Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?



Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?



Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?



Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?



Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?



Porque más vale sufrir, si así lo quiere Dios, por hacer el bien, que por hacer el mal (1 Pedro 3:17)


No conozco a nadie a quien le guste el sufrimiento. Si alguien piensa que a un masoquista sí, no olvide que para esa persona es fuente de placer. Por tanto, lo que persigue es esto último aunque su medio de lograrlo pueda resultar chocante. Hay un sufrimiento que es el resultado de nuestras decisiones u omisiones. Simplemente, siguiendo el principio bíblico, todo aquello que sembramos es lo que después segaremos. El Pentateuco afirma que nuestro pecado, más tarde o más temprano, nos alcanzará. Puede resultar difícil sobrellevar ese sufrimiento y cuando llega es normal que lo lamentemos. Sin embargo, nuestra mente entiende que existe una causa efecto en aquello que estamos experimentando.

Pero hay un sufrimiento que es opcional. No estoy hablando del que elige el masoquista y ya mencioné anteriormente. Me refiero a aquel que sería totalmente evitable simplemente si decidiéramos actuar de una forma diferente. Es aquel que afrontamos de cara, con plena conciencia de que vendrá y que no es el resultado de obrar mal, antes al contrario, lo es de obrar bien y de desear ser fieles a Jesús y su llamado a seguirle. Es un sufrimiento que agrada al Señor, no porque sea un sádico que disfruta con el sufrimiento ajeno, sino porque en él se refleja nuestro deseo de vivir de una forma consistente con nuestra fe y seguir el ejemplo del Maestro. Hacer el bien cuando este nos traerá recompensa carece de ningún valor moral; podría ser simplemente la recompensa lo que nos moviera. El auténtico valor consiste en hacer el bien aún cuando no haya recompensa por hacerlo sino, antes al contrario, consecuencias negativas y sufrimiento.


¿Cómo afrontas este tipo de dolor en tu vida?