Pero eres un Dios perdonador y eres por ello venerado. (Salmo 130:4)


El pecado levanta un muro en nuestra relación con el Señor; la confesión abre la puerta. Cuando confesamos nuestros pecados, afirma 1 Juan 1:9, Dios nos limpia y nos perdona de toda maldad. ¿Cuántas veces perdonará el Señor ese pecado que tantas veces hemos prometido no volver a cometer, esa actitud que mejor jurado que desterraríamos, esas prioridades que le hemos asegurado que cambiarían?

Solo puedo remitirme a lo que Jesús enseñó. Le requirió a Pedro que perdonara a su hermano hasta 70 x 7. Sin duda, no estaba hablando de forma literal de 490 veces y se acabó. Más bien era una manera simbólica de expresar sin límite de veces. Pues bien, sin eso es lo que me pide Dios que haga no creo que sus niveles de exigencia hacia Él mismo sean inferiores.

En más de una ocasión -los defensores del legalismo- me han comentado que enfatizar esto llevaría a las personas a tomar en vano la gracia y la justicia del Señor. Podríamos caer en el cinismo de pecar deliberadamente porque tenemos la seguridad del perdón. Así es, es posible. Sin duda, el Señor era consciente de esta posibilidad, de este abuso. Sin embargo, eso no le privó de darnos el privilegio de vivir bajo la gracia y no bajo la ley. También creo, como afirma el salmo, que aquel que entiende la gracia responde en veneración, amor, respeto y obediencia.

¿Cómo usas tú la libertad concedida por Jesús?

 



Pero eres un Dios perdonador y eres por ello venerado. (Salmo 130:4)


El pecado levanta un muro en nuestra relación con el Señor; la confesión abre la puerta. Cuando confesamos nuestros pecados, afirma 1 Juan 1:9, Dios nos limpia y nos perdona de toda maldad. ¿Cuántas veces perdonará el Señor ese pecado que tantas veces hemos prometido no volver a cometer, esa actitud que mejor jurado que desterraríamos, esas prioridades que le hemos asegurado que cambiarían?

Solo puedo remitirme a lo que Jesús enseñó. Le requirió a Pedro que perdonara a su hermano hasta 70 x 7. Sin duda, no estaba hablando de forma literal de 490 veces y se acabó. Más bien era una manera simbólica de expresar sin límite de veces. Pues bien, sin eso es lo que me pide Dios que haga no creo que sus niveles de exigencia hacia Él mismo sean inferiores.

En más de una ocasión -los defensores del legalismo- me han comentado que enfatizar esto llevaría a las personas a tomar en vano la gracia y la justicia del Señor. Podríamos caer en el cinismo de pecar deliberadamente porque tenemos la seguridad del perdón. Así es, es posible. Sin duda, el Señor era consciente de esta posibilidad, de este abuso. Sin embargo, eso no le privó de darnos el privilegio de vivir bajo la gracia y no bajo la ley. También creo, como afirma el salmo, que aquel que entiende la gracia responde en veneración, amor, respeto y obediencia.

¿Cómo usas tú la libertad concedida por Jesús?

 



Pero eres un Dios perdonador y eres por ello venerado. (Salmo 130:4)


El pecado levanta un muro en nuestra relación con el Señor; la confesión abre la puerta. Cuando confesamos nuestros pecados, afirma 1 Juan 1:9, Dios nos limpia y nos perdona de toda maldad. ¿Cuántas veces perdonará el Señor ese pecado que tantas veces hemos prometido no volver a cometer, esa actitud que mejor jurado que desterraríamos, esas prioridades que le hemos asegurado que cambiarían?

Solo puedo remitirme a lo que Jesús enseñó. Le requirió a Pedro que perdonara a su hermano hasta 70 x 7. Sin duda, no estaba hablando de forma literal de 490 veces y se acabó. Más bien era una manera simbólica de expresar sin límite de veces. Pues bien, sin eso es lo que me pide Dios que haga no creo que sus niveles de exigencia hacia Él mismo sean inferiores.

En más de una ocasión -los defensores del legalismo- me han comentado que enfatizar esto llevaría a las personas a tomar en vano la gracia y la justicia del Señor. Podríamos caer en el cinismo de pecar deliberadamente porque tenemos la seguridad del perdón. Así es, es posible. Sin duda, el Señor era consciente de esta posibilidad, de este abuso. Sin embargo, eso no le privó de darnos el privilegio de vivir bajo la gracia y no bajo la ley. También creo, como afirma el salmo, que aquel que entiende la gracia responde en veneración, amor, respeto y obediencia.

¿Cómo usas tú la libertad concedida por Jesús?