Pero tengo algo que pediros, hermanos, y lo hago en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que haya concordia entre vosotros. Desterrad cuanto signifique división y recuperad la armonía pensando y sintiendo lo mismo. (1 Corintios 1:10)


Los bandos y facciones en las comunidades de seguidores de Jesús han sucedido desde el principio de la Iglesia y, lamentablemente, sigue dándose hoy en día. Pablo, al comienzo de su carta habla hasta de cuatro grupos diferentes con lealtades diferentes y parece ser que enfrentados entre ellos.

Mi larga experiencia de vida eclesial con varias divisiones de comunidades a mis espaldas me ha enseñado que el problema es no dejarnos guiar por el Espíritu del Señor y no buscar el bien común. Los personalismos y los egos se esconden detrás de matices doctrinales, sofisticados reglamentos de iglesia y distintivos denominacionales. 

La Biblia, como siempre, nos muestra un camino fácil ¡Pero a quién le interesa lo que la Palabra pueda decir! Es el camino de la concordia, de evitar la división, de priorizar la armonía. En definitiva, de buscar el bien común de la comunidad y no el nuestro propio. Y como renunciar a nuestro ego siempre es difícil, Pablo nos da una motivación extra, por amor a Jesucristo.

¿Qué mueve tus acciones?

 



Pero tengo algo que pediros, hermanos, y lo hago en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que haya concordia entre vosotros. Desterrad cuanto signifique división y recuperad la armonía pensando y sintiendo lo mismo. (1 Corintios 1:10)


Los bandos y facciones en las comunidades de seguidores de Jesús han sucedido desde el principio de la Iglesia y, lamentablemente, sigue dándose hoy en día. Pablo, al comienzo de su carta habla hasta de cuatro grupos diferentes con lealtades diferentes y parece ser que enfrentados entre ellos.

Mi larga experiencia de vida eclesial con varias divisiones de comunidades a mis espaldas me ha enseñado que el problema es no dejarnos guiar por el Espíritu del Señor y no buscar el bien común. Los personalismos y los egos se esconden detrás de matices doctrinales, sofisticados reglamentos de iglesia y distintivos denominacionales. 

La Biblia, como siempre, nos muestra un camino fácil ¡Pero a quién le interesa lo que la Palabra pueda decir! Es el camino de la concordia, de evitar la división, de priorizar la armonía. En definitiva, de buscar el bien común de la comunidad y no el nuestro propio. Y como renunciar a nuestro ego siempre es difícil, Pablo nos da una motivación extra, por amor a Jesucristo.

¿Qué mueve tus acciones?

 



Pero tengo algo que pediros, hermanos, y lo hago en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que haya concordia entre vosotros. Desterrad cuanto signifique división y recuperad la armonía pensando y sintiendo lo mismo. (1 Corintios 1:10)


Los bandos y facciones en las comunidades de seguidores de Jesús han sucedido desde el principio de la Iglesia y, lamentablemente, sigue dándose hoy en día. Pablo, al comienzo de su carta habla hasta de cuatro grupos diferentes con lealtades diferentes y parece ser que enfrentados entre ellos.

Mi larga experiencia de vida eclesial con varias divisiones de comunidades a mis espaldas me ha enseñado que el problema es no dejarnos guiar por el Espíritu del Señor y no buscar el bien común. Los personalismos y los egos se esconden detrás de matices doctrinales, sofisticados reglamentos de iglesia y distintivos denominacionales. 

La Biblia, como siempre, nos muestra un camino fácil ¡Pero a quién le interesa lo que la Palabra pueda decir! Es el camino de la concordia, de evitar la división, de priorizar la armonía. En definitiva, de buscar el bien común de la comunidad y no el nuestro propio. Y como renunciar a nuestro ego siempre es difícil, Pablo nos da una motivación extra, por amor a Jesucristo.

¿Qué mueve tus acciones?