Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de funciones, pero uno mismo es el Señor. Son distintas las actividades, pero el Dios que lo activa todo en todos es siempre el mismo. La manifestación del Espíritu en cada uno se ordena al bien de todos. (1 Corintios 12:4-7)



 



Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de funciones, pero uno mismo es el Señor. Son distintas las actividades, pero el Dios que lo activa todo en todos es siempre el mismo. La manifestación del Espíritu en cada uno se ordena al bien de todos. (1 Corintios 12:4-7)

Dios es uno y a la vez diverso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo en su creación nos habla de variedad y diversidad. Miremos por donde miremos todo el diverso. Sin embargo, nuestra propensión y tendencia siempre es hacia lo uniforme. Queremos que todos tengan nuestra misma teología, forma de entender a Dios, expresión de lo que es la espiritualidad y el estilo de vida adecuado. Miramos con desconfianza, cuando no con juicio o, aún peor, condena, a aquellos que tienen otras maneras de entender a Dios y la relación con Él. Nos erigimos en jueces de los demás y de sus vidas y exigimos que se conformen a nuestra manera de ser y entender la vida cristiana.

Haríamos bien el respetar y también celebrar la diversidad y la variedad como parte de lo querido y establecido por el Señor, como algo que aporta riqueza y bendición a su pueblo y que nos puede ayudar a crecer porque nos genera riqueza, nuevas perspectivas y nuevas dimensiones.

¿Cómo manejas la diversidad y la variedad en tu vida de seguimiento de Jesús?



 



Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de funciones, pero uno mismo es el Señor. Son distintas las actividades, pero el Dios que lo activa todo en todos es siempre el mismo. La manifestación del Espíritu en cada uno se ordena al bien de todos. (1 Corintios 12:4-7)

Dios es uno y a la vez diverso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo en su creación nos habla de variedad y diversidad. Miremos por donde miremos todo el diverso. Sin embargo, nuestra propensión y tendencia siempre es hacia lo uniforme. Queremos que todos tengan nuestra misma teología, forma de entender a Dios, expresión de lo que es la espiritualidad y el estilo de vida adecuado. Miramos con desconfianza, cuando no con juicio o, aún peor, condena, a aquellos que tienen otras maneras de entender a Dios y la relación con Él. Nos erigimos en jueces de los demás y de sus vidas y exigimos que se conformen a nuestra manera de ser y entender la vida cristiana.

Haríamos bien el respetar y también celebrar la diversidad y la variedad como parte de lo querido y establecido por el Señor, como algo que aporta riqueza y bendición a su pueblo y que nos puede ayudar a crecer porque nos genera riqueza, nuevas perspectivas y nuevas dimensiones.

¿Cómo manejas la diversidad y la variedad en tu vida de seguimiento de Jesús?