Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiem- po, porque los días son malos. —Efesios 5:17

Siempre he creído que el tiempo es el don más democrático que existe porque todos los humanos, sin excepción, tenemos la misma cantidad de tiempo. Cada día se nos conce- den veinticuatro horas y es nuestra responsabilidad administrarlas de la mejor manera posible.

Cada uno invierte esas veinticuatro horas de manera diferente y, a menudo, la forma en que lo hacemos demuestra dónde están nuestros auténticos valores y prioridades. Es cierto que una buena cantidad de nosotros hemos de trabajar mucho y duro. Entiendo y sé que existen trabajos en los cuales la persona ha de invertir horas y horas porque así se lo requieren, y que esta realidad se hace todavía más patente en tiempos de crisis econó- mica como los que estamos experimentando que hacen el trabajo más precario e inesta- ble ¡Cierto!

Eso no quita el hecho que debemos reflexionar para observar, de forma objetiva, cómo estamos utilizando nuestro tiempo. La invitación del apóstol Pablo en los versículos arriba reproducidos va, precisamente, en esta dirección. Indica que reflexionemos sobre nuestro estilo de vida y si el mismo está caracterizado por la necedad -vivir la vida sin tener en cuenta los principios de Dios- o la sabiduría -vivir de la forma contraria-.

Una de las evidencias de una vida caracterizada por la sabiduría es, según el apóstol, el uso que hacemos del tiempo, cómo lo manejamos, cómo lo invertimos, en qué se va nuestro tiempo a lo largo de una semana.

Al pensar sobre el uso del tiempo, ¿qué ves?

¿Cuánto de tu tiempo está invertido en la comunión con Jesús y renovar tu perspectiva espiritual de la vida?

¿Cuánto está dedicado a, de forma intencional, vivir como un agente de restauración?

¿Cuánto de tu tiempo es dedicado a ministrar a aquellos que están en necesidad?

La Cuaresma te invita a que introduzcas esta reflexión en tu vida, te observes, mires cómo usas el tiempo y, naturalmente, actúes.


 



Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiem- po, porque los días son malos. —Efesios 5:17

Siempre he creído que el tiempo es el don más democrático que existe porque todos los humanos, sin excepción, tenemos la misma cantidad de tiempo. Cada día se nos conce- den veinticuatro horas y es nuestra responsabilidad administrarlas de la mejor manera posible.

Cada uno invierte esas veinticuatro horas de manera diferente y, a menudo, la forma en que lo hacemos demuestra dónde están nuestros auténticos valores y prioridades. Es cierto que una buena cantidad de nosotros hemos de trabajar mucho y duro. Entiendo y sé que existen trabajos en los cuales la persona ha de invertir horas y horas porque así se lo requieren, y que esta realidad se hace todavía más patente en tiempos de crisis econó- mica como los que estamos experimentando que hacen el trabajo más precario e inesta- ble ¡Cierto!

Eso no quita el hecho que debemos reflexionar para observar, de forma objetiva, cómo estamos utilizando nuestro tiempo. La invitación del apóstol Pablo en los versículos arriba reproducidos va, precisamente, en esta dirección. Indica que reflexionemos sobre nuestro estilo de vida y si el mismo está caracterizado por la necedad -vivir la vida sin tener en cuenta los principios de Dios- o la sabiduría -vivir de la forma contraria-.

Una de las evidencias de una vida caracterizada por la sabiduría es, según el apóstol, el uso que hacemos del tiempo, cómo lo manejamos, cómo lo invertimos, en qué se va nuestro tiempo a lo largo de una semana.

Al pensar sobre el uso del tiempo, ¿qué ves?

¿Cuánto de tu tiempo está invertido en la comunión con Jesús y renovar tu perspectiva espiritual de la vida?

¿Cuánto está dedicado a, de forma intencional, vivir como un agente de restauración?

¿Cuánto de tu tiempo es dedicado a ministrar a aquellos que están en necesidad?

La Cuaresma te invita a que introduzcas esta reflexión en tu vida, te observes, mires cómo usas el tiempo y, naturalmente, actúes.


 



Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiem- po, porque los días son malos. —Efesios 5:17

Siempre he creído que el tiempo es el don más democrático que existe porque todos los humanos, sin excepción, tenemos la misma cantidad de tiempo. Cada día se nos conce- den veinticuatro horas y es nuestra responsabilidad administrarlas de la mejor manera posible.

Cada uno invierte esas veinticuatro horas de manera diferente y, a menudo, la forma en que lo hacemos demuestra dónde están nuestros auténticos valores y prioridades. Es cierto que una buena cantidad de nosotros hemos de trabajar mucho y duro. Entiendo y sé que existen trabajos en los cuales la persona ha de invertir horas y horas porque así se lo requieren, y que esta realidad se hace todavía más patente en tiempos de crisis econó- mica como los que estamos experimentando que hacen el trabajo más precario e inesta- ble ¡Cierto!

Eso no quita el hecho que debemos reflexionar para observar, de forma objetiva, cómo estamos utilizando nuestro tiempo. La invitación del apóstol Pablo en los versículos arriba reproducidos va, precisamente, en esta dirección. Indica que reflexionemos sobre nuestro estilo de vida y si el mismo está caracterizado por la necedad -vivir la vida sin tener en cuenta los principios de Dios- o la sabiduría -vivir de la forma contraria-.

Una de las evidencias de una vida caracterizada por la sabiduría es, según el apóstol, el uso que hacemos del tiempo, cómo lo manejamos, cómo lo invertimos, en qué se va nuestro tiempo a lo largo de una semana.

Al pensar sobre el uso del tiempo, ¿qué ves?

¿Cuánto de tu tiempo está invertido en la comunión con Jesús y renovar tu perspectiva espiritual de la vida?

¿Cuánto está dedicado a, de forma intencional, vivir como un agente de restauración?

¿Cuánto de tu tiempo es dedicado a ministrar a aquellos que están en necesidad?

La Cuaresma te invita a que introduzcas esta reflexión en tu vida, te observes, mires cómo usas el tiempo y, naturalmente, actúes.