En efecto, la palabra de Dios es fuente de vida y eficacia. (Hebreos 4:12)


En el mundo hebreo las palabras eran consideradas mucho más que meros sonidos. En el momento en que una de ellas era pronunciada cobraba vida propia e independiente. Las palabras tenían poder, actuaban. El libro de Proverbios está lleno de orientaciones y explicaciones acerca de las palabras y el tremendo impacto que para bien y para mal pueden tener en la vida de las personas. Santiago, el hermano de Jesús, indicaba que por medio de ellas podemos bendecir o maldecir; hacer bien o hacer mal. En el libro de Isaías el Señor dice por medio del profeta que su palabra no volverá a Él vacía sino que una vez pronunciada hará su trabajo. Catalina, zarina de Rusia, afirmó. "Somos dueños de las palabras que callamos y esclavos de aquellas que hemos pronunciado". Ciertamente.

Lo que me resulta significativo de este pasaje es que el anónimo autor de este libro afirma que la palabra de Dios es fuente de vida. Yo diría que pretende ser fuente de vida. Y lo es para aquellos que la aceptamos y tenemos la voluntad de amoldarnos a sus principios y orientaciones. Sin embargo, también es cierto que puede ser fuente de muerte para aquellos que se ven confrontados por ella y persisten en mantenerse en su posición impidiendo que la palabra puedas sanarlos, restaurarlos, curarlos, reconciliarlos. El efecto de la palabra de Dios sobre nosotros dependerá totalmente de nuestra actitud hacia ella.


¿Cuál es tu actitud hacia la Palabra?


En efecto, la palabra de Dios es fuente de vida y eficacia. (Hebreos 4:12)


En el mundo hebreo las palabras eran consideradas mucho más que meros sonidos. En el momento en que una de ellas era pronunciada cobraba vida propia e independiente. Las palabras tenían poder, actuaban. El libro de Proverbios está lleno de orientaciones y explicaciones acerca de las palabras y el tremendo impacto que para bien y para mal pueden tener en la vida de las personas. Santiago, el hermano de Jesús, indicaba que por medio de ellas podemos bendecir o maldecir; hacer bien o hacer mal. En el libro de Isaías el Señor dice por medio del profeta que su palabra no volverá a Él vacía sino que una vez pronunciada hará su trabajo. Catalina, zarina de Rusia, afirmó. "Somos dueños de las palabras que callamos y esclavos de aquellas que hemos pronunciado". Ciertamente.

Lo que me resulta significativo de este pasaje es que el anónimo autor de este libro afirma que la palabra de Dios es fuente de vida. Yo diría que pretende ser fuente de vida. Y lo es para aquellos que la aceptamos y tenemos la voluntad de amoldarnos a sus principios y orientaciones. Sin embargo, también es cierto que puede ser fuente de muerte para aquellos que se ven confrontados por ella y persisten en mantenerse en su posición impidiendo que la palabra puedas sanarlos, restaurarlos, curarlos, reconciliarlos. El efecto de la palabra de Dios sobre nosotros dependerá totalmente de nuestra actitud hacia ella.


¿Cuál es tu actitud hacia la Palabra?


En efecto, la palabra de Dios es fuente de vida y eficacia. (Hebreos 4:12)


En el mundo hebreo las palabras eran consideradas mucho más que meros sonidos. En el momento en que una de ellas era pronunciada cobraba vida propia e independiente. Las palabras tenían poder, actuaban. El libro de Proverbios está lleno de orientaciones y explicaciones acerca de las palabras y el tremendo impacto que para bien y para mal pueden tener en la vida de las personas. Santiago, el hermano de Jesús, indicaba que por medio de ellas podemos bendecir o maldecir; hacer bien o hacer mal. En el libro de Isaías el Señor dice por medio del profeta que su palabra no volverá a Él vacía sino que una vez pronunciada hará su trabajo. Catalina, zarina de Rusia, afirmó. "Somos dueños de las palabras que callamos y esclavos de aquellas que hemos pronunciado". Ciertamente.

Lo que me resulta significativo de este pasaje es que el anónimo autor de este libro afirma que la palabra de Dios es fuente de vida. Yo diría que pretende ser fuente de vida. Y lo es para aquellos que la aceptamos y tenemos la voluntad de amoldarnos a sus principios y orientaciones. Sin embargo, también es cierto que puede ser fuente de muerte para aquellos que se ven confrontados por ella y persisten en mantenerse en su posición impidiendo que la palabra puedas sanarlos, restaurarlos, curarlos, reconciliarlos. El efecto de la palabra de Dios sobre nosotros dependerá totalmente de nuestra actitud hacia ella.


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