El Señor dijo a Aarón: ni tú ni tus hijos deberéis beber vino ni cualquier otro licor cuando entréis en la Tienda del encuentro... a fin de poder discernir entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro. (Levítico 10:8-10)


A los enemigos del vino les diré que el punto central en este mandato del Señor no es el abstenerse de beberlo. La idea clave es el discernimiento espiritual y el evitar cualquier cosa que pueda impedir el ejercerlo de forma adecuada. Nosotros ya no tenemos Tienda de encuentro ni templo, ni casta sacerdotal. Vivimos 24/7 en la presencia del Señor y todos los días son, por tanto sagrados. Sin embargo, continuamos teniendo la necesidad del discernimiento espiritual, de poder distinguir entre lo que es puro y agradable ante el Señor y lo que no lo es. La enseñanza que veo en Levítico es la importancia y necesidad de evitar todo aquello -sea lo que sea- que pueda nublar o enturbiar nuestra capacidad de discernir. Puede ser, sin duda, el alcohol; como lo pueden serlo nuestro prejuicios, ideas preconcebidas, posición teológica, el trabajo, el placer y un etcétera tan largo como lo deseemos. La necesidad de discernimiento se vuelve una prioridad en un mundo tan complejo como el que nos ha tocado vivir. Los retos a superar son numerosos y estoy convencido de que únicamente aquellos con una buena capacidad de discernir, aquellos que hayan identificado cuáles pueden ser sus potenciales obstáculos para llevar a cabo ese proceso podrán navegar aguas tan turbulentas.


¿Qué puede empañar o empaña tu capacidad de discernimiento?



El Señor dijo a Aarón: ni tú ni tus hijos deberéis beber vino ni cualquier otro licor cuando entréis en la Tienda del encuentro... a fin de poder discernir entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro. (Levítico 10:8-10)


A los enemigos del vino les diré que el punto central en este mandato del Señor no es el abstenerse de beberlo. La idea clave es el discernimiento espiritual y el evitar cualquier cosa que pueda impedir el ejercerlo de forma adecuada. Nosotros ya no tenemos Tienda de encuentro ni templo, ni casta sacerdotal. Vivimos 24/7 en la presencia del Señor y todos los días son, por tanto sagrados. Sin embargo, continuamos teniendo la necesidad del discernimiento espiritual, de poder distinguir entre lo que es puro y agradable ante el Señor y lo que no lo es. La enseñanza que veo en Levítico es la importancia y necesidad de evitar todo aquello -sea lo que sea- que pueda nublar o enturbiar nuestra capacidad de discernir. Puede ser, sin duda, el alcohol; como lo pueden serlo nuestro prejuicios, ideas preconcebidas, posición teológica, el trabajo, el placer y un etcétera tan largo como lo deseemos. La necesidad de discernimiento se vuelve una prioridad en un mundo tan complejo como el que nos ha tocado vivir. Los retos a superar son numerosos y estoy convencido de que únicamente aquellos con una buena capacidad de discernir, aquellos que hayan identificado cuáles pueden ser sus potenciales obstáculos para llevar a cabo ese proceso podrán navegar aguas tan turbulentas.


¿Qué puede empañar o empaña tu capacidad de discernimiento?



El Señor dijo a Aarón: ni tú ni tus hijos deberéis beber vino ni cualquier otro licor cuando entréis en la Tienda del encuentro... a fin de poder discernir entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro. (Levítico 10:8-10)


A los enemigos del vino les diré que el punto central en este mandato del Señor no es el abstenerse de beberlo. La idea clave es el discernimiento espiritual y el evitar cualquier cosa que pueda impedir el ejercerlo de forma adecuada. Nosotros ya no tenemos Tienda de encuentro ni templo, ni casta sacerdotal. Vivimos 24/7 en la presencia del Señor y todos los días son, por tanto sagrados. Sin embargo, continuamos teniendo la necesidad del discernimiento espiritual, de poder distinguir entre lo que es puro y agradable ante el Señor y lo que no lo es. La enseñanza que veo en Levítico es la importancia y necesidad de evitar todo aquello -sea lo que sea- que pueda nublar o enturbiar nuestra capacidad de discernir. Puede ser, sin duda, el alcohol; como lo pueden serlo nuestro prejuicios, ideas preconcebidas, posición teológica, el trabajo, el placer y un etcétera tan largo como lo deseemos. La necesidad de discernimiento se vuelve una prioridad en un mundo tan complejo como el que nos ha tocado vivir. Los retos a superar son numerosos y estoy convencido de que únicamente aquellos con una buena capacidad de discernir, aquellos que hayan identificado cuáles pueden ser sus potenciales obstáculos para llevar a cabo ese proceso podrán navegar aguas tan turbulentas.


¿Qué puede empañar o empaña tu capacidad de discernimiento?