Yo conozco mis designios sobre vosotros -oráculo del Señor-. Son designios de bienestar, no de desgracia, pues os ofrezco un futuro y una esperanza. Me invocaréis y vendréis a suplicarme, y yo os escucharé; me buscaréis y me encontraréis, si es que venís a buscarme de todo corazón. Me dejaré encontrar por vosotros. (Jeremías 29:11-14)


¿Cómo es posible para un seguidor de Jesús vivir sin entender cuáles son los designios de Dios para su vida? Es caminar sin rumbo ni sentido, acabando donde la vida nos lleve, pero no necesariamente donde el Señor quería que llegáramos. Me sorprende que tantos cristianos simplemente... vayamos haciendo. Nos levantamos un día más. Tratamos, cuando nos acordamos, de vivir mínimamente bien, siendo buenas personas; tratando de no hacer mal a nadie, pero sin demasiado empeño en añadir valor a la vida de nadie tampoco. Y, tal y como dice la vieja canción: así pasan los días.

Conocer los designios del Señor tiene, en mi modesta opinión, dos vertientes. La primera, es el cuadro marco que delimita cuáles son sus designios para nosotros. Afortunadamente éste está claramente definido en su Palabra y al alcance de todos nosotros. El desea que cada vez seamos más como Jesús, es decir, que la manera de pensar y vivir del Maestro cada vez sea más evidente en nuestras vidas. Y también desea que nos unamos a Él en su trabajo de restauración y reconciliación de todo el universo. Dicho de otro modo, este es un designio general para cada seguidor del Señor Jesús. No te esfuerzas más en buscarlo, aquí esta.

Pero la segunda vertiente, es cómo en mi vida única y singular yo vivo ese designio del Señor antes mencionado. Es decir, de qué modo en mi familia, trabajo o estudios, amistades, comunidad de fe, vecindario e incluso ciudad, despliego ese propósito general que Dios tiene para mí, ese doble propósito de que Jesús sea formado y yo actúe como agente de restauración y reconciliación. 

Cuando todo esto ta claro, cuando entendemos sus designios, uno no se levanta por las mañanas y simplemente va haciendo. Uno vive, como indicaba el Señor, con una esperanza y un futuro.

¿Conoces sus designios, hasta qué punto los estás viviendo?



Yo conozco mis designios sobre vosotros -oráculo del Señor-. Son designios de bienestar, no de desgracia, pues os ofrezco un futuro y una esperanza. Me invocaréis y vendréis a suplicarme, y yo os escucharé; me buscaréis y me encontraréis, si es que venís a buscarme de todo corazón. Me dejaré encontrar por vosotros. (Jeremías 29:11-14)


¿Cómo es posible para un seguidor de Jesús vivir sin entender cuáles son los designios de Dios para su vida? Es caminar sin rumbo ni sentido, acabando donde la vida nos lleve, pero no necesariamente donde el Señor quería que llegáramos. Me sorprende que tantos cristianos simplemente... vayamos haciendo. Nos levantamos un día más. Tratamos, cuando nos acordamos, de vivir mínimamente bien, siendo buenas personas; tratando de no hacer mal a nadie, pero sin demasiado empeño en añadir valor a la vida de nadie tampoco. Y, tal y como dice la vieja canción: así pasan los días.

Conocer los designios del Señor tiene, en mi modesta opinión, dos vertientes. La primera, es el cuadro marco que delimita cuáles son sus designios para nosotros. Afortunadamente éste está claramente definido en su Palabra y al alcance de todos nosotros. El desea que cada vez seamos más como Jesús, es decir, que la manera de pensar y vivir del Maestro cada vez sea más evidente en nuestras vidas. Y también desea que nos unamos a Él en su trabajo de restauración y reconciliación de todo el universo. Dicho de otro modo, este es un designio general para cada seguidor del Señor Jesús. No te esfuerzas más en buscarlo, aquí esta.

Pero la segunda vertiente, es cómo en mi vida única y singular yo vivo ese designio del Señor antes mencionado. Es decir, de qué modo en mi familia, trabajo o estudios, amistades, comunidad de fe, vecindario e incluso ciudad, despliego ese propósito general que Dios tiene para mí, ese doble propósito de que Jesús sea formado y yo actúe como agente de restauración y reconciliación. 

Cuando todo esto ta claro, cuando entendemos sus designios, uno no se levanta por las mañanas y simplemente va haciendo. Uno vive, como indicaba el Señor, con una esperanza y un futuro.

¿Conoces sus designios, hasta qué punto los estás viviendo?



Yo conozco mis designios sobre vosotros -oráculo del Señor-. Son designios de bienestar, no de desgracia, pues os ofrezco un futuro y una esperanza. Me invocaréis y vendréis a suplicarme, y yo os escucharé; me buscaréis y me encontraréis, si es que venís a buscarme de todo corazón. Me dejaré encontrar por vosotros. (Jeremías 29:11-14)


¿Cómo es posible para un seguidor de Jesús vivir sin entender cuáles son los designios de Dios para su vida? Es caminar sin rumbo ni sentido, acabando donde la vida nos lleve, pero no necesariamente donde el Señor quería que llegáramos. Me sorprende que tantos cristianos simplemente... vayamos haciendo. Nos levantamos un día más. Tratamos, cuando nos acordamos, de vivir mínimamente bien, siendo buenas personas; tratando de no hacer mal a nadie, pero sin demasiado empeño en añadir valor a la vida de nadie tampoco. Y, tal y como dice la vieja canción: así pasan los días.

Conocer los designios del Señor tiene, en mi modesta opinión, dos vertientes. La primera, es el cuadro marco que delimita cuáles son sus designios para nosotros. Afortunadamente éste está claramente definido en su Palabra y al alcance de todos nosotros. El desea que cada vez seamos más como Jesús, es decir, que la manera de pensar y vivir del Maestro cada vez sea más evidente en nuestras vidas. Y también desea que nos unamos a Él en su trabajo de restauración y reconciliación de todo el universo. Dicho de otro modo, este es un designio general para cada seguidor del Señor Jesús. No te esfuerzas más en buscarlo, aquí esta.

Pero la segunda vertiente, es cómo en mi vida única y singular yo vivo ese designio del Señor antes mencionado. Es decir, de qué modo en mi familia, trabajo o estudios, amistades, comunidad de fe, vecindario e incluso ciudad, despliego ese propósito general que Dios tiene para mí, ese doble propósito de que Jesús sea formado y yo actúe como agente de restauración y reconciliación. 

Cuando todo esto ta claro, cuando entendemos sus designios, uno no se levanta por las mañanas y simplemente va haciendo. Uno vive, como indicaba el Señor, con una esperanza y un futuro.

¿Conoces sus designios, hasta qué punto los estás viviendo?