Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios.
Ellos se doblegan y caen,
nosotros permanecemos en pie. 
—Salmo 20:7-8

Puedo estar equivocado, pero pienso que la búsqueda de seguridad es una de las cosas que nos preocupa a todas las personas, sin duda en distinto grado y también con dife- rente intensidad según las épocas y circunstancias de la vida. Todos nosotros gastamos una gran cantidad de energía mental, física, emocional y me atrevería a decir también espiritual en intentar tener bajo control cuantas más áreas o factores de nuestra vida como nos sean posible.

Esta necesidad de control va vinculada a una necesidad aún más profunda, la de segu- ridad. Me atrevería a decir que control y seguridad van unidas de la mano por la calle o que son dos partes de la misma realidad, dos caras de la misma moneda. Cuando nos proyectamos en el futuro podemos ver -salvo que provengamos de una familia millo- naria- una gran cantidad de variables que están fuera de nuestro control, por ejemplo, cómo evolucionará la economía, qué sucederá con nuestros trabajos, de qué modo cu- briremos nuestras necesidades cuando estemos jubilados, qué sucederá con el sistema público de pensiones y con la sanidad.

Podemos tratar de blindarnos ante estas incertezas con planes privados de pensiones, emprendiendo negocios, ahorrando al máximo y todo aquello que, desde nuestra perspectiva, nos provea de seguridad. Sin embargo, no podemos blindar nuestra salud, las decisiones que tomen nuestros hijos o nuestros padres, el impacto que otros tengan sobre nosotros ¡Demasiadas variables a controlar y demasiadas fuera de nuestro control y alcance!

La invitación de hoy de la Cuaresma es a reflexionar -inclinarse hacia atrás para tomar distancia- acerca de dónde intentamos o nos esforzamos por buscar nuestra seguridad. Cuáles son las cosas que buscamos nos provean de una falsa sensación de seguridad y cómo podemos encontrar la auténtica seguridad en el Señor. Un simple vistazo nos ayudará a discernir hacia dónde van nuestras energías en este sentido y nos desafiará a descansar en el Señor quien creó y controla todo el universo.


¿Qué te preocupa, qué te carga y te produce ansiedad?

¿Qué te revela lo anterior acerca de ti mismo y tu búsqueda de control y seguridad?

¿Qué crees que piensa el Señor sobre las situaciones que has descrito? ¿Cómo puede ayudarte?

 


Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios.
Ellos se doblegan y caen,
nosotros permanecemos en pie. 
—Salmo 20:7-8

Puedo estar equivocado, pero pienso que la búsqueda de seguridad es una de las cosas que nos preocupa a todas las personas, sin duda en distinto grado y también con dife- rente intensidad según las épocas y circunstancias de la vida. Todos nosotros gastamos una gran cantidad de energía mental, física, emocional y me atrevería a decir también espiritual en intentar tener bajo control cuantas más áreas o factores de nuestra vida como nos sean posible.

Esta necesidad de control va vinculada a una necesidad aún más profunda, la de segu- ridad. Me atrevería a decir que control y seguridad van unidas de la mano por la calle o que son dos partes de la misma realidad, dos caras de la misma moneda. Cuando nos proyectamos en el futuro podemos ver -salvo que provengamos de una familia millo- naria- una gran cantidad de variables que están fuera de nuestro control, por ejemplo, cómo evolucionará la economía, qué sucederá con nuestros trabajos, de qué modo cu- briremos nuestras necesidades cuando estemos jubilados, qué sucederá con el sistema público de pensiones y con la sanidad.

Podemos tratar de blindarnos ante estas incertezas con planes privados de pensiones, emprendiendo negocios, ahorrando al máximo y todo aquello que, desde nuestra perspectiva, nos provea de seguridad. Sin embargo, no podemos blindar nuestra salud, las decisiones que tomen nuestros hijos o nuestros padres, el impacto que otros tengan sobre nosotros ¡Demasiadas variables a controlar y demasiadas fuera de nuestro control y alcance!

La invitación de hoy de la Cuaresma es a reflexionar -inclinarse hacia atrás para tomar distancia- acerca de dónde intentamos o nos esforzamos por buscar nuestra seguridad. Cuáles son las cosas que buscamos nos provean de una falsa sensación de seguridad y cómo podemos encontrar la auténtica seguridad en el Señor. Un simple vistazo nos ayudará a discernir hacia dónde van nuestras energías en este sentido y nos desafiará a descansar en el Señor quien creó y controla todo el universo.


¿Qué te preocupa, qué te carga y te produce ansiedad?

¿Qué te revela lo anterior acerca de ti mismo y tu búsqueda de control y seguridad?

¿Qué crees que piensa el Señor sobre las situaciones que has descrito? ¿Cómo puede ayudarte?

 


Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos al Señor nuestro Dios.
Ellos se doblegan y caen,
nosotros permanecemos en pie. 
—Salmo 20:7-8

Puedo estar equivocado, pero pienso que la búsqueda de seguridad es una de las cosas que nos preocupa a todas las personas, sin duda en distinto grado y también con dife- rente intensidad según las épocas y circunstancias de la vida. Todos nosotros gastamos una gran cantidad de energía mental, física, emocional y me atrevería a decir también espiritual en intentar tener bajo control cuantas más áreas o factores de nuestra vida como nos sean posible.

Esta necesidad de control va vinculada a una necesidad aún más profunda, la de segu- ridad. Me atrevería a decir que control y seguridad van unidas de la mano por la calle o que son dos partes de la misma realidad, dos caras de la misma moneda. Cuando nos proyectamos en el futuro podemos ver -salvo que provengamos de una familia millo- naria- una gran cantidad de variables que están fuera de nuestro control, por ejemplo, cómo evolucionará la economía, qué sucederá con nuestros trabajos, de qué modo cu- briremos nuestras necesidades cuando estemos jubilados, qué sucederá con el sistema público de pensiones y con la sanidad.

Podemos tratar de blindarnos ante estas incertezas con planes privados de pensiones, emprendiendo negocios, ahorrando al máximo y todo aquello que, desde nuestra perspectiva, nos provea de seguridad. Sin embargo, no podemos blindar nuestra salud, las decisiones que tomen nuestros hijos o nuestros padres, el impacto que otros tengan sobre nosotros ¡Demasiadas variables a controlar y demasiadas fuera de nuestro control y alcance!

La invitación de hoy de la Cuaresma es a reflexionar -inclinarse hacia atrás para tomar distancia- acerca de dónde intentamos o nos esforzamos por buscar nuestra seguridad. Cuáles son las cosas que buscamos nos provean de una falsa sensación de seguridad y cómo podemos encontrar la auténtica seguridad en el Señor. Un simple vistazo nos ayudará a discernir hacia dónde van nuestras energías en este sentido y nos desafiará a descansar en el Señor quien creó y controla todo el universo.


¿Qué te preocupa, qué te carga y te produce ansiedad?

¿Qué te revela lo anterior acerca de ti mismo y tu búsqueda de control y seguridad?

¿Qué crees que piensa el Señor sobre las situaciones que has descrito? ¿Cómo puede ayudarte?