Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios. (Romanos 8:28)

Resumimos que la felicidad desde la perspectiva bíblica consiste en ser la mejor versión posible de nosotros (la que Dios tenía en mente cuando nos creó) y hacer una contribución única y singular al Reino de Dios (para la cual también nos ha dotado).

Como un buen alfarero el Señor utiliza todas las circunstancias y situaciones de la vida para cumplir ese doble propósito en nosotros. Todo, absolutamente todo, puede ser usado por Él para nuestro bien, realización y felicidad.

Este pasaje merece una explicación. En primer lugar, todo lo que nos sucede en la vida, especialmente las cosas negativas, no son, en ningún modo enviadas por Dios. En ocasiones sufrimos simplemente porque somos seres humanos y el dolor -la dimensión física- y el sufrimiento -la dimensión emocional- son consustanciales e inseparables de la condición humana. Los experimentan por igual creyentes y no creyentes. En otras, experimentamos todo lo anterior como consecuencia directa de nuestras propias decisiones y opciones. Libres para escoger y responsables de cosechar los frutos de nuestra libertad.

En segundo lugar, se nos indica que Dios puede usar todo ello para nuestro bien; en ningún lugar se afirma que todo nos saldrá bien. Tampoco que aunque ahora no somos capaces de verlo, un día tendremos la perspectiva correcta y veremos que bueno fue aquello. Eso no es ¡En absoluto! lo que dice el texto bíblico. Lo que Pablo indica es que todo lo que sucede en la vida, bueno y malo, será usado por el Señor para nuestro bien. Por tanto, resulta primordial y prioritario en definir qué había en la mente del apóstol cuando hablaba de nuestro bien. Pero eso, eso ya o veremos mañana.

¿Qué situaciones de dolor y/o sufrimiento estás experimentando? ¿Cómo puede usarlas Dios en tu vida para bien?






 



Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios. (Romanos 8:28)

Resumimos que la felicidad desde la perspectiva bíblica consiste en ser la mejor versión posible de nosotros (la que Dios tenía en mente cuando nos creó) y hacer una contribución única y singular al Reino de Dios (para la cual también nos ha dotado).

Como un buen alfarero el Señor utiliza todas las circunstancias y situaciones de la vida para cumplir ese doble propósito en nosotros. Todo, absolutamente todo, puede ser usado por Él para nuestro bien, realización y felicidad.

Este pasaje merece una explicación. En primer lugar, todo lo que nos sucede en la vida, especialmente las cosas negativas, no son, en ningún modo enviadas por Dios. En ocasiones sufrimos simplemente porque somos seres humanos y el dolor -la dimensión física- y el sufrimiento -la dimensión emocional- son consustanciales e inseparables de la condición humana. Los experimentan por igual creyentes y no creyentes. En otras, experimentamos todo lo anterior como consecuencia directa de nuestras propias decisiones y opciones. Libres para escoger y responsables de cosechar los frutos de nuestra libertad.

En segundo lugar, se nos indica que Dios puede usar todo ello para nuestro bien; en ningún lugar se afirma que todo nos saldrá bien. Tampoco que aunque ahora no somos capaces de verlo, un día tendremos la perspectiva correcta y veremos que bueno fue aquello. Eso no es ¡En absoluto! lo que dice el texto bíblico. Lo que Pablo indica es que todo lo que sucede en la vida, bueno y malo, será usado por el Señor para nuestro bien. Por tanto, resulta primordial y prioritario en definir qué había en la mente del apóstol cuando hablaba de nuestro bien. Pero eso, eso ya o veremos mañana.

¿Qué situaciones de dolor y/o sufrimiento estás experimentando? ¿Cómo puede usarlas Dios en tu vida para bien?






 



Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios. (Romanos 8:28)

Resumimos que la felicidad desde la perspectiva bíblica consiste en ser la mejor versión posible de nosotros (la que Dios tenía en mente cuando nos creó) y hacer una contribución única y singular al Reino de Dios (para la cual también nos ha dotado).

Como un buen alfarero el Señor utiliza todas las circunstancias y situaciones de la vida para cumplir ese doble propósito en nosotros. Todo, absolutamente todo, puede ser usado por Él para nuestro bien, realización y felicidad.

Este pasaje merece una explicación. En primer lugar, todo lo que nos sucede en la vida, especialmente las cosas negativas, no son, en ningún modo enviadas por Dios. En ocasiones sufrimos simplemente porque somos seres humanos y el dolor -la dimensión física- y el sufrimiento -la dimensión emocional- son consustanciales e inseparables de la condición humana. Los experimentan por igual creyentes y no creyentes. En otras, experimentamos todo lo anterior como consecuencia directa de nuestras propias decisiones y opciones. Libres para escoger y responsables de cosechar los frutos de nuestra libertad.

En segundo lugar, se nos indica que Dios puede usar todo ello para nuestro bien; en ningún lugar se afirma que todo nos saldrá bien. Tampoco que aunque ahora no somos capaces de verlo, un día tendremos la perspectiva correcta y veremos que bueno fue aquello. Eso no es ¡En absoluto! lo que dice el texto bíblico. Lo que Pablo indica es que todo lo que sucede en la vida, bueno y malo, será usado por el Señor para nuestro bien. Por tanto, resulta primordial y prioritario en definir qué había en la mente del apóstol cuando hablaba de nuestro bien. Pero eso, eso ya o veremos mañana.

¿Qué situaciones de dolor y/o sufrimiento estás experimentando? ¿Cómo puede usarlas Dios en tu vida para bien?