Porque es grande el Señor, es digno de alabanza, más admirable que todos los dioses. (Salmo 96)

El diccionario define la palabra digno como alguien que es merecedor de algo. En este sentido, el Señor es digno por muchas razones. En primer lugar por quién es Él. Es decir, por su persona, su carácter. Dios es santo, justo, íntegro, misericordioso, compasivo, amor, luz, fiel, y así podríamos seguir desgranando todos sus atributos. Pero Dios es también digno por lo que ha hecho por nosotros y en nosotros. Esto último se podría resumir en la salvación que nos ha proporcionado, entendiendo esta, no únicamente como un mero boleto para entrar en el cielo, lo cual, en sí mismo ya es mucho, sino el trabajo diario y cotidiano que continúa haciendo en cada uno de nosotros para que lleguemos a ser la mejor versión posible de nosotros mismos, es decir, similares a Jesús. 

Por todo ello Él es merecedor de nuestra alabanza. Pero entendámoslo bien, eso no significa que se merece nuestra canciones y oraciones. Quiere decir que se merece que vivamos una vida que le agrade, le plazca, esta a la altura de quién es Él y lo que ha hecho por nosotros. Una vida que refleje que llevamos su nombre y somos hijos y, consecuentemente, con nuestras palabras, actitudes, motivaciones, valores, pensamientos, acciones y omisiones somos dignos representantes suyos.

Pensemos pues si aquello que le damos a Dios es acorde con su dignidad. ¿Quién es más digno de nuestro tiempo, Netflix, HBO, Amazon Prime? ¿Dónde están nuestras lealtades, Reino de los cielos o partidos políticos? ¿Dónde está nuestro corazón, en sus cosas o en nuestras cosas? ¿Nos mueve la construcción del Reino o nuestros intereses personales? ¿Dónde se van nuestro dinero? Un viejo refrán afirma: "Dime cómo vives y te diré quién eres" Aplicable también a nuestro concepto de la dignidad del Señor.

 



Porque es grande el Señor, es digno de alabanza, más admirable que todos los dioses. (Salmo 96)

El diccionario define la palabra digno como alguien que es merecedor de algo. En este sentido, el Señor es digno por muchas razones. En primer lugar por quién es Él. Es decir, por su persona, su carácter. Dios es santo, justo, íntegro, misericordioso, compasivo, amor, luz, fiel, y así podríamos seguir desgranando todos sus atributos. Pero Dios es también digno por lo que ha hecho por nosotros y en nosotros. Esto último se podría resumir en la salvación que nos ha proporcionado, entendiendo esta, no únicamente como un mero boleto para entrar en el cielo, lo cual, en sí mismo ya es mucho, sino el trabajo diario y cotidiano que continúa haciendo en cada uno de nosotros para que lleguemos a ser la mejor versión posible de nosotros mismos, es decir, similares a Jesús. 

Por todo ello Él es merecedor de nuestra alabanza. Pero entendámoslo bien, eso no significa que se merece nuestra canciones y oraciones. Quiere decir que se merece que vivamos una vida que le agrade, le plazca, esta a la altura de quién es Él y lo que ha hecho por nosotros. Una vida que refleje que llevamos su nombre y somos hijos y, consecuentemente, con nuestras palabras, actitudes, motivaciones, valores, pensamientos, acciones y omisiones somos dignos representantes suyos.

Pensemos pues si aquello que le damos a Dios es acorde con su dignidad. ¿Quién es más digno de nuestro tiempo, Netflix, HBO, Amazon Prime? ¿Dónde están nuestras lealtades, Reino de los cielos o partidos políticos? ¿Dónde está nuestro corazón, en sus cosas o en nuestras cosas? ¿Nos mueve la construcción del Reino o nuestros intereses personales? ¿Dónde se van nuestro dinero? Un viejo refrán afirma: "Dime cómo vives y te diré quién eres" Aplicable también a nuestro concepto de la dignidad del Señor.

 



Porque es grande el Señor, es digno de alabanza, más admirable que todos los dioses. (Salmo 96)

El diccionario define la palabra digno como alguien que es merecedor de algo. En este sentido, el Señor es digno por muchas razones. En primer lugar por quién es Él. Es decir, por su persona, su carácter. Dios es santo, justo, íntegro, misericordioso, compasivo, amor, luz, fiel, y así podríamos seguir desgranando todos sus atributos. Pero Dios es también digno por lo que ha hecho por nosotros y en nosotros. Esto último se podría resumir en la salvación que nos ha proporcionado, entendiendo esta, no únicamente como un mero boleto para entrar en el cielo, lo cual, en sí mismo ya es mucho, sino el trabajo diario y cotidiano que continúa haciendo en cada uno de nosotros para que lleguemos a ser la mejor versión posible de nosotros mismos, es decir, similares a Jesús. 

Por todo ello Él es merecedor de nuestra alabanza. Pero entendámoslo bien, eso no significa que se merece nuestra canciones y oraciones. Quiere decir que se merece que vivamos una vida que le agrade, le plazca, esta a la altura de quién es Él y lo que ha hecho por nosotros. Una vida que refleje que llevamos su nombre y somos hijos y, consecuentemente, con nuestras palabras, actitudes, motivaciones, valores, pensamientos, acciones y omisiones somos dignos representantes suyos.

Pensemos pues si aquello que le damos a Dios es acorde con su dignidad. ¿Quién es más digno de nuestro tiempo, Netflix, HBO, Amazon Prime? ¿Dónde están nuestras lealtades, Reino de los cielos o partidos políticos? ¿Dónde está nuestro corazón, en sus cosas o en nuestras cosas? ¿Nos mueve la construcción del Reino o nuestros intereses personales? ¿Dónde se van nuestro dinero? Un viejo refrán afirma: "Dime cómo vives y te diré quién eres" Aplicable también a nuestro concepto de la dignidad del Señor.