Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo. El hombre se marchó proclamando por toda la ciudad lo que Jesús había hecho con él. (Lucas 8:39)


Estas palabras le fueron dichas por Jesús a una persona a la que acababa de liberar de una posesión demoniaca. Se las dijo en respuesta al deseo del liberado de seguir a Jesús y convertirse, como los otros, en un discípulo itinerante.

La expresión "dar la talla", que usamos con frecuencia en España, significa estar a la altura de las circunstancias, cumplir las expectativas que otros tienen sobre nosotros, saber responder de manera adecuada a una situación dada. Cuando seguimos a Jesús debemos dar la talla. Sin embargo, es importante determinar cuál es el escenario en que debemos hacerlo. La vida cotidiana es el lugar donde debemos dar la talla, no en las actividades del domingo en la iglesia. Donde se mide si estamos o no a la altura no es en los contextos religiosos, sino en nuestro hogar, en nuestra escuela, en nuestra universidad, en nuestro puesto de trabajo, en nuestro vecindario, en definitiva, en todos los entornos en los que se desarrolla nuestra vida día a día. Porque, precisamente, es en estos entornos donde está la gente que necesita que nosotros demos la talla y que, a la vez, van a ser más severos con el juicio sobre nuestra calidad como seguidores del Maestro. No es excesivamente complicado fingir o ser políticamente correctos el domingo en el lugar de cultos; eso no es posible en nuestros entornos naturales, donde nos movemos la mayor parte de nuestro tiempo, donde se ve cómo realmente somos y donde se puede evaluar, por observadores externos si realmente damos la talla.


¿Das la talla? ¿Qué dirían de ti observadores externos?



Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo. El hombre se marchó proclamando por toda la ciudad lo que Jesús había hecho con él. (Lucas 8:39)


Estas palabras le fueron dichas por Jesús a una persona a la que acababa de liberar de una posesión demoniaca. Se las dijo en respuesta al deseo del liberado de seguir a Jesús y convertirse, como los otros, en un discípulo itinerante.

La expresión "dar la talla", que usamos con frecuencia en España, significa estar a la altura de las circunstancias, cumplir las expectativas que otros tienen sobre nosotros, saber responder de manera adecuada a una situación dada. Cuando seguimos a Jesús debemos dar la talla. Sin embargo, es importante determinar cuál es el escenario en que debemos hacerlo. La vida cotidiana es el lugar donde debemos dar la talla, no en las actividades del domingo en la iglesia. Donde se mide si estamos o no a la altura no es en los contextos religiosos, sino en nuestro hogar, en nuestra escuela, en nuestra universidad, en nuestro puesto de trabajo, en nuestro vecindario, en definitiva, en todos los entornos en los que se desarrolla nuestra vida día a día. Porque, precisamente, es en estos entornos donde está la gente que necesita que nosotros demos la talla y que, a la vez, van a ser más severos con el juicio sobre nuestra calidad como seguidores del Maestro. No es excesivamente complicado fingir o ser políticamente correctos el domingo en el lugar de cultos; eso no es posible en nuestros entornos naturales, donde nos movemos la mayor parte de nuestro tiempo, donde se ve cómo realmente somos y donde se puede evaluar, por observadores externos si realmente damos la talla.


¿Das la talla? ¿Qué dirían de ti observadores externos?