Acoged a los que tienen una fe poco formada y no os enzarcéis es cuestiones opinables. (Romanos 14:1)


El pensamiento único, la perspectiva única, la interpretación excluyente de la Biblia son, en opinión del apóstol Pablo, expresiones de una fe poco formada, carente de madurez. Lo afirma él, no yo, aunque no puedo estar más de acuerdo con él. Parece ser que en un mundo creado por el Señor que se caracteriza por la diversidad, nosotros nos esforzamos por imponer la uniformidad; una única visión, interpretación, manera de hacer las cosas. Pablo nos dice que eso es muy peligroso y en el capítulo 14 de Romanos nos da pistas para afrontarlo.

Primera, no tenemos, no nos ha sido concedido el derecho de juzgar la manera en que otros entienden y viven la fe. El juicio sobre ellos, como sobre nosotros, le corresponde única y exclusivamente a Dios. Nos metemos, pues, en terreno pantanoso cuando juzgamos a otros. El boomerang se nos puede volver contra nosotros.

Segunda, cada uno debe actuar según los dictados de su conciencia delante del Señor. No tienes el derecho de imponer esos dictados sobre otros. La conciencia es una cuestión muy personal entre cada seguidor de Jesús y el Maestro.

Tercera, cada uno de nosotros, afirma el apóstol en el versículo 12, deberá rendir cuentas de sí mismo ante Dios. No lo deberemos hacer por otros, no se nos pedirán explicaciones sobre lo que fulanito o menganito hicieron o dejaron de hacer. Por tanto, esforcémonos y dediquemos todas las energías que empleamos en criticar y juzgar a otros en ser más fieles, constantes y coherentes en el seguimiento del Maestro.

¿Qué puedes aplicar de lo aquí expuesto?

 



Acoged a los que tienen una fe poco formada y no os enzarcéis es cuestiones opinables. (Romanos 14:1)


El pensamiento único, la perspectiva única, la interpretación excluyente de la Biblia son, en opinión del apóstol Pablo, expresiones de una fe poco formada, carente de madurez. Lo afirma él, no yo, aunque no puedo estar más de acuerdo con él. Parece ser que en un mundo creado por el Señor que se caracteriza por la diversidad, nosotros nos esforzamos por imponer la uniformidad; una única visión, interpretación, manera de hacer las cosas. Pablo nos dice que eso es muy peligroso y en el capítulo 14 de Romanos nos da pistas para afrontarlo.

Primera, no tenemos, no nos ha sido concedido el derecho de juzgar la manera en que otros entienden y viven la fe. El juicio sobre ellos, como sobre nosotros, le corresponde única y exclusivamente a Dios. Nos metemos, pues, en terreno pantanoso cuando juzgamos a otros. El boomerang se nos puede volver contra nosotros.

Segunda, cada uno debe actuar según los dictados de su conciencia delante del Señor. No tienes el derecho de imponer esos dictados sobre otros. La conciencia es una cuestión muy personal entre cada seguidor de Jesús y el Maestro.

Tercera, cada uno de nosotros, afirma el apóstol en el versículo 12, deberá rendir cuentas de sí mismo ante Dios. No lo deberemos hacer por otros, no se nos pedirán explicaciones sobre lo que fulanito o menganito hicieron o dejaron de hacer. Por tanto, esforcémonos y dediquemos todas las energías que empleamos en criticar y juzgar a otros en ser más fieles, constantes y coherentes en el seguimiento del Maestro.

¿Qué puedes aplicar de lo aquí expuesto?

 



Acoged a los que tienen una fe poco formada y no os enzarcéis es cuestiones opinables. (Romanos 14:1)


El pensamiento único, la perspectiva única, la interpretación excluyente de la Biblia son, en opinión del apóstol Pablo, expresiones de una fe poco formada, carente de madurez. Lo afirma él, no yo, aunque no puedo estar más de acuerdo con él. Parece ser que en un mundo creado por el Señor que se caracteriza por la diversidad, nosotros nos esforzamos por imponer la uniformidad; una única visión, interpretación, manera de hacer las cosas. Pablo nos dice que eso es muy peligroso y en el capítulo 14 de Romanos nos da pistas para afrontarlo.

Primera, no tenemos, no nos ha sido concedido el derecho de juzgar la manera en que otros entienden y viven la fe. El juicio sobre ellos, como sobre nosotros, le corresponde única y exclusivamente a Dios. Nos metemos, pues, en terreno pantanoso cuando juzgamos a otros. El boomerang se nos puede volver contra nosotros.

Segunda, cada uno debe actuar según los dictados de su conciencia delante del Señor. No tienes el derecho de imponer esos dictados sobre otros. La conciencia es una cuestión muy personal entre cada seguidor de Jesús y el Maestro.

Tercera, cada uno de nosotros, afirma el apóstol en el versículo 12, deberá rendir cuentas de sí mismo ante Dios. No lo deberemos hacer por otros, no se nos pedirán explicaciones sobre lo que fulanito o menganito hicieron o dejaron de hacer. Por tanto, esforcémonos y dediquemos todas las energías que empleamos en criticar y juzgar a otros en ser más fieles, constantes y coherentes en el seguimiento del Maestro.

¿Qué puedes aplicar de lo aquí expuesto?