Te basta mi gracia (2 Corintios 12:9)

¿Nos basta su gracia? En teoría solo podemos decir que si. Es la respuesta correcta, de escuela dominical. Ahora bien, en la vida cotidiana ¿Nos es suficiente su gracia, el sabernos amados y aceptados incondicionalmente por Él y haber sido elevados a la categoría de hijos? Tal vez no.

Tal vez no, porque continuamos buscando el amor, la aprobación y la validación de aquellos que nos rodean. Tal vez no, porque seguimos necesitando el control, el estatus y el logro para ser y sentirnos alguien. Tal vez no, porque precisamos la constante comparación para sabernos superiores a otros teniendo más ministerio, más likes, más seguidores, más amigos, más impacto. Nada de eso es malo en sí, siempre que no sean sustitutos de la gracia.

Tal vez no, porque seguimos pensando que la aceptación de Dios es condicional, depende del desempeño que tengamos, de la santidad que obtengamos, de que no nos presentemos ante Él con las manos vacías, que podamos llevar algo que nos haga sentir una cierta seguridad y estabilidad en su presencia. En definitiva, nos sentimos más a gusto con las obras que con su gracia. 

¿Realmente te basta su gracia?

 


Te basta mi gracia (2 Corintios 12:9)

¿Nos basta su gracia? En teoría solo podemos decir que si. Es la respuesta correcta, de escuela dominical. Ahora bien, en la vida cotidiana ¿Nos es suficiente su gracia, el sabernos amados y aceptados incondicionalmente por Él y haber sido elevados a la categoría de hijos? Tal vez no.

Tal vez no, porque continuamos buscando el amor, la aprobación y la validación de aquellos que nos rodean. Tal vez no, porque seguimos necesitando el control, el estatus y el logro para ser y sentirnos alguien. Tal vez no, porque precisamos la constante comparación para sabernos superiores a otros teniendo más ministerio, más likes, más seguidores, más amigos, más impacto. Nada de eso es malo en sí, siempre que no sean sustitutos de la gracia.

Tal vez no, porque seguimos pensando que la aceptación de Dios es condicional, depende del desempeño que tengamos, de la santidad que obtengamos, de que no nos presentemos ante Él con las manos vacías, que podamos llevar algo que nos haga sentir una cierta seguridad y estabilidad en su presencia. En definitiva, nos sentimos más a gusto con las obras que con su gracia. 

¿Realmente te basta su gracia?

 


Te basta mi gracia (2 Corintios 12:9)

¿Nos basta su gracia? En teoría solo podemos decir que si. Es la respuesta correcta, de escuela dominical. Ahora bien, en la vida cotidiana ¿Nos es suficiente su gracia, el sabernos amados y aceptados incondicionalmente por Él y haber sido elevados a la categoría de hijos? Tal vez no.

Tal vez no, porque continuamos buscando el amor, la aprobación y la validación de aquellos que nos rodean. Tal vez no, porque seguimos necesitando el control, el estatus y el logro para ser y sentirnos alguien. Tal vez no, porque precisamos la constante comparación para sabernos superiores a otros teniendo más ministerio, más likes, más seguidores, más amigos, más impacto. Nada de eso es malo en sí, siempre que no sean sustitutos de la gracia.

Tal vez no, porque seguimos pensando que la aceptación de Dios es condicional, depende del desempeño que tengamos, de la santidad que obtengamos, de que no nos presentemos ante Él con las manos vacías, que podamos llevar algo que nos haga sentir una cierta seguridad y estabilidad en su presencia. En definitiva, nos sentimos más a gusto con las obras que con su gracia. 

¿Realmente te basta su gracia?