Mira te pongo al frente de todo el país de Egipto (Génesis 41:41)


Estas fueron las palabras que le dirigió Faraón a José. Palabras que supusieron el fin de sus penalidades, de todas las injusticias y malos tratos que había sufrido, con sus hermanos, en la casa de Potifar y en la prisión al ser olvidado durante dos años por el copera a quien había beneficiado. En la vida de José se fueron acumulando injusticia tras injusticia, pero al final, Dios le reivindicó, hizo que recibiera el trato justo que merecía por su inocencia. Pero, además, el Señor lo hizo creces, poniéndolo en una posición de increíble poder en Egipto. Posición que después le permitirá salvar a su propia familia, a aquellos que lo habían tratado mal.

Muchos de nosotros nos podemos identificar con José. Es probable que hayamos sufrido un trato injusto de parte de personas u organizaciones con las que estábamos relacionados y habíamos servido. Ese trato puede haber dejado en nosotros un mal sabor de boca; incluso rencor y frustración por lo que consideramos ha sido un trato injusto hacia nosotros; inmerecido desde nuestro punto de vista. Creo que José, con su ejemplo, nos enseña dos cosas. La primera, aunque no está implícita en este pasaje, es que supo cuidar su corazón con el Señor, impidiendo que el rencor y la amargura se apoderaran del mismo. La segunda, que sí es explícita, es que dejó la reivindicación de su inocencia en manos de Dios, cosa que, como vemos, sucedió.


Si estás viviendo situaciones en las que te consideras injustamente tratado ¿Cómo puede darte esperanza y paz el saber que Dios te reivindicará a su tiempo?


Mira te pongo al frente de todo el país de Egipto (Génesis 41:41)


Estas fueron las palabras que le dirigió Faraón a José. Palabras que supusieron el fin de sus penalidades, de todas las injusticias y malos tratos que había sufrido, con sus hermanos, en la casa de Potifar y en la prisión al ser olvidado durante dos años por el copera a quien había beneficiado. En la vida de José se fueron acumulando injusticia tras injusticia, pero al final, Dios le reivindicó, hizo que recibiera el trato justo que merecía por su inocencia. Pero, además, el Señor lo hizo creces, poniéndolo en una posición de increíble poder en Egipto. Posición que después le permitirá salvar a su propia familia, a aquellos que lo habían tratado mal.

Muchos de nosotros nos podemos identificar con José. Es probable que hayamos sufrido un trato injusto de parte de personas u organizaciones con las que estábamos relacionados y habíamos servido. Ese trato puede haber dejado en nosotros un mal sabor de boca; incluso rencor y frustración por lo que consideramos ha sido un trato injusto hacia nosotros; inmerecido desde nuestro punto de vista. Creo que José, con su ejemplo, nos enseña dos cosas. La primera, aunque no está implícita en este pasaje, es que supo cuidar su corazón con el Señor, impidiendo que el rencor y la amargura se apoderaran del mismo. La segunda, que sí es explícita, es que dejó la reivindicación de su inocencia en manos de Dios, cosa que, como vemos, sucedió.


Si estás viviendo situaciones en las que te consideras injustamente tratado ¿Cómo puede darte esperanza y paz el saber que Dios te reivindicará a su tiempo?


Mira te pongo al frente de todo el país de Egipto (Génesis 41:41)


Estas fueron las palabras que le dirigió Faraón a José. Palabras que supusieron el fin de sus penalidades, de todas las injusticias y malos tratos que había sufrido, con sus hermanos, en la casa de Potifar y en la prisión al ser olvidado durante dos años por el copera a quien había beneficiado. En la vida de José se fueron acumulando injusticia tras injusticia, pero al final, Dios le reivindicó, hizo que recibiera el trato justo que merecía por su inocencia. Pero, además, el Señor lo hizo creces, poniéndolo en una posición de increíble poder en Egipto. Posición que después le permitirá salvar a su propia familia, a aquellos que lo habían tratado mal.

Muchos de nosotros nos podemos identificar con José. Es probable que hayamos sufrido un trato injusto de parte de personas u organizaciones con las que estábamos relacionados y habíamos servido. Ese trato puede haber dejado en nosotros un mal sabor de boca; incluso rencor y frustración por lo que consideramos ha sido un trato injusto hacia nosotros; inmerecido desde nuestro punto de vista. Creo que José, con su ejemplo, nos enseña dos cosas. La primera, aunque no está implícita en este pasaje, es que supo cuidar su corazón con el Señor, impidiendo que el rencor y la amargura se apoderaran del mismo. La segunda, que sí es explícita, es que dejó la reivindicación de su inocencia en manos de Dios, cosa que, como vemos, sucedió.


Si estás viviendo situaciones en las que te consideras injustamente tratado ¿Cómo puede darte esperanza y paz el saber que Dios te reivindicará a su tiempo?