Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)

Podemos vivir una buena parte de nuestras vidas y tal vez el dolor y el sufrimiento no nos alcancen. Quiero explicar la diferencia entre ambos porque, a  menudo, los usamos de forma intercambiable sin ser lo mismo. El dolor es la dimensión física; el sufrimiento es la dimensión emocional y espiritual. Podemos tener el uno sin el otro o experimentar ambos a la vez, simultáneamente.
                                                             
Pero hay momentos, como en esta pandemia, en que ambos se hacen presentes y se resisten a desaparecer de nuestra realidad y eso nos lleva a sentir el miedo a experimentarlos. Los vemos cercanos, en nosotros mismos o en los que nos rodean. Entonces, no podemos obviar ni ignorar que el dolor y el sufrimiento son una realidad de la experiencia humana. Pero no siempre fue así.

Ambas cosas no formaban parte del diseño original de Dios. Cuando Él culminó todo el proceso creativo afirmó la bondad de toda la creación. Ahora, sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta que no siempre podemos ver ni apreciar la bondad que el Señor proclamó en relación al mundo, y al ver este contraste es normal que nos preguntemos qué sucedió, por qué las cosas no son como deberían ser,. Necesitamos, como siempre, volvernos a la Palabra para hallar respuestas.





Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)

Podemos vivir una buena parte de nuestras vidas y tal vez el dolor y el sufrimiento no nos alcancen. Quiero explicar la diferencia entre ambos porque, a  menudo, los usamos de forma intercambiable sin ser lo mismo. El dolor es la dimensión física; el sufrimiento es la dimensión emocional y espiritual. Podemos tener el uno sin el otro o experimentar ambos a la vez, simultáneamente.
                                                             
Pero hay momentos, como en esta pandemia, en que ambos se hacen presentes y se resisten a desaparecer de nuestra realidad y eso nos lleva a sentir el miedo a experimentarlos. Los vemos cercanos, en nosotros mismos o en los que nos rodean. Entonces, no podemos obviar ni ignorar que el dolor y el sufrimiento son una realidad de la experiencia humana. Pero no siempre fue así.

Ambas cosas no formaban parte del diseño original de Dios. Cuando Él culminó todo el proceso creativo afirmó la bondad de toda la creación. Ahora, sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta que no siempre podemos ver ni apreciar la bondad que el Señor proclamó en relación al mundo, y al ver este contraste es normal que nos preguntemos qué sucedió, por qué las cosas no son como deberían ser,. Necesitamos, como siempre, volvernos a la Palabra para hallar respuestas.





Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno. (Génesis 1:31)

Podemos vivir una buena parte de nuestras vidas y tal vez el dolor y el sufrimiento no nos alcancen. Quiero explicar la diferencia entre ambos porque, a  menudo, los usamos de forma intercambiable sin ser lo mismo. El dolor es la dimensión física; el sufrimiento es la dimensión emocional y espiritual. Podemos tener el uno sin el otro o experimentar ambos a la vez, simultáneamente.
                                                             
Pero hay momentos, como en esta pandemia, en que ambos se hacen presentes y se resisten a desaparecer de nuestra realidad y eso nos lleva a sentir el miedo a experimentarlos. Los vemos cercanos, en nosotros mismos o en los que nos rodean. Entonces, no podemos obviar ni ignorar que el dolor y el sufrimiento son una realidad de la experiencia humana. Pero no siempre fue así.

Ambas cosas no formaban parte del diseño original de Dios. Cuando Él culminó todo el proceso creativo afirmó la bondad de toda la creación. Ahora, sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta que no siempre podemos ver ni apreciar la bondad que el Señor proclamó en relación al mundo, y al ver este contraste es normal que nos preguntemos qué sucedió, por qué las cosas no son como deberían ser,. Necesitamos, como siempre, volvernos a la Palabra para hallar respuestas.