Una esperanza que es para nuestra vida como un ancla firme y segura, y que penetra hasta lo más interior del santuario, adonde, abriéndose camino, ya ha entrado Jesús. (Hebreos 6:19-20)


Esta pasaje nos habla de esperanza. En la antigüedad la esperanza era representada por medio de un ancla. Este, no evita las tormentas pero da seguridad en medio de las mismas. Lo mismo sucede con la esperanza cristiana; es ridículo pensar que el hecho de tener una relación personal con Dios nos libra de todos los vaivenes, circunstancias y contrariedades de la vida ¡Para nada! Conozco y, sin duda, todos conocemos seguidores de Jesús cercanos a nosotros que están pasando por momentos de extrema dificulta física, emocional, económica o espiritual. Creyentes que lo único que los sostiene en medio de todo ese marasmo es la esperanza de que su vida está en las manos del Señor, que no les dejará ni desamparará en medio del valle de sombra de muerte.

La esperanza del seguidor de Jesús no es que la vida será benigna con nosotros. La esperanza consiste en el compromiso del Señor de estar con nosotros en medio de la tormenta, el caos, el dolor y el sufrimiento. El ha prometido por sí mismo que no nos dejará ni nos desamparará y que, en todo momento, renovará nuestras fuerzas. Se puede vivir con muchas carencias, pero no se puede vivir sin esperanza porque entonces el alma va a la deriva.


¿Cuál es tu ancla?
 



Una esperanza que es para nuestra vida como un ancla firme y segura, y que penetra hasta lo más interior del santuario, adonde, abriéndose camino, ya ha entrado Jesús. (Hebreos 6:19-20)


Esta pasaje nos habla de esperanza. En la antigüedad la esperanza era representada por medio de un ancla. Este, no evita las tormentas pero da seguridad en medio de las mismas. Lo mismo sucede con la esperanza cristiana; es ridículo pensar que el hecho de tener una relación personal con Dios nos libra de todos los vaivenes, circunstancias y contrariedades de la vida ¡Para nada! Conozco y, sin duda, todos conocemos seguidores de Jesús cercanos a nosotros que están pasando por momentos de extrema dificulta física, emocional, económica o espiritual. Creyentes que lo único que los sostiene en medio de todo ese marasmo es la esperanza de que su vida está en las manos del Señor, que no les dejará ni desamparará en medio del valle de sombra de muerte.

La esperanza del seguidor de Jesús no es que la vida será benigna con nosotros. La esperanza consiste en el compromiso del Señor de estar con nosotros en medio de la tormenta, el caos, el dolor y el sufrimiento. El ha prometido por sí mismo que no nos dejará ni nos desamparará y que, en todo momento, renovará nuestras fuerzas. Se puede vivir con muchas carencias, pero no se puede vivir sin esperanza porque entonces el alma va a la deriva.


¿Cuál es tu ancla?
 



Una esperanza que es para nuestra vida como un ancla firme y segura, y que penetra hasta lo más interior del santuario, adonde, abriéndose camino, ya ha entrado Jesús. (Hebreos 6:19-20)


Esta pasaje nos habla de esperanza. En la antigüedad la esperanza era representada por medio de un ancla. Este, no evita las tormentas pero da seguridad en medio de las mismas. Lo mismo sucede con la esperanza cristiana; es ridículo pensar que el hecho de tener una relación personal con Dios nos libra de todos los vaivenes, circunstancias y contrariedades de la vida ¡Para nada! Conozco y, sin duda, todos conocemos seguidores de Jesús cercanos a nosotros que están pasando por momentos de extrema dificulta física, emocional, económica o espiritual. Creyentes que lo único que los sostiene en medio de todo ese marasmo es la esperanza de que su vida está en las manos del Señor, que no les dejará ni desamparará en medio del valle de sombra de muerte.

La esperanza del seguidor de Jesús no es que la vida será benigna con nosotros. La esperanza consiste en el compromiso del Señor de estar con nosotros en medio de la tormenta, el caos, el dolor y el sufrimiento. El ha prometido por sí mismo que no nos dejará ni nos desamparará y que, en todo momento, renovará nuestras fuerzas. Se puede vivir con muchas carencias, pero no se puede vivir sin esperanza porque entonces el alma va a la deriva.


¿Cuál es tu ancla?