Sino que se complace en la ley del Señor sobre la que reflexiona día y noche (Salmo 1:2)


Sino es una conjunción adversativa que se utiliza para contraponer dos ideas, conceptos o principios. El salmista comienza hablando de la felicidad e, inmediatamente después, nos indica que pasa por evitar el consejo, la compañía y el estilo de vida de los necios. En contraste, de ahí la conjunción adversativa, indica que esa felicidad se logra por medio de la ley del Señor, por su Palabra, sus preceptos, sus mandatos. En definitiva, por la manera en que Dios ve el mundo. Cuanto más nos alineamos con esa perspectiva más y más vamos logrando la felicidad según el concepto del Señor.

Puede ser que para muchos sea difícil establecer una relación directa entre felicidad y la Palabra de Dios. Ciertamente lo asumimos como un dogma que, por definición, no podemos negar, pero de ahí a verle la utilidad práctica puede haber una gran distancia. Tal vez pueda echar una mano el pensar en términos de exterior e interior. Es sabido, así nos lo demuestra la ciencia, que nuestro interior, nuestra forma de ver y entender el mundo, determina nuestro exterior, los valores y las conductas. Precisamente es eso lo que hace la Palabra, forma, moldea, transforma nuestra manera de ver, entender y relacionarnos con la realidad y, como resultado, se transforman nuestros pensamientos, valores y conductas. Esto no sucede de la noche a la mañana. No nos vamos a dormir un día y nos despertamos con el paradigma formado. La frase del salmista "día y noche" nos hablan de proceso, intencionalidad y constancia, solo así se produce la transformación que lleva a la felicidad. 


Tus conductas externas te darán pistas sobre tu realidad externa ¿Qué papel juega o debería jugar la Palabra en todo ello?


Sino que se complace en la ley del Señor sobre la que reflexiona día y noche (Salmo 1:2)


Sino es una conjunción adversativa que se utiliza para contraponer dos ideas, conceptos o principios. El salmista comienza hablando de la felicidad e, inmediatamente después, nos indica que pasa por evitar el consejo, la compañía y el estilo de vida de los necios. En contraste, de ahí la conjunción adversativa, indica que esa felicidad se logra por medio de la ley del Señor, por su Palabra, sus preceptos, sus mandatos. En definitiva, por la manera en que Dios ve el mundo. Cuanto más nos alineamos con esa perspectiva más y más vamos logrando la felicidad según el concepto del Señor.

Puede ser que para muchos sea difícil establecer una relación directa entre felicidad y la Palabra de Dios. Ciertamente lo asumimos como un dogma que, por definición, no podemos negar, pero de ahí a verle la utilidad práctica puede haber una gran distancia. Tal vez pueda echar una mano el pensar en términos de exterior e interior. Es sabido, así nos lo demuestra la ciencia, que nuestro interior, nuestra forma de ver y entender el mundo, determina nuestro exterior, los valores y las conductas. Precisamente es eso lo que hace la Palabra, forma, moldea, transforma nuestra manera de ver, entender y relacionarnos con la realidad y, como resultado, se transforman nuestros pensamientos, valores y conductas. Esto no sucede de la noche a la mañana. No nos vamos a dormir un día y nos despertamos con el paradigma formado. La frase del salmista "día y noche" nos hablan de proceso, intencionalidad y constancia, solo así se produce la transformación que lleva a la felicidad. 


Tus conductas externas te darán pistas sobre tu realidad externa ¿Qué papel juega o debería jugar la Palabra en todo ello?


Sino que se complace en la ley del Señor sobre la que reflexiona día y noche (Salmo 1:2)


Sino es una conjunción adversativa que se utiliza para contraponer dos ideas, conceptos o principios. El salmista comienza hablando de la felicidad e, inmediatamente después, nos indica que pasa por evitar el consejo, la compañía y el estilo de vida de los necios. En contraste, de ahí la conjunción adversativa, indica que esa felicidad se logra por medio de la ley del Señor, por su Palabra, sus preceptos, sus mandatos. En definitiva, por la manera en que Dios ve el mundo. Cuanto más nos alineamos con esa perspectiva más y más vamos logrando la felicidad según el concepto del Señor.

Puede ser que para muchos sea difícil establecer una relación directa entre felicidad y la Palabra de Dios. Ciertamente lo asumimos como un dogma que, por definición, no podemos negar, pero de ahí a verle la utilidad práctica puede haber una gran distancia. Tal vez pueda echar una mano el pensar en términos de exterior e interior. Es sabido, así nos lo demuestra la ciencia, que nuestro interior, nuestra forma de ver y entender el mundo, determina nuestro exterior, los valores y las conductas. Precisamente es eso lo que hace la Palabra, forma, moldea, transforma nuestra manera de ver, entender y relacionarnos con la realidad y, como resultado, se transforman nuestros pensamientos, valores y conductas. Esto no sucede de la noche a la mañana. No nos vamos a dormir un día y nos despertamos con el paradigma formado. La frase del salmista "día y noche" nos hablan de proceso, intencionalidad y constancia, solo así se produce la transformación que lleva a la felicidad. 


Tus conductas externas te darán pistas sobre tu realidad externa ¿Qué papel juega o debería jugar la Palabra en todo ello?