Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. (2 Corintios 1:3-5)


Es importante considerar las palabras del apóstol. En primer lugar, Dios no nos libra del sufrimiento. Es más, Pablo afirma que como cristianos no nos falta el mismo. Por tanto, es iluso pensar que nos librará, que es su responsabilidad o que es nuestro derecho. El segundo lugar, el Señor nos consuela en medio del sufrimiento. El compromiso del Padre no es librarnos de este, sino acompañarnos en el mismo ofreciendo consuelo que es un alivio y descanso de la pena. En tercer lugar, somos consolados para poder consolar a otros. No podemos ni debemos quedarnos centrados en nuestro dolor y sufrimiento; este, sin duda, es legítimo pero debe ser superado porque hay muchos otros necesitados de ser consolados con la consolación que nosotros mismos hemos recibido y experimentado de Cristo.

¿Cómo estás experimentando la consolación de Jesús?



Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. (2 Corintios 1:3-5)


Es importante considerar las palabras del apóstol. En primer lugar, Dios no nos libra del sufrimiento. Es más, Pablo afirma que como cristianos no nos falta el mismo. Por tanto, es iluso pensar que nos librará, que es su responsabilidad o que es nuestro derecho. El segundo lugar, el Señor nos consuela en medio del sufrimiento. El compromiso del Padre no es librarnos de este, sino acompañarnos en el mismo ofreciendo consuelo que es un alivio y descanso de la pena. En tercer lugar, somos consolados para poder consolar a otros. No podemos ni debemos quedarnos centrados en nuestro dolor y sufrimiento; este, sin duda, es legítimo pero debe ser superado porque hay muchos otros necesitados de ser consolados con la consolación que nosotros mismos hemos recibido y experimentado de Cristo.

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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. (2 Corintios 1:3-5)


Es importante considerar las palabras del apóstol. En primer lugar, Dios no nos libra del sufrimiento. Es más, Pablo afirma que como cristianos no nos falta el mismo. Por tanto, es iluso pensar que nos librará, que es su responsabilidad o que es nuestro derecho. El segundo lugar, el Señor nos consuela en medio del sufrimiento. El compromiso del Padre no es librarnos de este, sino acompañarnos en el mismo ofreciendo consuelo que es un alivio y descanso de la pena. En tercer lugar, somos consolados para poder consolar a otros. No podemos ni debemos quedarnos centrados en nuestro dolor y sufrimiento; este, sin duda, es legítimo pero debe ser superado porque hay muchos otros necesitados de ser consolados con la consolación que nosotros mismos hemos recibido y experimentado de Cristo.

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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. (2 Corintios 1:3-5)


Es importante considerar las palabras del apóstol. En primer lugar, Dios no nos libra del sufrimiento. Es más, Pablo afirma que como cristianos no nos falta el mismo. Por tanto, es iluso pensar que nos librará, que es su responsabilidad o que es nuestro derecho. El segundo lugar, el Señor nos consuela en medio del sufrimiento. El compromiso del Padre no es librarnos de este, sino acompañarnos en el mismo ofreciendo consuelo que es un alivio y descanso de la pena. En tercer lugar, somos consolados para poder consolar a otros. No podemos ni debemos quedarnos centrados en nuestro dolor y sufrimiento; este, sin duda, es legítimo pero debe ser superado porque hay muchos otros necesitados de ser consolados con la consolación que nosotros mismos hemos recibido y experimentado de Cristo.

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Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo. (2 Corintios 1:3-5)


Es importante considerar las palabras del apóstol. En primer lugar, Dios no nos libra del sufrimiento. Es más, Pablo afirma que como cristianos no nos falta el mismo. Por tanto, es iluso pensar que nos librará, que es su responsabilidad o que es nuestro derecho. El segundo lugar, el Señor nos consuela en medio del sufrimiento. El compromiso del Padre no es librarnos de este, sino acompañarnos en el mismo ofreciendo consuelo que es un alivio y descanso de la pena. En tercer lugar, somos consolados para poder consolar a otros. No podemos ni debemos quedarnos centrados en nuestro dolor y sufrimiento; este, sin duda, es legítimo pero debe ser superado porque hay muchos otros necesitados de ser consolados con la consolación que nosotros mismos hemos recibido y experimentado de Cristo.

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