Lo has hecho [al ser humano] algo inferior a un dios, lo has revestido de honor y de gloria, lo has puesto al frente de tus obras, todo lo has sometido a su poder. (Salmo 8:4-5)

Este salmo nos habla de la dignidad de todo ser humano sin excepción. No es únicamente el rico, el poderoso, el ilustrado, el influyente, el religioso, el occidental, el blanco quien merece dignidad, respeto, felicidad y el mejor trato posible; según la Palabra de Dios todo hombre y mujer al margen de su condición es depositario de la imagen del Señor y, consecuentemente, digno.  La palabra dignidad procede del latín y significa honor.  Hace referencia al valor intrínseco del ser humano por simple hecho de serlo, en cuanto ser racional dotado de libertad. Como puedes leer en Wikipedia, no se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino inherente al ser humano. No depende de ningún tipo de condicionamiento.

La dignidad de todo ser humano es una de las múltiples aportaciones de la fe cristiana al mundo. Su origen no puede trazarse ni a Grecia ni a Roma. Tanto Platón como Aristóteles consideraban la esclavitud como algo natural. Aristóteles incluso indicaba que era algo congénito; ciertos seres humanos nacían para ser esclavos y otros no. No fue la Ilustración ni la Revolución Francesa ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos las que han traído este concepto de todo ser humano. Ha sido el cristianismo -a pesar de todos sus errores históricos- el que ha instalado en el mundo un concepto sin el cual no podríamos entender la vida tal y como lo hacemos. 


¿Qué implicaciones debe tener en tu relación con otras personas esta realidad?

 



Lo has hecho [al ser humano] algo inferior a un dios, lo has revestido de honor y de gloria, lo has puesto al frente de tus obras, todo lo has sometido a su poder. (Salmo 8:4-5)

Este salmo nos habla de la dignidad de todo ser humano sin excepción. No es únicamente el rico, el poderoso, el ilustrado, el influyente, el religioso, el occidental, el blanco quien merece dignidad, respeto, felicidad y el mejor trato posible; según la Palabra de Dios todo hombre y mujer al margen de su condición es depositario de la imagen del Señor y, consecuentemente, digno.  La palabra dignidad procede del latín y significa honor.  Hace referencia al valor intrínseco del ser humano por simple hecho de serlo, en cuanto ser racional dotado de libertad. Como puedes leer en Wikipedia, no se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino inherente al ser humano. No depende de ningún tipo de condicionamiento.

La dignidad de todo ser humano es una de las múltiples aportaciones de la fe cristiana al mundo. Su origen no puede trazarse ni a Grecia ni a Roma. Tanto Platón como Aristóteles consideraban la esclavitud como algo natural. Aristóteles incluso indicaba que era algo congénito; ciertos seres humanos nacían para ser esclavos y otros no. No fue la Ilustración ni la Revolución Francesa ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos las que han traído este concepto de todo ser humano. Ha sido el cristianismo -a pesar de todos sus errores históricos- el que ha instalado en el mundo un concepto sin el cual no podríamos entender la vida tal y como lo hacemos. 


¿Qué implicaciones debe tener en tu relación con otras personas esta realidad?

 



Lo has hecho [al ser humano] algo inferior a un dios, lo has revestido de honor y de gloria, lo has puesto al frente de tus obras, todo lo has sometido a su poder. (Salmo 8:4-5)

Este salmo nos habla de la dignidad de todo ser humano sin excepción. No es únicamente el rico, el poderoso, el ilustrado, el influyente, el religioso, el occidental, el blanco quien merece dignidad, respeto, felicidad y el mejor trato posible; según la Palabra de Dios todo hombre y mujer al margen de su condición es depositario de la imagen del Señor y, consecuentemente, digno.  La palabra dignidad procede del latín y significa honor.  Hace referencia al valor intrínseco del ser humano por simple hecho de serlo, en cuanto ser racional dotado de libertad. Como puedes leer en Wikipedia, no se trata de una cualidad otorgada por nadie, sino inherente al ser humano. No depende de ningún tipo de condicionamiento.

La dignidad de todo ser humano es una de las múltiples aportaciones de la fe cristiana al mundo. Su origen no puede trazarse ni a Grecia ni a Roma. Tanto Platón como Aristóteles consideraban la esclavitud como algo natural. Aristóteles incluso indicaba que era algo congénito; ciertos seres humanos nacían para ser esclavos y otros no. No fue la Ilustración ni la Revolución Francesa ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos las que han traído este concepto de todo ser humano. Ha sido el cristianismo -a pesar de todos sus errores históricos- el que ha instalado en el mundo un concepto sin el cual no podríamos entender la vida tal y como lo hacemos. 


¿Qué implicaciones debe tener en tu relación con otras personas esta realidad?