Ya que me debo por igual a civilizados y a no civilizados, a sabios e ignorantes. (Romanos 1:14)


La deuda de amor. Lo que el Señor ha hecho por mí y en mí me genera una deuda de amor hacia Él y hacia mi prójimo. Hacía el Señor porque la única respuesta posible a la gracia es el tratar -insisto en la palabra tratar- de agradar a aquel que de una forma tan increíble e incondicional me ha amado. No porque dejar de agradarle me podría hacer perder su gracia; antes al contrario, sino porque nada de lo que haga o deje de hacer puede alterarla, ¿Qué otra cosa puede hacer sino amarle?

Hacia mi prójimo porque cuando he experimentado el increíble valor añadido que Dios ha traído a mi vida, no puedo guardármelo para mí y no compartirlo con otros. Cuando veo tanta necesidad material, física, emocional, espiritual e intelectual a mi alrededor no puedo guardarme este tesoro para mí, tengo una deuda con todos los seres humanos, tal y como decía el apóstol, judíos y gentiles, sabios e ignorantes. Como el propio Pablo escribía a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, el amor de Jesús nos impulsa.

¿Cómo está tu deuda de amor? ¿Cómo puedes pagarla hoy?

 



Ya que me debo por igual a civilizados y a no civilizados, a sabios e ignorantes. (Romanos 1:14)


La deuda de amor. Lo que el Señor ha hecho por mí y en mí me genera una deuda de amor hacia Él y hacia mi prójimo. Hacía el Señor porque la única respuesta posible a la gracia es el tratar -insisto en la palabra tratar- de agradar a aquel que de una forma tan increíble e incondicional me ha amado. No porque dejar de agradarle me podría hacer perder su gracia; antes al contrario, sino porque nada de lo que haga o deje de hacer puede alterarla, ¿Qué otra cosa puede hacer sino amarle?

Hacia mi prójimo porque cuando he experimentado el increíble valor añadido que Dios ha traído a mi vida, no puedo guardármelo para mí y no compartirlo con otros. Cuando veo tanta necesidad material, física, emocional, espiritual e intelectual a mi alrededor no puedo guardarme este tesoro para mí, tengo una deuda con todos los seres humanos, tal y como decía el apóstol, judíos y gentiles, sabios e ignorantes. Como el propio Pablo escribía a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, el amor de Jesús nos impulsa.

¿Cómo está tu deuda de amor? ¿Cómo puedes pagarla hoy?

 



Ya que me debo por igual a civilizados y a no civilizados, a sabios e ignorantes. (Romanos 1:14)


La deuda de amor. Lo que el Señor ha hecho por mí y en mí me genera una deuda de amor hacia Él y hacia mi prójimo. Hacía el Señor porque la única respuesta posible a la gracia es el tratar -insisto en la palabra tratar- de agradar a aquel que de una forma tan increíble e incondicional me ha amado. No porque dejar de agradarle me podría hacer perder su gracia; antes al contrario, sino porque nada de lo que haga o deje de hacer puede alterarla, ¿Qué otra cosa puede hacer sino amarle?

Hacia mi prójimo porque cuando he experimentado el increíble valor añadido que Dios ha traído a mi vida, no puedo guardármelo para mí y no compartirlo con otros. Cuando veo tanta necesidad material, física, emocional, espiritual e intelectual a mi alrededor no puedo guardarme este tesoro para mí, tengo una deuda con todos los seres humanos, tal y como decía el apóstol, judíos y gentiles, sabios e ignorantes. Como el propio Pablo escribía a los seguidores de Jesús que se reunían en Corinto, el amor de Jesús nos impulsa.

¿Cómo está tu deuda de amor? ¿Cómo puedes pagarla hoy?