Alabad el nombre del Señor (Salmo 148:13)


La alabanza es la respuesta que puede provocar en nosotros la contemplación de algo externo. Este precioso cuadro, un paisaje, escuchar una aria o coro de opera, una canción de amor, etc. Es una respuesta instintiva -a menos que hayamos perdido el sentido estético- de nuestro ser. Es similar a la contemplación de uno de esos paisajes que quitan el aliento o una de esas noches cuajadas de estrellas. Los sentimientos, las expresiones, el movimiento interno que se produce en nosotros puede cambiar pero la respuesta se da.

Alabar a Dios, como invita el salmista, no es cantarle canciones (especialmente esas que se repiten y repiten en un bucle que parece que va a llegar al infinito) Las canciones pueden ser un medio de expresar ese movimiento interno que se produce en nuestro corazón cuando contemplamos a Dios, quién es y qué ha hecho por nosotros. Porque la contemplación del Señor, como la contemplación de lo que hemos mencionado anteriormente, no puede dejarnos indiferentes, tiene que impresionar, cautivar, incluso paralizar y llevar a una respuesta ante tanta belleza.

¿Cómo alabas al Señor? ¿Qué movimiento interno produce en ti la contemplación de Él?

 



Alabad el nombre del Señor (Salmo 148:13)


La alabanza es la respuesta que puede provocar en nosotros la contemplación de algo externo. Este precioso cuadro, un paisaje, escuchar una aria o coro de opera, una canción de amor, etc. Es una respuesta instintiva -a menos que hayamos perdido el sentido estético- de nuestro ser. Es similar a la contemplación de uno de esos paisajes que quitan el aliento o una de esas noches cuajadas de estrellas. Los sentimientos, las expresiones, el movimiento interno que se produce en nosotros puede cambiar pero la respuesta se da.

Alabar a Dios, como invita el salmista, no es cantarle canciones (especialmente esas que se repiten y repiten en un bucle que parece que va a llegar al infinito) Las canciones pueden ser un medio de expresar ese movimiento interno que se produce en nuestro corazón cuando contemplamos a Dios, quién es y qué ha hecho por nosotros. Porque la contemplación del Señor, como la contemplación de lo que hemos mencionado anteriormente, no puede dejarnos indiferentes, tiene que impresionar, cautivar, incluso paralizar y llevar a una respuesta ante tanta belleza.

¿Cómo alabas al Señor? ¿Qué movimiento interno produce en ti la contemplación de Él?

 



Alabad el nombre del Señor (Salmo 148:13)


La alabanza es la respuesta que puede provocar en nosotros la contemplación de algo externo. Este precioso cuadro, un paisaje, escuchar una aria o coro de opera, una canción de amor, etc. Es una respuesta instintiva -a menos que hayamos perdido el sentido estético- de nuestro ser. Es similar a la contemplación de uno de esos paisajes que quitan el aliento o una de esas noches cuajadas de estrellas. Los sentimientos, las expresiones, el movimiento interno que se produce en nosotros puede cambiar pero la respuesta se da.

Alabar a Dios, como invita el salmista, no es cantarle canciones (especialmente esas que se repiten y repiten en un bucle que parece que va a llegar al infinito) Las canciones pueden ser un medio de expresar ese movimiento interno que se produce en nuestro corazón cuando contemplamos a Dios, quién es y qué ha hecho por nosotros. Porque la contemplación del Señor, como la contemplación de lo que hemos mencionado anteriormente, no puede dejarnos indiferentes, tiene que impresionar, cautivar, incluso paralizar y llevar a una respuesta ante tanta belleza.

¿Cómo alabas al Señor? ¿Qué movimiento interno produce en ti la contemplación de Él?