Caín atacó a su hermano y lo mató. (Génesis 4:8)


Como vimos, la opresión es una de las consecuencias del pecado. La opresión ejercida por unos seres humanos sobre otros ha sido una constante desde el jardín del Edén. Aún a día de hoy es una realidad para millones y millones de personas. A menudo, la violencia acompaña a la opresión; aunque aquella puede manifestarse de forma aislada, con poder por sí misma. 

"Homo homini Lupus est" (El hombre es un lobo para el hombre) escribía el autor latino Plauto en una de sus obras teatrales. Ciertamente es así. La inmensa mayoría del dolor y el sufrimiento que se experimenta en el mundo es causado por unos seres humanos sobre otros. Todo ello de forma consciente e intencional por medio de las guerras, las limpiezas étnicas, las colonizaciones y un largo e inacabable etcétera. 

Pensemos tan sólo en el siglo XX, la Primera y Segunda Guerra Mundial, el genocidio armenio, el holocausto nazi, las matanzas millonarias llevadas a cabo por Stalin y Mao, la guerra de Biafra, las matanzas de Ruanda y Burundi, la limpieza étnica en los Balcanes y podríamos seguir. Todo eso, sin contar los múltiples asesinatos, robos, trata de seres humanos, esclavitud y deportaciones. 

Pensemos en nosotros mismos y el dolor y sufrimiento que hemos causados o estamos causando en estos mismos momentos a otras personas. Es fácil atribuirle al Señor los males de este mundo y, de ese modo, eludir nuestra responsabilidad personal.

¿De qué modo activo o pasivo participas del dolor del sufrimiento humano?



Caín atacó a su hermano y lo mató. (Génesis 4:8)


Como vimos, la opresión es una de las consecuencias del pecado. La opresión ejercida por unos seres humanos sobre otros ha sido una constante desde el jardín del Edén. Aún a día de hoy es una realidad para millones y millones de personas. A menudo, la violencia acompaña a la opresión; aunque aquella puede manifestarse de forma aislada, con poder por sí misma. 

"Homo homini Lupus est" (El hombre es un lobo para el hombre) escribía el autor latino Plauto en una de sus obras teatrales. Ciertamente es así. La inmensa mayoría del dolor y el sufrimiento que se experimenta en el mundo es causado por unos seres humanos sobre otros. Todo ello de forma consciente e intencional por medio de las guerras, las limpiezas étnicas, las colonizaciones y un largo e inacabable etcétera. 

Pensemos tan sólo en el siglo XX, la Primera y Segunda Guerra Mundial, el genocidio armenio, el holocausto nazi, las matanzas millonarias llevadas a cabo por Stalin y Mao, la guerra de Biafra, las matanzas de Ruanda y Burundi, la limpieza étnica en los Balcanes y podríamos seguir. Todo eso, sin contar los múltiples asesinatos, robos, trata de seres humanos, esclavitud y deportaciones. 

Pensemos en nosotros mismos y el dolor y sufrimiento que hemos causados o estamos causando en estos mismos momentos a otras personas. Es fácil atribuirle al Señor los males de este mundo y, de ese modo, eludir nuestra responsabilidad personal.

¿De qué modo activo o pasivo participas del dolor del sufrimiento humano?



Caín atacó a su hermano y lo mató. (Génesis 4:8)


Como vimos, la opresión es una de las consecuencias del pecado. La opresión ejercida por unos seres humanos sobre otros ha sido una constante desde el jardín del Edén. Aún a día de hoy es una realidad para millones y millones de personas. A menudo, la violencia acompaña a la opresión; aunque aquella puede manifestarse de forma aislada, con poder por sí misma. 

"Homo homini Lupus est" (El hombre es un lobo para el hombre) escribía el autor latino Plauto en una de sus obras teatrales. Ciertamente es así. La inmensa mayoría del dolor y el sufrimiento que se experimenta en el mundo es causado por unos seres humanos sobre otros. Todo ello de forma consciente e intencional por medio de las guerras, las limpiezas étnicas, las colonizaciones y un largo e inacabable etcétera. 

Pensemos tan sólo en el siglo XX, la Primera y Segunda Guerra Mundial, el genocidio armenio, el holocausto nazi, las matanzas millonarias llevadas a cabo por Stalin y Mao, la guerra de Biafra, las matanzas de Ruanda y Burundi, la limpieza étnica en los Balcanes y podríamos seguir. Todo eso, sin contar los múltiples asesinatos, robos, trata de seres humanos, esclavitud y deportaciones. 

Pensemos en nosotros mismos y el dolor y sufrimiento que hemos causados o estamos causando en estos mismos momentos a otras personas. Es fácil atribuirle al Señor los males de este mundo y, de ese modo, eludir nuestra responsabilidad personal.

¿De qué modo activo o pasivo participas del dolor del sufrimiento humano?