¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios podré mi esperanza, no cesaré de alabarlo, ¡Él es mi salvador! (Salmo 43: 5)


¡Qué realistas son lo salmos! Frente a los clichés y frases hechas acerca del Señor y de la vida cristiana los salmos nos presentan y reflejan la cruda realidad que muchos de nosotros, si no todos, vivimos día tras día. Nuestro cerebro y nuestro corazón no siempre andan con el mismo paso y a la misma velocidad. Vemos la situación que nos rodea y sentimos miedo, preocupación, abatimiento, desazón, angustia... y yo diría que no es para menos. Habría que estar locos para no darse cuenta que nos está cayendo y nos seguirá cayendo una buena encima. 

Si leemos este corto poema en su totalidad veremos que en la primera parte el salmista hace una clara descripción de su situación y cómo le afecta. Si ser realista es carecer de fe, el autor de este salmo carece de la misma. Pero, en la última parte, la aquí reproducida, hace una declaración de fe y confianza en Dios. Porque la fe no es la negación del problema, de la realidad; la fe es la intencionalidad de descansar en el Señor, no negando el problema, sino más bien afirmándolo y simultáneamente, optando por vivir en confianza no debido a, sino a pesar de.

No niegues la realidad, no la reprimas, acéptala, ponle nombre y dásela al Señor. Esa es la fórmula higiénica para tener salud mental en tiempo de pandemia. 

 



¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios podré mi esperanza, no cesaré de alabarlo, ¡Él es mi salvador! (Salmo 43: 5)


¡Qué realistas son lo salmos! Frente a los clichés y frases hechas acerca del Señor y de la vida cristiana los salmos nos presentan y reflejan la cruda realidad que muchos de nosotros, si no todos, vivimos día tras día. Nuestro cerebro y nuestro corazón no siempre andan con el mismo paso y a la misma velocidad. Vemos la situación que nos rodea y sentimos miedo, preocupación, abatimiento, desazón, angustia... y yo diría que no es para menos. Habría que estar locos para no darse cuenta que nos está cayendo y nos seguirá cayendo una buena encima. 

Si leemos este corto poema en su totalidad veremos que en la primera parte el salmista hace una clara descripción de su situación y cómo le afecta. Si ser realista es carecer de fe, el autor de este salmo carece de la misma. Pero, en la última parte, la aquí reproducida, hace una declaración de fe y confianza en Dios. Porque la fe no es la negación del problema, de la realidad; la fe es la intencionalidad de descansar en el Señor, no negando el problema, sino más bien afirmándolo y simultáneamente, optando por vivir en confianza no debido a, sino a pesar de.

No niegues la realidad, no la reprimas, acéptala, ponle nombre y dásela al Señor. Esa es la fórmula higiénica para tener salud mental en tiempo de pandemia. 

 



¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios podré mi esperanza, no cesaré de alabarlo, ¡Él es mi salvador! (Salmo 43: 5)


¡Qué realistas son lo salmos! Frente a los clichés y frases hechas acerca del Señor y de la vida cristiana los salmos nos presentan y reflejan la cruda realidad que muchos de nosotros, si no todos, vivimos día tras día. Nuestro cerebro y nuestro corazón no siempre andan con el mismo paso y a la misma velocidad. Vemos la situación que nos rodea y sentimos miedo, preocupación, abatimiento, desazón, angustia... y yo diría que no es para menos. Habría que estar locos para no darse cuenta que nos está cayendo y nos seguirá cayendo una buena encima. 

Si leemos este corto poema en su totalidad veremos que en la primera parte el salmista hace una clara descripción de su situación y cómo le afecta. Si ser realista es carecer de fe, el autor de este salmo carece de la misma. Pero, en la última parte, la aquí reproducida, hace una declaración de fe y confianza en Dios. Porque la fe no es la negación del problema, de la realidad; la fe es la intencionalidad de descansar en el Señor, no negando el problema, sino más bien afirmándolo y simultáneamente, optando por vivir en confianza no debido a, sino a pesar de.

No niegues la realidad, no la reprimas, acéptala, ponle nombre y dásela al Señor. Esa es la fórmula higiénica para tener salud mental en tiempo de pandemia.