Dios confío sus promesas a los judíos. (Romanos 3:2)


La mejor definición que he leído de confianza es aquella que afirma: confianza es la medida en que me siento seguro contigo. Produce un gran alivio cuando puedes confiar en alguien; desaparece la ansiedad, la inseguridad, la duda, la preocupación. Tienes, por decirlo de algún modo, las espaldas cubiertas. Puedes descansar.

Eso es lo que Pablo debió de tener en mente cuando afirmó que el Señor confiaba en los judíos para que hicieran un buen uso de sus promesas. Que no lo hicieran no dice nada malo del Señor, sino de ellos. Pero es fácil centrarnos en lo mal que lo hizo Israel y olvidarnos de lo mal que, tal vez, probablemente, lo estamos haciendo nosotros.

Como seguidores de Jesús somos los responsables de "velar" por la imagen de Dios en este mundo roto. Se no ha confiado su representación, sus promesas, el comunicar de forma clara su interés por la humanidad al margen de que esta lo merezca o no. Cada uno de nosotros o bien reflejamos una imagen real del Dios de la gracia y del amor incondicional o bien una imagen distorsionada que, en el mejor de los casos, la distorsión muestra un Dios indiferente al ser humano y, en el peor, un Dios de juicio, fuego y destrucción. ¿Cuán seguro se debe sentir el Señor con nosotros?

Cuando el mundo nos mira ¿Qué imagen de Dios obtienen?


 



Dios confío sus promesas a los judíos. (Romanos 3:2)


La mejor definición que he leído de confianza es aquella que afirma: confianza es la medida en que me siento seguro contigo. Produce un gran alivio cuando puedes confiar en alguien; desaparece la ansiedad, la inseguridad, la duda, la preocupación. Tienes, por decirlo de algún modo, las espaldas cubiertas. Puedes descansar.

Eso es lo que Pablo debió de tener en mente cuando afirmó que el Señor confiaba en los judíos para que hicieran un buen uso de sus promesas. Que no lo hicieran no dice nada malo del Señor, sino de ellos. Pero es fácil centrarnos en lo mal que lo hizo Israel y olvidarnos de lo mal que, tal vez, probablemente, lo estamos haciendo nosotros.

Como seguidores de Jesús somos los responsables de "velar" por la imagen de Dios en este mundo roto. Se no ha confiado su representación, sus promesas, el comunicar de forma clara su interés por la humanidad al margen de que esta lo merezca o no. Cada uno de nosotros o bien reflejamos una imagen real del Dios de la gracia y del amor incondicional o bien una imagen distorsionada que, en el mejor de los casos, la distorsión muestra un Dios indiferente al ser humano y, en el peor, un Dios de juicio, fuego y destrucción. ¿Cuán seguro se debe sentir el Señor con nosotros?

Cuando el mundo nos mira ¿Qué imagen de Dios obtienen?


 



Dios confío sus promesas a los judíos. (Romanos 3:2)


La mejor definición que he leído de confianza es aquella que afirma: confianza es la medida en que me siento seguro contigo. Produce un gran alivio cuando puedes confiar en alguien; desaparece la ansiedad, la inseguridad, la duda, la preocupación. Tienes, por decirlo de algún modo, las espaldas cubiertas. Puedes descansar.

Eso es lo que Pablo debió de tener en mente cuando afirmó que el Señor confiaba en los judíos para que hicieran un buen uso de sus promesas. Que no lo hicieran no dice nada malo del Señor, sino de ellos. Pero es fácil centrarnos en lo mal que lo hizo Israel y olvidarnos de lo mal que, tal vez, probablemente, lo estamos haciendo nosotros.

Como seguidores de Jesús somos los responsables de "velar" por la imagen de Dios en este mundo roto. Se no ha confiado su representación, sus promesas, el comunicar de forma clara su interés por la humanidad al margen de que esta lo merezca o no. Cada uno de nosotros o bien reflejamos una imagen real del Dios de la gracia y del amor incondicional o bien una imagen distorsionada que, en el mejor de los casos, la distorsión muestra un Dios indiferente al ser humano y, en el peor, un Dios de juicio, fuego y destrucción. ¿Cuán seguro se debe sentir el Señor con nosotros?

Cuando el mundo nos mira ¿Qué imagen de Dios obtienen?