«No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado. Y les aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor. Todo se cumplirá cabalmente. Por eso, aquel que quebrante una de las disposiciones de la ley, aunque sea la menos importante, y enseñe a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. En cambio, el que las cumpla y enseñe a otros a cumplirlas, ese será considerado grande en el reino de los cielos. Y les digo esto: Si ustedes no cumplen la voluntad de Dios mejor que los maestros de la ley y que los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.» (MATEO 5:17-20)


Jesús indica en este pasaje que ha venido para darle a la ley de Moisés su auténtico sentido. Esto me hace pensar que, al margen de las interpretaciones que otros o yo mismo podamos hacer, lo importante sería que dejáramos que el Maestro se interpretara a sí mismo; siempre corremos el riesgo de poner en la boca de Jesús nuestras propias ideas, nuestra propia teología. Al pensar en darle prioridad al Señor para interpretar este pasaje ha venido a mi mente ese encuentro que tuvo con un joven doctor de la ley. En el mismo hablaron acerca de cuál era el mandamiento más importante; Jesús confirmó que era amar a Dios y amar al prójimo y que en ello se resumía toda la ley y los profetas. El Maestro nos indica pues cuál es el sentido definitivo y auténtico de la ley.

Añade además que debemos ser más estrictos en el cumplimiento de la ley que los maestros de la misma y los fariseos. Tiene todo el sentido. Jesús les reprochó, como ya había hecho el Padre en el Antiguo Testamento por medio de los profetas, que se preocuparan tanto de lo accesorio y se olvidaran de lo esencial, la misericordia hacia el prójimo. La aplicación para nosotros, los seguidores de Jesús, es clara y directa; nos hemos de ocupar del amor a Dios que pasa inevitablemente y consecuentemente por el amor al prójimo. El uno no puede estar desvinculado del otro.


¿Cómo evaluarías de 0 a 10, siendo 0 nada y 10 al máximo tu cumplimiento del auténtico sentido de la ley? ¿Qué evidencias ves de ello?


«No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado. Y les aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor. Todo se cumplirá cabalmente. Por eso, aquel que quebrante una de las disposiciones de la ley, aunque sea la menos importante, y enseñe a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. En cambio, el que las cumpla y enseñe a otros a cumplirlas, ese será considerado grande en el reino de los cielos. Y les digo esto: Si ustedes no cumplen la voluntad de Dios mejor que los maestros de la ley y que los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.» (MATEO 5:17-20)


Jesús indica en este pasaje que ha venido para darle a la ley de Moisés su auténtico sentido. Esto me hace pensar que, al margen de las interpretaciones que otros o yo mismo podamos hacer, lo importante sería que dejáramos que el Maestro se interpretara a sí mismo; siempre corremos el riesgo de poner en la boca de Jesús nuestras propias ideas, nuestra propia teología. Al pensar en darle prioridad al Señor para interpretar este pasaje ha venido a mi mente ese encuentro que tuvo con un joven doctor de la ley. En el mismo hablaron acerca de cuál era el mandamiento más importante; Jesús confirmó que era amar a Dios y amar al prójimo y que en ello se resumía toda la ley y los profetas. El Maestro nos indica pues cuál es el sentido definitivo y auténtico de la ley.

Añade además que debemos ser más estrictos en el cumplimiento de la ley que los maestros de la misma y los fariseos. Tiene todo el sentido. Jesús les reprochó, como ya había hecho el Padre en el Antiguo Testamento por medio de los profetas, que se preocuparan tanto de lo accesorio y se olvidaran de lo esencial, la misericordia hacia el prójimo. La aplicación para nosotros, los seguidores de Jesús, es clara y directa; nos hemos de ocupar del amor a Dios que pasa inevitablemente y consecuentemente por el amor al prójimo. El uno no puede estar desvinculado del otro.


¿Cómo evaluarías de 0 a 10, siendo 0 nada y 10 al máximo tu cumplimiento del auténtico sentido de la ley? ¿Qué evidencias ves de ello?


«No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado. Y les aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor. Todo se cumplirá cabalmente. Por eso, aquel que quebrante una de las disposiciones de la ley, aunque sea la menos importante, y enseñe a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. En cambio, el que las cumpla y enseñe a otros a cumplirlas, ese será considerado grande en el reino de los cielos. Y les digo esto: Si ustedes no cumplen la voluntad de Dios mejor que los maestros de la ley y que los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.» (MATEO 5:17-20)


Jesús indica en este pasaje que ha venido para darle a la ley de Moisés su auténtico sentido. Esto me hace pensar que, al margen de las interpretaciones que otros o yo mismo podamos hacer, lo importante sería que dejáramos que el Maestro se interpretara a sí mismo; siempre corremos el riesgo de poner en la boca de Jesús nuestras propias ideas, nuestra propia teología. Al pensar en darle prioridad al Señor para interpretar este pasaje ha venido a mi mente ese encuentro que tuvo con un joven doctor de la ley. En el mismo hablaron acerca de cuál era el mandamiento más importante; Jesús confirmó que era amar a Dios y amar al prójimo y que en ello se resumía toda la ley y los profetas. El Maestro nos indica pues cuál es el sentido definitivo y auténtico de la ley.

Añade además que debemos ser más estrictos en el cumplimiento de la ley que los maestros de la misma y los fariseos. Tiene todo el sentido. Jesús les reprochó, como ya había hecho el Padre en el Antiguo Testamento por medio de los profetas, que se preocuparan tanto de lo accesorio y se olvidaran de lo esencial, la misericordia hacia el prójimo. La aplicación para nosotros, los seguidores de Jesús, es clara y directa; nos hemos de ocupar del amor a Dios que pasa inevitablemente y consecuentemente por el amor al prójimo. El uno no puede estar desvinculado del otro.


¿Cómo evaluarías de 0 a 10, siendo 0 nada y 10 al máximo tu cumplimiento del auténtico sentido de la ley? ¿Qué evidencias ves de ello?