Ustedes saben que se dijo: no cometas adulterio. Pero yo les digo: el une mira con malos deseos a la mujer de otro, ya está adulterado con ella en el fondo de su corazón (Mateo 5: 27-28)

Jesús enseña en otras partes de los evangelios que nuestro problema radica en el corazón; allí, por decirlo de alguna manera se cuecen los asuntos; allí se toman las decisiones, allí se fraguan las acciones o las omisiones, allí se fantasea, no única o exclusivamente a nivel sexual, sino con cosas que tal vez nunca saldrán a la luz, no debido a nuestra santidad o madurez, sino por simple miedo a las posibles implicaciones. Mucha aparente santidad es solo eso, miedo a las consecuencias y falta de oportunidad. En el mundo hebreo el corazón es el centro de control de la experiencia humana. Es por eso que el libro de Proverbios afirma que debemos de cuidar sobre todo y ante todo el corazón porque del mismo nace la vida. Por eso invitamos a Jesús a que entre en nuestro corazón y lo gobierne, controle, dirija e influencie. También en esa línea los profetas del Antiguo Testamento anunciaban que Dios cambiaría el corazón de piedra -símbolo de la insensibilidad hacia Dios- por un corazón de carne -símbolo de la sensibilidad hacia El-.

Debo cuidar mi corazón, debo tener una buena profilaxis del mismo; dos estrategias se me ocurren. La primera es ser cinsciente de mis procesos mentales, de cómo el pecado, la tentación, se sugieren y se presentan y tener buenas estrategias de contención y gestión; como por ejemplo eliminar de raíz ambas cosas por medio del diálogo honesto con Dios sobre aquello que siento, pienso y deseo. La segunda es poner mi corazón de forma periódica bajo el escrutinio de Dios para que él puede detectar cosas que están presentes o se están lavando en mi corazón y yo carezco de conciencia de las mismas.


¿Cuál es el estado de tu corazon? ¿Qué hábitos de prevención tienes desarrollados o deberías desarrollar? Recuerda todo comienza en tu corazón.




Ustedes saben que se dijo: no cometas adulterio. Pero yo les digo: el une mira con malos deseos a la mujer de otro, ya está adulterado con ella en el fondo de su corazón (Mateo 5: 27-28)

Jesús enseña en otras partes de los evangelios que nuestro problema radica en el corazón; allí, por decirlo de alguna manera se cuecen los asuntos; allí se toman las decisiones, allí se fraguan las acciones o las omisiones, allí se fantasea, no única o exclusivamente a nivel sexual, sino con cosas que tal vez nunca saldrán a la luz, no debido a nuestra santidad o madurez, sino por simple miedo a las posibles implicaciones. Mucha aparente santidad es solo eso, miedo a las consecuencias y falta de oportunidad. En el mundo hebreo el corazón es el centro de control de la experiencia humana. Es por eso que el libro de Proverbios afirma que debemos de cuidar sobre todo y ante todo el corazón porque del mismo nace la vida. Por eso invitamos a Jesús a que entre en nuestro corazón y lo gobierne, controle, dirija e influencie. También en esa línea los profetas del Antiguo Testamento anunciaban que Dios cambiaría el corazón de piedra -símbolo de la insensibilidad hacia Dios- por un corazón de carne -símbolo de la sensibilidad hacia El-.

Debo cuidar mi corazón, debo tener una buena profilaxis del mismo; dos estrategias se me ocurren. La primera es ser cinsciente de mis procesos mentales, de cómo el pecado, la tentación, se sugieren y se presentan y tener buenas estrategias de contención y gestión; como por ejemplo eliminar de raíz ambas cosas por medio del diálogo honesto con Dios sobre aquello que siento, pienso y deseo. La segunda es poner mi corazón de forma periódica bajo el escrutinio de Dios para que él puede detectar cosas que están presentes o se están lavando en mi corazón y yo carezco de conciencia de las mismas.


¿Cuál es el estado de tu corazon? ¿Qué hábitos de prevención tienes desarrollados o deberías desarrollar? Recuerda todo comienza en tu corazón.




Ustedes saben que se dijo: no cometas adulterio. Pero yo les digo: el une mira con malos deseos a la mujer de otro, ya está adulterado con ella en el fondo de su corazón (Mateo 5: 27-28)

Jesús enseña en otras partes de los evangelios que nuestro problema radica en el corazón; allí, por decirlo de alguna manera se cuecen los asuntos; allí se toman las decisiones, allí se fraguan las acciones o las omisiones, allí se fantasea, no única o exclusivamente a nivel sexual, sino con cosas que tal vez nunca saldrán a la luz, no debido a nuestra santidad o madurez, sino por simple miedo a las posibles implicaciones. Mucha aparente santidad es solo eso, miedo a las consecuencias y falta de oportunidad. En el mundo hebreo el corazón es el centro de control de la experiencia humana. Es por eso que el libro de Proverbios afirma que debemos de cuidar sobre todo y ante todo el corazón porque del mismo nace la vida. Por eso invitamos a Jesús a que entre en nuestro corazón y lo gobierne, controle, dirija e influencie. También en esa línea los profetas del Antiguo Testamento anunciaban que Dios cambiaría el corazón de piedra -símbolo de la insensibilidad hacia Dios- por un corazón de carne -símbolo de la sensibilidad hacia El-.

Debo cuidar mi corazón, debo tener una buena profilaxis del mismo; dos estrategias se me ocurren. La primera es ser cinsciente de mis procesos mentales, de cómo el pecado, la tentación, se sugieren y se presentan y tener buenas estrategias de contención y gestión; como por ejemplo eliminar de raíz ambas cosas por medio del diálogo honesto con Dios sobre aquello que siento, pienso y deseo. La segunda es poner mi corazón de forma periódica bajo el escrutinio de Dios para que él puede detectar cosas que están presentes o se están lavando en mi corazón y yo carezco de conciencia de las mismas.


¿Cuál es el estado de tu corazon? ¿Qué hábitos de prevención tienes desarrollados o deberías desarrollar? Recuerda todo comienza en tu corazón.