camellos muy abundante. En mi caso puedo seguir el fondo pero para nada la forma. 

Creo que esta es la gran enseñanza que al mirarme en el espejo de este personaje puedo llevarme, involucrar al Señor en todas aquellas decisiones que son de calado en mi vida, seguir el principio que él siguió aunque no pueda usar la misma forma que el mayordomo de Abrahán puso en práctica. Tendré que encontrar mis propias maneras de entender qué quiere el Señor para mí en medio de una situación dada. Aprender a escuchar la voz de Jesús en medio de mi realidad y mis circunstancias que son únicas y singulares. La Palabra me enseña que me fíe del Señor y no haga caso de mi propia prudencia. Jesús me ha prometido que escucharé su voz y la podré reconocer. También me ha dicho que el Espíritu, quien vive en mí, me guiará a toda la verdad y me enseñará todas las cosas. 

En resumen, yo necesito la dirección y el discernimiento de Dios y Él ha prometido dármelo. Ahora es cuestión de centrarme en el fondo y no en la forma y en aprender, como se aprende cualquier cosa valiosa, a escuchar esa voz en medio de todos los ruidos y contaminación acústica que hay a mi alrededor.


¿Qué situaciones estás viviendo en estos momentos que requieren del discernimiento y la dirección del Señor?