Así que, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. (Mateo 5:29-30)


¡Duras estas palabras de Jesús! ¿Deberían ser tomadas al pie de la letra! Sabemos que a lo largo de la historia han habido personas que así lo han interpretado; también sabemos que eso no ha solucionado el problema porque, como nos dice el versículo anterior, la raíz del mismo radica en el corazón; los diferentes miembros del cuerpo simplemente ejecutan aquello que se gesta, crece y, posteriormente, brota del corazón. ¿Cuál es pues la alternativa? ¿Qué podemos hacer?

Cada ser humano es único y singular; respondemos a estímulos diferentes; cada uno de nosotros tiene áreas o aspectos de vulnerabilidad distintos. Creo que este pasaje es una invitación a ser más concienzudos en identificarlos; pararnos a pensar sobre nosotros mismos y tratar de ver dónde está nuestra ocasión para el pecado. Porque precisamente esa ocasión será potencialmente nuestra piedra de tropieza; será donde más fácilmente tendremos la tendencia a pecar, a dejarnos llevar, a rebelarnos contra el Señor. Para algunos de nosotros puede tratarse de aspectos físicos; para otros pueden ser motivaciones, actitudes, prioridades, valores, conductas, acciones u omisiones. Cada uno tiene que identificar, como indica Jesús, sus ocasiones de pecado.

Una vez identificadas el siguiente paso es qué hacer con ellas. Lo que deduzco de la lectura del pasaje es que hemos de incidir sobre estas ocasiones, hemos de actuar sobre las mismas y hemos de hacerlo de forma radical, intencional, conscientes de lo que nos traemos entre manos; así interpreto las palabras del Maestro cuando afirma: "cortar y arrojar". Entiendo que esos detonantes no van a desaparecer simplemente porque los ignoremos; pero tampoco lo harán porque los hayamos identificado; han de ser cortados y arrojados fuera. Implicará la decisión de decir no a esas ocasiones. Aveces será cuestión de obediencia pura y dura; otras requeriremos de la rendición de cuentas con otros seguidores de Jesús. Sea de una forma u otra o incluso una combinación de ambas, hemos de atajar la raíz del problema.


¿Cuáles son tus ocasiones de caer? ¿Qué vas a hacer con ellas?



Así que, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. (Mateo 5:29-30)


¡Duras estas palabras de Jesús! ¿Deberían ser tomadas al pie de la letra! Sabemos que a lo largo de la historia han habido personas que así lo han interpretado; también sabemos que eso no ha solucionado el problema porque, como nos dice el versículo anterior, la raíz del mismo radica en el corazón; los diferentes miembros del cuerpo simplemente ejecutan aquello que se gesta, crece y, posteriormente, brota del corazón. ¿Cuál es pues la alternativa? ¿Qué podemos hacer?

Cada ser humano es único y singular; respondemos a estímulos diferentes; cada uno de nosotros tiene áreas o aspectos de vulnerabilidad distintos. Creo que este pasaje es una invitación a ser más concienzudos en identificarlos; pararnos a pensar sobre nosotros mismos y tratar de ver dónde está nuestra ocasión para el pecado. Porque precisamente esa ocasión será potencialmente nuestra piedra de tropieza; será donde más fácilmente tendremos la tendencia a pecar, a dejarnos llevar, a rebelarnos contra el Señor. Para algunos de nosotros puede tratarse de aspectos físicos; para otros pueden ser motivaciones, actitudes, prioridades, valores, conductas, acciones u omisiones. Cada uno tiene que identificar, como indica Jesús, sus ocasiones de pecado.

Una vez identificadas el siguiente paso es qué hacer con ellas. Lo que deduzco de la lectura del pasaje es que hemos de incidir sobre estas ocasiones, hemos de actuar sobre las mismas y hemos de hacerlo de forma radical, intencional, conscientes de lo que nos traemos entre manos; así interpreto las palabras del Maestro cuando afirma: "cortar y arrojar". Entiendo que esos detonantes no van a desaparecer simplemente porque los ignoremos; pero tampoco lo harán porque los hayamos identificado; han de ser cortados y arrojados fuera. Implicará la decisión de decir no a esas ocasiones. Aveces será cuestión de obediencia pura y dura; otras requeriremos de la rendición de cuentas con otros seguidores de Jesús. Sea de una forma u otra o incluso una combinación de ambas, hemos de atajar la raíz del problema.


¿Cuáles son tus ocasiones de caer? ¿Qué vas a hacer con ellas?



Así que, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti. Más te vale perder una parte del cuerpo que ser arrojado entero a la gehena. (Mateo 5:29-30)


¡Duras estas palabras de Jesús! ¿Deberían ser tomadas al pie de la letra! Sabemos que a lo largo de la historia han habido personas que así lo han interpretado; también sabemos que eso no ha solucionado el problema porque, como nos dice el versículo anterior, la raíz del mismo radica en el corazón; los diferentes miembros del cuerpo simplemente ejecutan aquello que se gesta, crece y, posteriormente, brota del corazón. ¿Cuál es pues la alternativa? ¿Qué podemos hacer?

Cada ser humano es único y singular; respondemos a estímulos diferentes; cada uno de nosotros tiene áreas o aspectos de vulnerabilidad distintos. Creo que este pasaje es una invitación a ser más concienzudos en identificarlos; pararnos a pensar sobre nosotros mismos y tratar de ver dónde está nuestra ocasión para el pecado. Porque precisamente esa ocasión será potencialmente nuestra piedra de tropieza; será donde más fácilmente tendremos la tendencia a pecar, a dejarnos llevar, a rebelarnos contra el Señor. Para algunos de nosotros puede tratarse de aspectos físicos; para otros pueden ser motivaciones, actitudes, prioridades, valores, conductas, acciones u omisiones. Cada uno tiene que identificar, como indica Jesús, sus ocasiones de pecado.

Una vez identificadas el siguiente paso es qué hacer con ellas. Lo que deduzco de la lectura del pasaje es que hemos de incidir sobre estas ocasiones, hemos de actuar sobre las mismas y hemos de hacerlo de forma radical, intencional, conscientes de lo que nos traemos entre manos; así interpreto las palabras del Maestro cuando afirma: "cortar y arrojar". Entiendo que esos detonantes no van a desaparecer simplemente porque los ignoremos; pero tampoco lo harán porque los hayamos identificado; han de ser cortados y arrojados fuera. Implicará la decisión de decir no a esas ocasiones. Aveces será cuestión de obediencia pura y dura; otras requeriremos de la rendición de cuentas con otros seguidores de Jesús. Sea de una forma u otra o incluso una combinación de ambas, hemos de atajar la raíz del problema.


¿Cuáles son tus ocasiones de caer? ¿Qué vas a hacer con ellas?