Por eso Cristo no entró en un santuario construido por manos humanas -que era imagen del verdadero santuario-, sino que entró en el cielo mismo donde ahora intercede por nosotros en presencia de Dios. (Hebreos 9:24)


El capítulo nueve de Hebreos juega todo el tiempo con el paralelismo entre el antiguo sistema de sacrificios y el sacrificio único y definitivo llevado a cabo por Jesús en favor de los pecados de toda la humanidad. Los sacrificios levíticos eran, tan solo, una imagen de lo que sería el llevado a cabo por Jesús. Aquellos eran temporales y tenían que ser repetidos una y otra vez porque nunca podían hacer perfectos a aquellos que los ofrecían. Del mismo modo, el sumo sacerdote tan solo podía entrar en el lugar santísimo para interceder por todo el pueblo una vez al año, el día de la expiación; por el contrario, como nos dice el anónimo autor de este libro, Jesús está de forma continuada intercediendo por cada uno de nosotros.

Para mí es importante personalizarlo. El Maestro está en la misma presencia del Dios santo y de forma constante presenta ante Él mis necesidades, mis dudas, mis preguntas, mis angustias, mis fallos, mis inconsistencias, mis pecados, mi frustración porque el avance no es tan rápido ni profundo como yo pensaba, mis caída y mis retrocesos.

¿De qué manera puede cambiar tu actitud ante la vida el hecho de saber que Jesús, de forma constante, intercede ante el Padre por ti?



Por eso Cristo no entró en un santuario construido por manos humanas -que era imagen del verdadero santuario-, sino que entró en el cielo mismo donde ahora intercede por nosotros en presencia de Dios. (Hebreos 9:24)


El capítulo nueve de Hebreos juega todo el tiempo con el paralelismo entre el antiguo sistema de sacrificios y el sacrificio único y definitivo llevado a cabo por Jesús en favor de los pecados de toda la humanidad. Los sacrificios levíticos eran, tan solo, una imagen de lo que sería el llevado a cabo por Jesús. Aquellos eran temporales y tenían que ser repetidos una y otra vez porque nunca podían hacer perfectos a aquellos que los ofrecían. Del mismo modo, el sumo sacerdote tan solo podía entrar en el lugar santísimo para interceder por todo el pueblo una vez al año, el día de la expiación; por el contrario, como nos dice el anónimo autor de este libro, Jesús está de forma continuada intercediendo por cada uno de nosotros.

Para mí es importante personalizarlo. El Maestro está en la misma presencia del Dios santo y de forma constante presenta ante Él mis necesidades, mis dudas, mis preguntas, mis angustias, mis fallos, mis inconsistencias, mis pecados, mi frustración porque el avance no es tan rápido ni profundo como yo pensaba, mis caída y mis retrocesos.

¿De qué manera puede cambiar tu actitud ante la vida el hecho de saber que Jesús, de forma constante, intercede ante el Padre por ti?



Por eso Cristo no entró en un santuario construido por manos humanas -que era imagen del verdadero santuario-, sino que entró en el cielo mismo donde ahora intercede por nosotros en presencia de Dios. (Hebreos 9:24)


El capítulo nueve de Hebreos juega todo el tiempo con el paralelismo entre el antiguo sistema de sacrificios y el sacrificio único y definitivo llevado a cabo por Jesús en favor de los pecados de toda la humanidad. Los sacrificios levíticos eran, tan solo, una imagen de lo que sería el llevado a cabo por Jesús. Aquellos eran temporales y tenían que ser repetidos una y otra vez porque nunca podían hacer perfectos a aquellos que los ofrecían. Del mismo modo, el sumo sacerdote tan solo podía entrar en el lugar santísimo para interceder por todo el pueblo una vez al año, el día de la expiación; por el contrario, como nos dice el anónimo autor de este libro, Jesús está de forma continuada intercediendo por cada uno de nosotros.

Para mí es importante personalizarlo. El Maestro está en la misma presencia del Dios santo y de forma constante presenta ante Él mis necesidades, mis dudas, mis preguntas, mis angustias, mis fallos, mis inconsistencias, mis pecados, mi frustración porque el avance no es tan rápido ni profundo como yo pensaba, mis caída y mis retrocesos.

¿De qué manera puede cambiar tu actitud ante la vida el hecho de saber que Jesús, de forma constante, intercede ante el Padre por ti?