¿Ignoráis acaso que los que hacen el mal no tendrán parte en el reino de Dios? No os llaméis a engaño: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto es lo que antes erais algunos de vosotros. Pero habéis sido purificados, consagrados y restablecidos por Dios en su amistad en nombre de Jesucristo, el Señor, y por la acción del Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)



He afirmado y afirmo que la iglesia cristiana es una comunidad de personas rotas en proceso -a menudo doloroso- de restauración. Hemos venido a Jesús no porque estamos sanos -Él ya dijo claramente que ese tipo de personas no lo necesitan- sino, contrariamente, debido a nuestra disfuncionalidad. Somos adictos al pecado, pecado de diferentes tipos, algunos más escandalosos, otros más sofisticados. Algunos intolerables y que nos escandalizan, otros hacia los que somos sorprendentemente tolerantes y convivimos con ellos y no le damos la importancia que deberíamos. Séneca, el filosofo romano de origen español, afirmaba que: "los hombres aman sus vicios y los odian al mismo tiempo". 

Como toda comunidad terapéutica tenemos recaídas, retrocesos y avances. No siempre nuestro proceso de restauración es como habíamos soñado que sería y el pecado, con demasiada frecuencia, tiene muchas más fuerza de la que nosotros pensábamos y continúa ejerciendo una atracción e influencia sobre nosotros que, en ocasiones, nos hace vivir en una auténtica contradicción tal y como mencionaba Séneca.

Lo importante de las comunidades terapéuticas y restauradoras es que aceptan su realidad de ser seres rotos, disfuncionales, afectados por un adicción o trauma, sea esta del tipo de que sea. Otra característica de este tipo de comunidades es que sus miembros están fuertemente comprometidos en el doloroso proceso de ser restaurados. Pueden haber caídas, retrocesos, altibajos, pero en palabras del apóstol Pablo: "olvidando lo que queda atrás proseguimos hacia adelante". Finalmente, una tercera característica de este tipo de comunidades es que las caídas, los retrocesos, los "fracasos" no son causa de juicio, condena, marginación y ostracismo, antes bien, son acompañados por el resto de la comunidad, ayudando al que cayó a levantarse, conscientes de su propia vulnerabilidad porque, citando de nuevo a Pablo, saber que "aquel que crea estar firme tenga cuidado de no caer".



¿Hasta que punto es tu comunidad restauradora? ¿Cómo contribuyes tú con tus actitudes a que tu comunidad sea restauradora?



¿Ignoráis acaso que los que hacen el mal no tendrán parte en el reino de Dios? No os llaméis a engaño: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto es lo que antes erais algunos de vosotros. Pero habéis sido purificados, consagrados y restablecidos por Dios en su amistad en nombre de Jesucristo, el Señor, y por la acción del Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)



He afirmado y afirmo que la iglesia cristiana es una comunidad de personas rotas en proceso -a menudo doloroso- de restauración. Hemos venido a Jesús no porque estamos sanos -Él ya dijo claramente que ese tipo de personas no lo necesitan- sino, contrariamente, debido a nuestra disfuncionalidad. Somos adictos al pecado, pecado de diferentes tipos, algunos más escandalosos, otros más sofisticados. Algunos intolerables y que nos escandalizan, otros hacia los que somos sorprendentemente tolerantes y convivimos con ellos y no le damos la importancia que deberíamos. Séneca, el filosofo romano de origen español, afirmaba que: "los hombres aman sus vicios y los odian al mismo tiempo". 

Como toda comunidad terapéutica tenemos recaídas, retrocesos y avances. No siempre nuestro proceso de restauración es como habíamos soñado que sería y el pecado, con demasiada frecuencia, tiene muchas más fuerza de la que nosotros pensábamos y continúa ejerciendo una atracción e influencia sobre nosotros que, en ocasiones, nos hace vivir en una auténtica contradicción tal y como mencionaba Séneca.

Lo importante de las comunidades terapéuticas y restauradoras es que aceptan su realidad de ser seres rotos, disfuncionales, afectados por un adicción o trauma, sea esta del tipo de que sea. Otra característica de este tipo de comunidades es que sus miembros están fuertemente comprometidos en el doloroso proceso de ser restaurados. Pueden haber caídas, retrocesos, altibajos, pero en palabras del apóstol Pablo: "olvidando lo que queda atrás proseguimos hacia adelante". Finalmente, una tercera característica de este tipo de comunidades es que las caídas, los retrocesos, los "fracasos" no son causa de juicio, condena, marginación y ostracismo, antes bien, son acompañados por el resto de la comunidad, ayudando al que cayó a levantarse, conscientes de su propia vulnerabilidad porque, citando de nuevo a Pablo, saber que "aquel que crea estar firme tenga cuidado de no caer".



¿Hasta que punto es tu comunidad restauradora? ¿Cómo contribuyes tú con tus actitudes a que tu comunidad sea restauradora?



¿Ignoráis acaso que los que hacen el mal no tendrán parte en el reino de Dios? No os llaméis a engaño: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 11 Y esto es lo que antes erais algunos de vosotros. Pero habéis sido purificados, consagrados y restablecidos por Dios en su amistad en nombre de Jesucristo, el Señor, y por la acción del Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)



He afirmado y afirmo que la iglesia cristiana es una comunidad de personas rotas en proceso -a menudo doloroso- de restauración. Hemos venido a Jesús no porque estamos sanos -Él ya dijo claramente que ese tipo de personas no lo necesitan- sino, contrariamente, debido a nuestra disfuncionalidad. Somos adictos al pecado, pecado de diferentes tipos, algunos más escandalosos, otros más sofisticados. Algunos intolerables y que nos escandalizan, otros hacia los que somos sorprendentemente tolerantes y convivimos con ellos y no le damos la importancia que deberíamos. Séneca, el filosofo romano de origen español, afirmaba que: "los hombres aman sus vicios y los odian al mismo tiempo". 

Como toda comunidad terapéutica tenemos recaídas, retrocesos y avances. No siempre nuestro proceso de restauración es como habíamos soñado que sería y el pecado, con demasiada frecuencia, tiene muchas más fuerza de la que nosotros pensábamos y continúa ejerciendo una atracción e influencia sobre nosotros que, en ocasiones, nos hace vivir en una auténtica contradicción tal y como mencionaba Séneca.

Lo importante de las comunidades terapéuticas y restauradoras es que aceptan su realidad de ser seres rotos, disfuncionales, afectados por un adicción o trauma, sea esta del tipo de que sea. Otra característica de este tipo de comunidades es que sus miembros están fuertemente comprometidos en el doloroso proceso de ser restaurados. Pueden haber caídas, retrocesos, altibajos, pero en palabras del apóstol Pablo: "olvidando lo que queda atrás proseguimos hacia adelante". Finalmente, una tercera característica de este tipo de comunidades es que las caídas, los retrocesos, los "fracasos" no son causa de juicio, condena, marginación y ostracismo, antes bien, son acompañados por el resto de la comunidad, ayudando al que cayó a levantarse, conscientes de su propia vulnerabilidad porque, citando de nuevo a Pablo, saber que "aquel que crea estar firme tenga cuidado de no caer".



¿Hasta que punto es tu comunidad restauradora? ¿Cómo contribuyes tú con tus actitudes a que tu comunidad sea restauradora?