Y no dejaron que los profetas les comunicaran mis mensajes (Amos 2:12)


Los profetas eran enviados de parte de Dios para comunicar mensajes al pueblo, mensajes que, en la mayoría de las ocasiones, tenían que ver con la necesidad de volverse al Señor, de considerar el estilo de vida propio, de no olvidar la intervención pasada de Dios en sus vidas y vivir de una forma consecuente con ello. 

Visto de este modo eran una bendición puesto que daban retroalimentación al pueblo del Señor acerca de su manera de vivir, le invitaba a la reflexión, la consideración de sus caminos y a la necesidad de arrepentimiento. Creo, al menos desde mi punto de vista, que es una clara evidencia de un Dios que ama y tiene interés por su gente.

Dios sigue enviándonos hoy en día profetas, no en el sentido literal del Antiguo Testamento, pero sigue colocando en nuestro entorno personas, otros seguidores de Jesús, que de una manera u otra nos están animando y estimulando para que seamos fieles a Jesús y para que nos mantengamos firmes en nuestro seguimiento del Maestro. Personas, algunas en autoridad y otras no, que con sus palabras, comentarios, ejemplo, consejos, etc., nos comunican un mensaje de parte del Señor -incluso sin que tengan conciencia de ello- y, consecuentemente, nos dan una nueva oportunidad y una nueva muestra del amor del Señor por nosotros. Haríamos bien, a diferencia de Israel, de escucharlos.


¿Quienes son los profetas que el Señor ha colocado a tu alrededor? ¿Qué te está diciendo por medio de ellos?